Fue desde el comienzo de nuestra vida independiente preocupación de los próceres y gobernantes crear y adoptar los correspondientes símbolos patrios. Para tal efecto el Congreso de la República legislo en diferentes ocasiones y varios gobernantes reglamentaron por decreto estas leyes e hicieron precisiones sobre vacíos o puntos dudosos en la confección y uso de tales emblemas.
Pero contar con un Himno Nacional que calara en el sentimiento popular por la calidad de la letra y por la belleza y facilidad para el canto de su melodía era, más que todo, cuestión de tiempo y de circunstancias favorables. Sin embargo, en la conciencia nacional se encontraba la idea de que era necesario emprender la tarea y muchos intentos estuvieron a punto de culminar con éxito. Pero el tiempo y la espera en adoptar el definitivo fue favorable porque al fin pudo la nación colombiana contar con bellísimo himno cuyas estrofas compuestas por Rafael Núñez, presidente de la república en varios periodos constitucionales , y su música por el compositor italiano, nacionalizado en Colombia, Oreste Sindici, llena plenamente el alma popular como recuento de los hechos gloriosos de nuestra independencia y como expresión filosófica de nuestro pensamiento republicano y cristiano de profundo sentido social. Nuestro himno es marcha guerrera cuando la patria se siente amenazada, vibrante sinfonía musical en nuestras alegrías, amoroso acompañamiento en nuestro dolor y evocación nostálgica en nuestras ausencias.
Ya desde la infancia de la patria cuando los colombianos de entonces se trenzaron en guerra fratricida, federalista y centralistas, carracos y pateadores, como se denominaban recíprocamente, entonaban canciones populares que exaltaban su causa.
Durante la “Época del Terror” que decapitó a la sociedad colombiana y nos privó desafortunadamente de la clase dirigente precursora y realizadora de la Revolución del 20 de julio, el maestro Juan Antonio de Velasco compuso canciones patrióticas que eran cantadas a escondidas pero con entusiasmo por los independientes.
Desmembrada la República de Colombia en 1810 se compuso una canción nacional cuyo coro decía:
¡Honor siempre dichosa, Granada!
De tus hijos orgullo y amor
Al instante feliz en que el cielo
Libertad y aventura te dio.
Un español director de una compañía teatral que había venido el año anterior, don Francisco Villalba, presento, con motivo de las festividades del 20 de julio de 1837, un himno de gran aceptación popular por la sencillez de su letra y de su música, elementos esenciales en una canción de este género.
La letra decía:
Gloria eterna a la Nueva Granada
Que formando una nueva nación
hoy levanta ya el templo sagrado
de las leyes, la paz y la Unión
Por la misma época estaba en boga la canción “El Neogranadino”, cuya letra fue compuesta por don Lorenzo María Lleras y su música por don Gabriel Ponds.
Don Enrique Price, nacido en Inglaterra, también compuso un himno que llamó Canción Nacional y que con la obertura “20 de julio” fue estrenado por la Sociedad Filarmónica de Bogotá en 1847, con motivo de las festividades patrias.
Dos años más tarde en 1849, en la misma celebración aniversario y como parte de un magnífico concierto se estrenó en el Salón de Grados (hoy museo de arte colonial) una canción Nacional en mi bemol mayor, compuesta por el poeta José Caicedo Rojas a cuyos versos puso música el compositor José Joaquín Guarín para cuatro voces y orquesta. Su letra decía:
Coro
Rindamos homenaje
al numen poderoso
que grande y venturoso
a nuestro pueblo hará;
rindamos homenaje
a la inmortal memoria
de aquellos que con gloria
nos dieron libertad
A pesar de que se interpretó hasta en los tiempos de los estados Unidos de Colombia, su dificultad para ser cantado le privó del aura popular.
Dos bandas y dos mil voces infantiles ejecutaron y cantaron el 20 de julio de 1873, en la Plaza de Bolívar, un himno compuesto por don Daniel Figueroa con estrofas tomadas de distintas poesías patrióticas, escritas por varios bardos de la época, el coro decía:
Alabemos por siempre a los héroes
que honra y gloria a la patria le dijeron,
y que grandes hacerse supieron
por Colombia y su posterioridad.
Se mencionan también el del violinista holandés Carlos Van Oeken, letra de Lino de Pombo, el de Bolívar de don José Ponce de León, pero como los anteriores himnos, no alcanzaron la consagración nacional
Génesis del Himno Nacional
En el año de 1846 vino a Bogotá como primer tenor de una compañía de ópera un artista italiano de 28 años, nacido en Roma, llamado Oreste Sindici quien contrajo matrimonio en la capital con la dama de ascendencia francesa Justina Jannaut. Acogido con entusiasmo por la sociedad bogotana y retirado de la actividad teatral se dedicó a la organización de una orquesta, a la composición de música religiosa, en lo que logró notable éxito, y a dictar clases de teoría, solfeo y canto.
Vivía Sindici en el año de 1887, Fausto para Colombia por haber nacido en él su glorioso Himno Nacional, en una casa situada en Bogotá en la carrera 15 entre calles 14 y 15. A ella llegó un personaje muy conocido para ese entonces por sus aficiones artísticas y por su gran colaboración en la celebración de fiestas patrias y religiosas con la preparación de carrozas alegóricas y representaciones teatrales, don José Domingo Torres, quien profesaba su admiración, casi idolátrica, al doctor Rafael Núñez de cuya producción política y poética guardaba un álbum de recortes. Tenía entre las poesías de su admirado personaje una de índole patriótica, en verso alejandrino agudo, propia para himno y decidió pedirle a Sindici que le pusiera música para cantarla en la celebración de la independencia de Cartagena (el 11 de noviembre). Para la canción, le solicitó musicalizar un poema denominado Himno Patriótico, escrito por el presidente de la República Rafael Núñez, en honor a Cartagena, el cual fue compuesto para declamarlo públicamente en la celebración del 11 de noviembre de 1850 y publicado en el periódico La Democracia, cuando Núñez apenas era secretario de gobierno de la Provincia de Cartagena. Posterior a esta primera publicación, este poema fue adaptado, mejorado y publicado por el propio autor en la revista Hebdomadaria número 3 y 4, de julio de 1883. Una musicalización previa del mismo poema de Núñez, realizada por los maestros Delgado y Fortich a solicitud del propio José Domingo Torres, la cual fue interpretada en la Plaza de Bolívar el 20 de julio de 1880, no logró obtener acogida entre el público presente.
Se desconocen los motivos por el cual el maestro Sindici se negó en el primer momento a componer la canción a pesar de la insistencia de Torres. Pero la intervención oportuna de su esposa Justina Jannaut finalmente logró convencerse.
Tras a asentimiento de Sindici, éste le exigió a José Domingo Torres que buscara al autor del poema para que este ajustara los versos de acuerdo a la disposición necesaria para una melodía y que les diera una connotación nacional.
Para la composición del himno, Oreste Síndici se retiró a su Hacienda "El Prado" en Nilo (Cundinamarca), llevando un armonio marca Dolt Graziano Tubi. La partitura original en tonalidad de Mi bemol mayor y compás de cuatro tiempos (tempo di marcia) reposa actualmente en una sala del Museo Nacional de Colombia. La esquiva inspiración brotó entonces en el alma del artista italiano como resonante catarata de notas gloriosas y ardientes. La imagen de la patria adoptiva, donde él tenía el dulce solar de sus amores, se presentó con toda su belleza a los ojos del maestro.
El pre-estreno de la melodía se realizaría bajo un árbol de tamarindo en el parque principal del municipio cundinamarqués el 24 de julio de 1887, después de la misa dominical.
El himno nacional se estrenó el 11 de noviembre de 1887 en la celebración de la Independencia de Cartagena con un coro de niños de tres escuelas primarias, alumnos de Oreste Síndici. Esta primera interpretación del himno se realizó en el "Teatro de Variedades" de la escuela pública de Santa Clara, el cual se encontraba en la actual carrera octava, en el solar de la Iglesia de Santa Clara, contiguo al Convento y al Observatorio Astronómico, en la jurisdicción del barrio de la Catedral de Bogotá; dentro del programa de festejos de esa fecha, se incluía la colocación de la primera piedra del Teatro Municipal de Bogotá en este mismo lugar, el cual se inauguró en 1890 y funcionó allí hasta su demolición y traslado al Teatro Jorge Eliécer Gaitán en 1952.
Himno patriótico
(Poema original de Rafael Núñez de 1850)
Del Once de Noviembre
Mañana brilla el sol
Salud al gran suceso
De nuestra redención.
Cayeron las cadenas
La libertad sublime
Derrama en todo el orbe
Su bendecida luz.
La humanidad entera
Esclavizada gime
Comprende las doctrinas
Del que murió en la cruz.
¡Independencia! grita
El pueblo americano
Aniéganse en su sangre
Los hijos de Colón;
Pero este gran principio:
"El pueblo es soberano"
Resuena más vibrante
Que el eco del cañón.
El presidente Rafael Núñez se enteró de la repercusión de la melodía e invitó a Oreste Síndici a presentarlo en forma oficial. De esta manera, se comisionó al ministro de gobierno Felipe Fermín Paul para organizar una presentación del himno el día 6 de diciembre del mismo año a las 9 p.m. en el salón de grados del Palacio de San Carlos, ubicado actualmente en el Museo de Arte Colonial. El himno fue entonado por un coro de 25 voces en presencia de las principales autoridades civiles, eclesiásticas y militares del país. En la invitación al evento, la canción ya se anunciaba como el "Himno Nacional".
La canción se hizo muy conocida rápidamente y se publicaron diversas ediciones por todo el país en los siguientes años. En 1890 el himno fue interpretado en Roma, México, Lima, Caracas y Curazao. La primera grabación fonográfica se realizó en los estudios de Columbia Phonograph Company en Nueva York en julio de 1910, interpretada por el conjunto musical "La Lira Antioqueña" para celebrar el primer centenario de la Independencia de Colombia. El himno nacional aparece referenciado como tal en diversas publicaciones de la época, previo a su adopción oficial. De esta manera, un ensayo de Manuel María Fajardo de 1908, una cartilla patriótica de Camilo Villegas de 1911, un texto de poesías selectas de Lisímaco Palau de 1912 y un libro de himnos de Ernesto Murillo de 1917 ya citan el himno compuesto por Oreste Síndici como el himno nacional de Colombia. La letra y la partitura del himno también se incluyeron en la urna centenaria que se cerró el 31 de octubre de 1911 y que se abrió durante la celebración del Bicentenario de Colombia, el 20 de julio de 2010.
A don José Domingo Torres su vejez lo sorprendió muy pobre y murió como simple portero del Ministerio de Hacienda.
El de Colombia es uno de los más hermosos y fascinantes himnos del mundo. Como es natural, cada hijo de su bandera y de su himno, lleva como parte eximia de su personalidad los dos máximos símbolos de su patria, es dentro del estado un símbolo de soberanía; en el exterior la imagen, la voz, la nostalgia y la grandeza de la nación siempre presente. En los estadios los dos máximos símbolos de su patria. En las asambleas internacionales es una manifestación del derecho. El himno, sus notas y su letra, es el poder del estado. Este es el de Colombia, gloria a sus autores y en especial a don José Domingo Torres, ese héroe anónimo que gracias a su emprendimiento, innovación y perseverancia fue el gran impulsor de que hoy contemos con un himno del cual nos sintamos muy orgullosos.
Para la adopción del himno nacional, el representante a la Cámara por el departamento de Nariño, Sergio Burbano, presentó el proyecto de Ley el 9 de agosto de 1920. El proyecto fue aprobado en el debate de la comisión de instrucción pública y posteriormente por la plenaria del Congreso de la República oficializándolo por la Ley 33 del 18 de octubre de 1920, la cual fue sancionada por el presidente Marco Fidel Suárez. En esta ley además se solicitó un concepto pericial para reconocer los derechos de propiedad artística a los herederos de Oreste Síndici.
El Himno Nacional fue elevado a esta categoría mediante la Ley 33 del 28 de octubre de 1920, durante el gobierno del presidente Marco Fidel Suárez. Su letra fue escrita por el presidente Rafael Núñez, y la música se debe al compositor italiano Oreste Sindici.
Descripción del Himno.
El himno nacional se compone de un coro alejandrino y once estrofas en octavillas heptasílabas; pero por lo largo de su ejecución suelen interpretarse únicamente el coro y la primera estrofa. Las estrofas son un recuento de hechos históricos y de reflexiones filosóficas sobre la independencia de Colombia y de otros países hispanoamericanos. Las estrofas I y III pueden calificarse como evocadoras, las estrofas II, V y XI como heroicas, las estrofas VI y VII épicas, las estrofas IV y VIII elegíacas y las estrofas IX y X sintéticas. La música tiene una tonalidad de Mi bemol mayor y compás de 4/4 (tempo di Marcia).
Protocolo.
Las normas de protocolo para entonar y escuchar el himno nacional de Colombia se encuentran reglamentadas en los artículos 10 y 11 del decreto 1967 del 15 de agosto de 1991.El himno nacional se autoriza tocar en actos oficiales que revistan un carácter patriótico, al izar y arriar la Bandera de Colombia, al rendir honores al Santísimo Sacramento, y en eventos educativos y certámenes deportivos. También está autorizado entonarlo con o sin acompañamiento musical por la ciudadanía en general.
Al escuchar el himno nacional, los presentes deben interrumpir sus actividades y ponerse de pie, los hombres deben descubrirse la cabeza. Todas las personas deben soltar sus brazos y adoptar una postura de respeto y veneración. Los jinetes, conductores y pasajeros de los vehículos deben descender y proceder de conformidad. El himno nacional nunca se aplaude.
Por el decreto 91 del 21 de enero de 1942, en las instituciones educativas del país solo se permite entonar himnos patrióticos colombianos, con excepción de ceremonias especiales en honor de países amigos que se realicen en el plantel. De acuerdo con el decreto 1722 del 16 de julio de 1942, todas las escuelas deben iniciar sus tareas el primer lunes de cada mes con un acto breve pero solemne durante el cual se ice el Pabellón de la Patria a los acordes del himno nacional, entonado por toda la comunidad. De acuerdo con el Manual del Protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores, para la presentación de las credenciales de un nuevo embajador la interpretación del himno nacional le corresponde a la Banda de Músicos del Batallón Guardia Presidencial.
Proyecto de Reforma al Himno.
El 25 de septiembre de 1997 un ciudadano presentó una demanda de inconstitucionalidad contra diez de las once estrofas del himno nacional e inexequibilidad de las normas que lo adoptaron oficialmente porque, según el demandante, la letra constituye una apología a la violencia, a la discriminación religiosa y anima la lucha de clases. La corte constitucional, por medio de la sentencia C-469, declaró exequible la Ley 33 de 1920 que adoptó el himno nacional. Respondiendo a la mencionada demanda, la Corte Constitucional señaló en la sentencia:
El himno nacional es una composición poético-musical cuyo sentido es honrar personajes y sucesos históricos, que contribuyeron al surgimiento de la nación colombiana. Su inspiración lírica, propia de la época de su composición, no adopta un contenido normativo de carácter abstracto que obligue a su realización por el conglomerado social. Materialmente, no crea, extingue o modifica situaciones jurídicas objetivas y generales; su alcance no es propiamente jurídico y, por tanto, no va más allá del significado filosófico, histórico y patriótico expresado en sus estrofas. El himno, como símbolo patrio, constituye desde hace más de un siglo, parte del patrimonio cultural de la Nación, patrimonio que, por lo demás, goza de la protección del Estado, No tiene en sí mismo fuerza vinculante como norma de derecho positivo. A nadie obligan, pues, sus estrofas, y pretender lo contrario es caer en el absurdo.
Un proyecto de Ley de 2008 proponía que se ordenara a los ciudadanos adoptar una postura firme con la cabeza en alto y la mano derecha sobre el corazón al escuchar el himno nacional. El proyecto estaba inspirado en el gesto que acostumbra a adoptar el ex presidente Álvaro Uribe al entonarse el himno nacional.
Otro proyecto de ley que tuvo trámite en el Congreso de Colombia, fue presentado por la Comisión Segunda del Senado de la República en 2009 proponiendo el cambio de los últimos versos de la sexta estrofa de la siguiente manera:
Centauros indomables ascienden de los llanos
y Santander encabeza de la epopeya el fin.
La modificación, apoyada por la Academia de Historia de Norte de Santander, pretendía incluir en su texto al general Francisco de Paula Santander como el gobernante que por más tiempo ha regido los destinos de la nación, como presidente y como fundador de la educación pública del país.
QUE SIGNIFICA NUESTRO HIMNO COLOMBIANO..!!!
El músico colombiano Guillermo Quevedo publicó hace algunos años una rigurosa interpretación de cada una de las estrofas del Himno. La reproducimos por considerarla clave para entender qué es lo que cantamos en los partidos de fútbol, cuando nos ponemos la mano en el corazón, y en otros eventos nacionales.CORO
¡Oh gloria inmarcesible!
¡Oh júbilo inmortal!
¡En surcos de dolores
el bien germina ya!
El agricultor que suda removiendo la tierra y siembra con dolor, goza cuando ve fructificar su cosecha. Así sucedió con la Patria: gracias el heroico padecer de los próceres en luchas titánicas, hoy gozamos de bienes inapreciables a lo largo de la vida.
¡Oh gloria inmarcesible!
¡Oh júbilo inmortal!
¡En surcos de dolores
el bien germina ya!
El agricultor que suda removiendo la tierra y siembra con dolor, goza cuando ve fructificar su cosecha. Así sucedió con la Patria: gracias el heroico padecer de los próceres en luchas titánicas, hoy gozamos de bienes inapreciables a lo largo de la vida.
Primera estrofa
¡Cesó la horrible noche!
La libertad sublime
Derrama las auroras
de su invencible luz.
La humanidad entera,
que entre cadenas gime,
comprende las palabras
del que murió en la cruz
El poeta compara los 300 años de vida colonial que Colombia vivió sometida a España con “una horrible noche”, y la libertad que alcanzó mediante la Guerra Magna de la Independencia, como la “aurora” que llena el alma de esperanza. Ve gozoso que han llegado para la patria las libertades que predicó el Divino Redentor.
Segunda estrofa
"¡Independencia!" grita
el mundo americano:
se baña en sangre de héroes
la tierra de Colón.
Pero este gran principio:
"el rey no es soberano"
resuena, y los que sufren
bendicen su pasión.
Aquí se ve a todo la América revolucionada contra España. Los comuneros del Socorro dieron ejemplo en 1781, siguiendo a Miranda en Venezuela, en 1806, los ecuatorianos en Quito en 1809, y los granadinos en Bogotá en 1810. De allí pasó a todas partes. Por esa época ya muchos patriotas sufrían en las cárceles los castigos de sus agitaciones contra España; y todos ellos “bendecían su Pasión” o sus muchos sufrimientos.
Tercera estrofa
Del Orinoco el cauce
se colma de despojos,
de sangre y llanto un río
se mira allí correr.
En Bárbula no saben
las almas ni los ojos
si admiración o espanto
sentir o padecer.
Dos hechos extraordinariamente heroicos aparecen aquí: la vida increíble llevada por el Ejército Libertador en los Llanos del Casanare, y el sacrificio de Atanasio Girardot en el cerro del Bárbula. El río Orinoco se llenó de cadáveres de soldados que morían gozosos por la patria, y el Bárbula mostró de qué es capaz el heroísmo americano.
Cuarta estrofa
A orillas del Caribe
hambriento un pueblo lucha,
horrores prefiriendo
a pérfida salud.
!Oh! sí, de Cartagena
la abnegación es mucha,
y escombros de la muerte
desprecian su virtud.
Ha llegado el turno de Cartagena la Heroica, América y el mundo entero admiraron el valor constante, indomable, de la ciudad costeña. Tan solo en el famoso sitio de 1815 perecieron seis mil habitantes, pero también cayeron 3.200 de los soldados sitiadores.
Quinta estrofa
De Boyacá en los campos
el genio de la gloria
con cada espiga un héroe
invicto coronó.
Soldados sin coraza
ganaron la victoria;
su varonil aliento
de escudo les sirvió.
En Boyacá se dio la batalla definitiva: la que dio libertad a Colombia y que infundió ánimo a toda América Latina. Los soldados enfermos, medio desnudos y ateridos de frío, que venían en marchas forzadas desde los Llanos ardientes de Casanare, mostraron en Boyacá un valor sobrehumano. La nobleza y santidad de la causa que defendían fueron los móviles que armaron su varonil aliento y fueron la “coraza” impenetrable en esa homérica lucha.
Sexta estrofa
Bolívar cruza el Ande
que riega dos océanos;
espadas cual centellas
fulguran en Junín.
Centauros indomables
descienden a los Llanos
y empieza a presentirse
de la epopeya el fin.
Las puertas de América están abiertas. Nada detiene ya el valor del Ejército Patriota, que atraviesa los Andes y recorre de victoria en victoria miles de kilómetros: Carabobo, Puerto Caballero, Pichincha, Junín. En esta batalla los jinetes se parecen a “centauros indomables” y los soldados destruyen todo a golpes de lanza.
Séptima estrofa
La tropa victoriosa
que en Ayacucho truena,
en cada triunfo crece
su formidable son.
En su expansivo empuje
la libertad se estrena,
del cielo Americano
formando un pabellón.
Faltaba el golpe final y se dio en Ayacucho. Allí brilló Córdoba como un sol con su formidable orden “¡Paso de Vencedores!”. Todo el “cielo americano” está libre y forma un gloriosos “pabellón” para que entre a reinar el progreso, la sabiduría y la libertad.
Octava estrofa
La Virgen sus cabellos
arranca en agonía
y de su amor viuda
los cuelga del ciprés;
lamenta su esperanza
que cubre losa fría,
pero glorioso orgullo
circunda su alba tez.
Es un delicado recuerdo a la mujer colombiana y a su heroísmo. Madres, esposas y hermanas siguieron con valor espartano a los soldados en sus luchas diarias. La historia ha recogido muchos nombres como los de Policarpa Salavarrieta y Antonia Santos que murieron en los patíbulos, o como Simona Duque que llevó personalmente a sus hijos al Libertador para que lucharan por la libertad.
Novena estrofa
La Patria así se forma
Termópilas brotando;
constelación de cíclopes
su noche iluminó;
la flor estremecida
mortal el viento hallando,
debajo los laureles
seguridad buscó.
Las Termópilas es un célebre desfiladero en Grecia donde el rey Leonidas, liderando a 300 espartanos, intentó detener el formidable ejército de Jerges en el año 480 antes de Cristo, y donde aquel guerrero murió peleando con arrojo. Con esa batalla los grandes hechos humanos, pero también muestra donde puede hallar el débil la verdadera protección.
Décima estrofa
Más no es completa gloria
vencer en la batalla,
que al brazo que combate
lo anima la verdad.
La independencia sola
el gran clamor no acalla:
si el sol alumbra a todos
justicia es libertad.
El poeta quiere la libertad pero en la verdad y la justicia. Sin ellas, la libertad se convierte en libertinaje y robo. Todos los colombianos deber ser iguales ante la ley y deben gozar de patrimonio común. La Patria para todos.
Undécima estrofa
Del hombre los derechos
Nariño predicando,
el alma de la lucha
profético enseñó.
Ricaurte en San Mateo
en átomos volando
deber antes que vida,
con llamas escribió
Termina el poeta con el recuerdo a Nariño, primer predicador de los derechos americanos; y a Ricaurte un “héroe incomparable” que dio su vida por cumplir el deber. Son los próceres mayores de Colombia, cierran el relato de los principales hechos de la patria narrados en el Himno Nacional.
Nota: si desea escuchar el audio d elas 11 estrofas y su letra favor consultar la página web http://www.youtube.com/watch?v=iU22SZVLWUk
Fuente:
•Los símbolos nacionales y los deberes de los ciudadanos para con ellos/Ministerio de Defensa Nacional. Bogotá, Taller de la Imp. y publicaciones de las Fuerzas Militares, 1979, págs 41/45.
•En torno al Himno Nacional en el sesquicentenario de Núñez / Justo Ramón, hermano. Bogotá, Taller de la Imp. y publicaciones de las Fuerzas Militares, 1976, pág. 38.
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