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viernes, 28 de febrero de 2025

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA POLICÍA EN EL MUNDO

 

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA POLICÍA EN EL MUNDO

La función de la Policía

Poco a poco la humanidad fue evolucionando, pasando por las etapas de la familia, el clan y la tribu. Así vino el hombre a conocer el derecho de propiedad, cuando el patriarca le fue señalando el brazo de tierra que le correspondía a cada cual y que debía defender y conservar.

Al desarrollarse estas agrupaciones, fueron acentuándose los instintos humanos de bien y de mal y, como consecuencia, el más fuerte se impuso al más débil interfiriendo sus derechos. Por aquel entonces la primitiva organización social sólo podía ofrecer como estatuto jurídico lo que se conoció con el nombre de la "Ley del Talión", o sea la venganza proporcionada y que se hizo célebre con la sentencia "Ojo por ojo y diente por diente".

Código de Hammurabi: en él se encuentra una de las versiones más antiguas de la ley del talión.



Llegaron luego las civilizaciones egipcias, griegas y romanas, que dieron a la humanidad principios de justicia, legalidad y derecho, de los cuales se conserva aún una gran parte en los códigos que rigen en las sociedades modernas.

En la India

El Código de las leyes del Manu, cuyo origen se remonta a los años de 1280 y 800 a. de C., contiene casi toda la legislación de la India brahmánica. En dicho Código están sancionadas varias infracciones de carácter policial como la bebida de licores espirituosos, los atentados contra el pudor, el fuego y la destrucción de hitos. Aún más, el artículo 256 de su libro IX, que trata de las «Leyes civiles y criminales», dice textualmente: «El rey, proporcionándose buena policía, de la que se ha de servir como de sus propios ojos, debe distinguir las dos clases de ladrones que se apoderan de los bienes ajenos, unos públicamente y furtivamente otros». Las disposiciones sabias que en aspectos tanto de justicia como de policía se encuentran en este código, aún están vigentes en las legislaciones de algunos países.


Entre el 200 a.C. y el 100 d.C. fue escrito el Manu Smriti o Código de Manú y se crearon las cuatro grandes divisiones hereditarias de la sociedad
india, hoy todavía vigentes: brahamanes, chatrias,vacias y parias

En Atenas

Mediante la legislación de Solón del siglo VI a. de J. se dio una especial importancia al concepto de Estado, como también a los prefectos, funcionarios de gran utilidad en bien de la conservación del orden público. Como consecuencia de esta legislación, la vigilancia policial no sólo se extendía al control de la delincuencia común, sino que, además, cuidaba las vías públicas, los mercados y demás sitios de afluencia popular.

En Roma

El principio de seguridad social, desde la fundación de Roma hasta el establecimiento de la República (año 510 a. de C.), estuvo a cargo del imprevisible juego de los ejércitos. En consecuencia, el Estado implantó normas para el establecimiento de un primer sistema de policía, con funciones materiales de prevención y misiones de responsabilidad como la custodia de los archivos del Estado y la ley creadora del Tribunado, los cuales reposaban en el templo de Ceres.

Conforme lo anota Álvaro Castaño Castillo en su obra  La Policía: su origen y su destino”, este es el legítimo antecedente con que el Estado, después de 20 siglos de evolución continua, confiere a la policía contemporánea la guarda de la paz, el orden y la legalidad.


El sistema de los ediles constituyó el primer movimiento defensivo de la ciudad social contra las extralimitaciones de sus ciudadanos. La única facultad coercitiva consistía en la imposición de multa a los infractores de las órdenes verbales o de las escritas, que se expresaba por medio de bandos y ordenanzas. El dinero percibido de esta manera era empleado en obras de ornato público y para subvenir los gastos de los espectáculos.

Este primer intento de un régimen de vigilancia tuvo lugar hacia el siglo II a. de C. y fue una de las últimas expresiones sabias y perdurables de la República romana. En los años posteriores se extinguieron gradualmente las instituciones más importantes, y aun esta de los ediles se tornó inoperante cuando de sus funciones sólo subsistió la vigilancia de los juegos públicos, que constituían la atracción dominante de los romanos en su primera decadencia.

Luego surge una milicia municipal: los diogmitas, a quienes les correspondía capturar a los sospechosos, organizar pesquisas, tomar declaraciones provisionales y custodiar a las personas sometidas a proceso criminal; esta organización parece ser el origen de la policía "secreta".

Ya por el año 27 a. de C., Augusto, primer emperador de los romanos y uno de los más sagaces mandatarios de todos los tiempos, se encontró una decadente entidad policial integrada por un escaso número de funcionarios, a quienes cooperaban algunos centenares de esclavos, sin eficacia ni dignidad. 

Augusto

En virtud de ello, se dio a la tarea de tecnificar la Policía mediante la previa selección de sus miembros, para lo cual delegó sus atribuciones en un grupo de magistrados que recibieron el nombre de praefectus Urbi, quienes asumieron la responsabilidad de mantener el orden público y la seguridad política de la ciudad. A los miembros de esta policía ya tecnificada, se les denominó vigiles, que no podían ser esclavos sino hombres libres y capaces y constituyeron una organización de eficientes y positivos servidores. Sin embargo, en forma desafortunada, los sucesores imperiales de Augusto no prosiguieron esta tarea de perfeccionar el servicio de los abnegados vigiles sino que prontamente los fueron convirtiendo en espías e instrumentos del palacio y, de hecho, de las intrigas de carácter político.


PRAEFECTUS URBIS

El cargo, establecido durante la época real de Roma por el propio Rómulo, se mantuvo en las épocas republicana e imperial, y sobrevivió en Roma a la caída del Imperio Romano de Occidente. La última atestación de un Praefectus Urbi data del año 599.

Originalmente indicado como "Custos urbis" (Guardián de la ciudad), el cargo fue indicado por primera vez como "Praefectus urbis" en la época de los decenviros en el 451 a.C. quienes eran responsables de: escribir leyes con imperium consular, juzgar disputas, asistir a los sacrificios, distribuir tierras.

Años más tarde esta institución volvió a tener manifestaciones de resurgimiento cuando asumió el gobierno de Roma el emperador Constantino, pero, a su muerte, dicha entidad tornó a ser motivo de persecuciones sectarias y su decadencia se prolongó por muchos años.

En la Edad Media

El poder de la policía fue casi anulado y, como consecuencia de las guerras y luchas encarnizadas entre los pueblos, su función se confundió con la de los ejércitos. En el año 770, cuando se había consolidado la autoridad papal en el Sacro Imperio Romano Germánico y Carlomagno se esforzaba por inspirar sus medidas en un criterio de serenidad que impusiera el orden público a toda costa, se volvió a legislar sobre Policía. 

Carlomagno

El emperador expidió una serie de disposiciones drásticas, denominadas Capitularios, que se refieren a diversos aspectos de la policía general: los mercados y ventas públicas de toda clase, fueron materia de reorganización especial. Los sepelios quedaron sujetos por primera vez, a un régimen que consultaba la salubridad pública. Todos los ciudadanos debían someterse a precisas condiciones de prevención en tiempo de hambre y de epidemia. Se regula-ron las pesas, las medidas y los precios de granos y ganados. En lo referente a vigilancia urbana no se organizó ni reglamentó. Fue así como se olvidó bien pronto el incompleto esfuerzo que realizara Carlomagno y, de hecho, recrudeció la anarquía.

Por ese tiempo el pueblo normando establecido en Francia, ante la situación de abandono de los derechos individuales, impuso un sistema de policía altamente represivo, determinado para restablecer la seguridad a expensas de la libertad. Los derechos individuales, que en un plano teórico pudieran existir, fueron restringidos violentamente por medio del "Reglamento de policía".

Ese tono de severidad, característico de los normandos, fue llevado a Inglaterra, alrededor del año 1046. Se debe a esta influencia inicial el fundamento histórico de la policía inglesa.

Se llega al siglo XIV, cuando el rey Carlos V instituyó una policía con el fin de «aumentar el bienestar y la seguridad de su pueblo». Pero esta fuerza se convirtió en instrumento de opresión. Más tarde cuando Luis XIV ocupó el trono francés, metodizó y robusteció en gran parte las facultades de la policía.

Carlos V

Pero fue a partir de la Revolución francesa cuando la policía comenzó a alcanzar verdadera importancia dentro de las organizaciones estatales y sociales. Separada del ejército, se le ha venido señalando funciones definidas y finalidades precisas que día a día se perfeccionan notablemente.

Resumiendo, en la Edad Media la policía fue un instrumento al servicio de los señores y los reyes, distinguiéndose por la crueldad de sus procedimientos y el terror que inspiraba. La ronda fue un servicio policial típico en esta época, sin que se constituyera previamente un Cuerpo de Policía sino grupos para amenazar tanto a las personas como a sus bienes.

En Inglaterra

Antes de la invasión de Guillermo el Conquistador a Inglaterra por el año de 1046, en Londres existía un sistema de vigilancia establecido por los reyes sajones, que presentaba la peculiaridad, registrada por primera vez en la historia, de que sus funcionarios fueran parcialmente voluntarios.

En un principio los guardias eran nombrados por los parroquianos, que señalaban a los más fuertes, en votación pública y libre. Si alguno de éstos no cumplía bien sus funciones o se retiraba del Cuerpo, era reemplazado por un servidor voluntario.

La población era dividida en centurias y éstas en decenas, o compañías de diez dueños o propietarios, que ejercían sus funciones en asocio con sus familias, siendo el jefe de estas decenas responsable de enfrentar las perturbaciones que se presentaran dentro de su zona y de la captura de los criminales que se sorprendieran dentro de ella. Los cabezas de decenas nombraban al jefe de centuria, de quien dependían, el cual era llamado también juez de paz y tenía competencia para juzgar los casos denunciados por sus subalternos y, en general, por los ciudadanos.

La primera institución que tuvo funciones realmente policivas tuvo su origen bajo el reinado de Eduardo III (1327-1377), quien organizó los guardianes del orden o condestables, a quienes se atribuía el mantenimiento del orden público y la aprehensión de los delincuentes, sin perjuicio de las responsabilidades solidarias.

Eduardo III
En Francia

En el año de 1032 se instituyó el cargo de preboste de París desempeñado hoy con el nombre de prefecto de Policía. Dicho funcionario era, al mismo tiempo, presidente del Tribunal Civil de Justicia, jefe de Policía y comandante Militar. Cuando presidía el Tribunal lo hacía con la toga de magistrado y cuando marchaba a la cabeza de las tropas que comandaba, portaba su espada, insignia de mando y dignidad.

Esta autoridad civil y militar de que estaba investido se hacía más ostensible en las grandes ceremonias por los ornamentos y la pompa con que aparecía en público.

El preboste de París en un comienzo era designado por el soberano, pero esta modalidad lamentablemente cambió y tal cargo empezó a comprarse, lo que hizo que fuera ocupado por individuos sin preparación que sólo anhelaban lucrarse. Bajo el gobierno de Luis IX se puso término a esta situación nombrándose en dicho cargo a un distinguido caballero, probo y capaz, llamado Etienne Boileau, autor de la primera colección de ordenanzas de policía.


Etienne Boileau

Aparte de las rondas que fueron características de la Edad Media, existieron otros funcionarios de policía que cooperaban con los prebostes, como auxiliares de la justicia criminal: eran los comisarios, que no sólo colaboraban en la instrucción de los procesos y en la investigación de los delitos, sino que también recorrían las calles con el fin de ejercer vigilancia policiva.

En 1321 se agregó al preboste de París un lugarteniente civil, para que conociera de todos los asuntos civiles. En 1343 se creó el cargo de lugarteniente criminal, el que además de tener jurisdicción para juzgar los asuntos de carácter penal, tenía la responsabilidad del mantenimiento del orden y la seguridad de la ciudad. En estas circunstancias el cargo de preboste dejó de tener atribuciones judiciales y policivas y pasó a ser meramente honorífico.

En la Edad Moderna

El progreso que experimenta la humanidad en esta época no alcanzó a la policía, debido a las continuas guerras religiosas y a la absorción por el monarca de todos los poderes y funciones del Estado. De ahí que el avance, en cuanto a organización de entidades policivas, fuera relativamente escaso.

En la actualidad

Hoy en día existen instituciones policivas en todos los países del orbe, especialmente de tipo preventivo; algunas son de carácter civil y otras de corte militar, pero todas dedicadas exclusivamente a la función policial. Sus integrantes son seleccionados y se forman en escuelas policiales, en las que se les instruye con amplio sentido profesional, de modo que sus actuaciones se encuadren dentro de la norma del Derecho y constituyan una garantía de seguridad personal y colectiva.

ORIGEN DE LA PALABRA POLICÍA

La palabra Policía o "Polis" designaba para los griegos "La Ciudad", como conjunto ciudadanos o polités. De aquí la "politeia", o sea, en abstracto, lo perteneciente a la ciudad y a sus ciudadanos. 

Platón escribió una obra, uno de sus célebres Diálogos, con el nombre de "Politeia", como quien dice "la República", concepción filosófico-literaria de un estado ideal, sistema orgánico de la Justicia para los ciudadanos.

Fragmento de la República de Platónpapiro hallado en OxirrincoEgipto.

Los romanos, que asimilaron toda la cultura helénica con comprensión y fervor ejemplares, tomaron la misma voz "Pólis", y de "politeia", hicieron "politia", fuera de otros abundantes derivados como 'politicus", "metrópolis".

Al formarse el romance castellano, y sobre todo cuando llegó al apogeo de su perfección, volvió a presentarse la clásica "politia", ahora bajo la forma "policía", con el mismo sentido latino de buen orden y gobierno que se guarda en las repúblicas y ciudades. Lope de Vega escribía en una novela que se intitula "El peregrino en su patria": "Llegaron a Sevilla, ciudad en cuanto mira el sol bellísima por su riqueza, grandeza y majestad, trato y policía"

Andando el tiempo fue menester, para lograr ese buen orden ideal, crear organizaciones que pudieran llevarlo a la práctica, vigilando a los ciudadanos para someterlos a las leyes y para garantizar a todos sus derechos. Surgieron entonces los cuerpos de policía, entidades de gran trascendencia en la historia de muchos pueblos. El nombre ahora se concreta y viene a decirse Policía, Policía Nacional, para designar a esos cuerpos de tanta importancia en las repúblicas modernas. Mas como era menester que esas instituciones tuvieran en su organización, y para el cumplimiento de sus fines, ejecutores inmediatos de las ordenanzas y disposiciones legales, se creó en el lenguaje la expresión "agente de policía".

El uso lingüístico, caprichoso en esto como en tantas otras cosas, siguió entonces dos caminos para la significación de ese complejo expresivo: tomó el primer elemento y dijo: "el agente", "un agente", "señor agente", o bien prefirió el segundo componente y empleó "el policía", "un policía". Llegamos así en esta historia desde la concepción platónica de la Politeia, hasta el individuo que en la república moderna tiene tan concretos deberes relacionados con el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos.

¿Quién hubiera creído tan notable origen para el humilde y abnegado policía!

Pero hay que tener presente que en España el proceso siguió un rumbo distinto y se prefirió denominar allí a los agentes del orden público no con el nombre de policías, como entre nosotros, sino con el de "guardia civil", o simplemente "guardia". Aunque también la palabra ha tenido un empleo similar, que en un principio reprochaba el uso de policía por "corchete", "alguacil” pero el mayor conocimiento de la lengua pronto lo hizo desistir de su dogmatismo.

Otras lenguas vecinas del español le han dado en préstamo palabras designativas de la misma realidad, las cuales han logrado mayor o menor fortuna en nuestros dominios. Del francés se tomó el "gendarme (agente de armas)" y el "polizonte" (polisson), de la misma raíz, pero con un matiz particular despectivo. Existe también la voz policial, no aceptada por la Academia Española, pero de algún uso en América. Y nos llevaría muy lejos seguir acumulando los derivados etimológicos a los sinónimos abundantes que a este propósito se ofrecen.


Fuentes  documentales y electrónicas consultadas:

Historia de la Policía Nacional de Colombia, editorial Planeta, tomo VI, Paginas 23 a la 29.

Historia de la Policía en Colombia, Capitán Hernando Medina Aldana, año 1966, paginas 19 a la 28. 

https://es.wikipedia.org/wiki/Polis

https://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_(Plat%C3%B3n)#:~:text=La%20Rep%C3%BAblica%20(en%20griego%2C%20%CE%A0%CE%BF%CE%BB%CE%B9%CF%84%CE%B5%CE%AF%CE%B1,o%20parientes%20del%20propio%20S%C3%B3crates

https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_del_tali%C3%B3n

https://es.wikipedia.org/wiki/Augusto

https://es.wikipedia.org/wiki/Carlomagno

hhttps://www.ecured.cu/images/7/78/EduardoIII.jpeg

ttps://www.romanoimpero.com/2022/03/praefectura-urbana-prefettura-urbana.html?m=0&hl=en

martes, 7 de enero de 2025

General José Aníbal Mazabel, un director de la Policía Nacional borrado de la historia.

 



Nuevamente tengo en honor de compartir en este blog, el trabajo investigativo desarrollado por el señor Coronel de la Reserva de la Policía Nacional de Colombia Héctor Álvarez Mendoza, integrante del curso 21 de oficiales, Promoción "José Acevedo y Gómez" y Miembro de número de la Academia Colombiana de Historia Policial, el cual denominó:

“Un director de la Policía Nacional borrado de la historia”

Corría el año 1909 en una Bogotá montuna y gris de calles estrechas y empedradas, frecuentadas por mujeres tocadas de pañolón oscuro y alpargatas, hombres también grises y cabizbajos, con sombrero tipo “pelo de conejo” y enruanados hasta las orejas, tales aquellos fríos paramunos despiadados y persistentes, de esos que ya no regresaron a estos lares, tan castigados hoy por calamidades nuevas como el calentamiento global y las manifestaciones “democráticas” de cuanto vándalo sindicalizado que decide mancillar sus calles y paredes con toda suerte de mamarrachos y grafittis. Gobernaba el país el general Rafael Reyes, patricio conservador quien había accedido al poder en 1904 en un proceso electoral sin participación liberal y quien ejerció un mando autoritario y firme que le valió el calificativo de “Dictadura Reyista” entre sus contradictores y de “Quinquenio Reyista” entre sus áulicos y copartidarios, quienes nunca le perdonaron que hubiera vinculado a su gobierno a los caudillos liberales, los Generales Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera, sus enemigos en la reciente Guerra de los Mil Días.

No obstante, durante su gobierno, el General Reyes logró enderezar el rumbo de las calamitosas finanzas públicas, lo que le permitió adelantar algunas obras como el ferrocarril a Girardot y concretar la fundación en 1907 de las Escuelas Militar de Cadetes y Naval de Cartagena y más tarde de la Escuela Superior de Guerra en 1909. Fue precisamente el General Uribe Uribe quien tuvo a su cargo la contratación de la misión militar chilena compuesta por los Mayores Francisco Javier Díaz Valderrama y Pedro Charpin Rival, el primero de ellos Coronel honorario del Ejército colombiano, fundador y primer Director de la Escuela Militar de Cadetes donde tuvo a su cargo la formación de ochenta “caballeros cadetes” con la colaboración de una planta de instructores colombianos, entre ellos los mayores Anibal Angel y Manuel Arturo Dousdebés, los capitanes Aníbal Valderrama R, Alfredo Laverde, Manuel Ortiz Castillo y Alejandro Uribe, los tenientes Luis Acevedo y Gabriel Zamudio y los subtenientes Eduardo Bonitto Vega, Agustín Mercado y Alfonso Escallón.

El Mayor Díaz Valderrama se educó militarmente en Alemania, donde sirvió como Capitán en el Ejército Imperial Alemán, por cuyos servicios fue condecorado en dos ocasiones por el Kaiser Guillermo II. Luego de su misión en Colombia regresó a su país donde alcanzó el grado de General de División y ocupó el cargo de Inspector General del Ejército chileno, institución de la cual se retiró en 1930. Durante los prolegómenos de la segunda Guerra Mundial fue apasionado seguidor de Adolfo Hitler, cultor de las teorías nazis, convencido antisemita y más tarde, fundador del Movimiento Nacionalsocialista chileno, por lo cual fue elogiosamente destacado en el periódico alemán “Völkischer Beobachter”, órgano oficial del partido nacional socialista.

Un buen día el General Rafael Reyes encargó de la Presidencia de la República a su copartidario el General Jorge Holguín, luego lió sus bártulos y emprendió viaje a Europa. Camino a la costa renunció al cargo el 27 de Julio, por lo cual el Congreso eligió como sucesor al General Ramón González Valencia, conservador de tendencias moderadas quien anunció que en su gabinete nombraría a los liberales Joaquín Samper como ministro de Hacienda y al General Benjamín Herrera en la cartera de Obras Públicas. Esta decisión, anunciada antes de su posesión, programada para el 4 de agosto de 1909, cayó muy mal entre las huestes conservadoras, lideradas por los generales Edmundo Cervantes, ministro de Guerra, Nicolás Perdomo, Comandante del Ejército y José Aníbal Mazabel, General del Ejército y Director de la Policía Nacional, presuntamente respaldados por los efectivos de la Policía Nacional y de las unidades militares  acantonadas en Bogotá, en este caso los batallones 1o, 3o y 17, comandados respectivamente por el General Martín Antía Moriones y los coroneles Clímaco Bueno y Calixto Medina, respaldados por el General Enrique Arboleda Cortés, apodado “Arboloco”, Jefe del Estado Mayor General y suegro del presidente Jorge Holguín, quienes acordaron “amarrar” al General Ramón González Valencia para impedir su posesión en la Presidencia y frustrar así el acceso de los liberales al nuevo gobierno.

Aparentemente los complotados “mataron el tigre y se asustaron con el cuero”, pues el mismo 4 de agosto realizaron movimientos que resultaron al menos equívocos, pues, por ejemplo, el General Nicolás Perdomo, comandante del Ejército, quien en ocasiones se hacía llamar “Generalísimo”, resolvió visitar sus unidades para inducir la actitud de sus tropas, entre ellas el batallón 17, acantonado como el 1o y el 3o en los llamados “Cuarteles de Arriba” en la Plazoleta de San Agustín, en el sitio que hoy ocupa el edificio de los Ministerios, donde el subteniente Tomás Concha tuvo la presencia de ánimo de dar un paso al frente de la formación y manifestar su desacuerdo con las insinuaciones golpistas de su general y máximo jefe, quien quedó de una pieza y sin palabras ante el valeroso gesto de su joven subalterno.

Resultó notable la actitud del Mayor Díaz Valderrama, Director de la Escuela Militar de Cadetes y jefe de la misión militar chilena quien intervino activamente en los acontecimientos y siempre se manifestó públicamente en favor del respeto a la legalidad. A la postre su actitud y sus juiciosas opiniones sobre la obligación de la fuerza pública de atenerse a las normas constitucionales, lo hicieron sentirse con autoridad suficiente para entrometerse en asuntos más allá del llamado de sus deberes como asesor extranjero, por lo cual su comisión oficial fue cancelada y enviado de regreso a su país. A otro complotado al que le salieron las cuentas “chuecas” fue al General José Aníbal Mazabel, Director de la Policía Nacional, quien, quizá con la intención de ganar simpatías en la causa golpista, madrugó a las 6:30 a visitar en su habitación del Hotel Blume, en la calle 11 entre 6a y 7a, al General payanés Luis Enrique Bonilla, recién llegado a la capital, quien acababa de ser nombrado “In péctore”, como ministro de Guerra, para confiarle, “muy confidencialmente”, las intenciones y los planes de “amarrar” ese mismo día al nuevo mandatario y evitar su posesión como Presidente de la República. Por su parte el General Bonilla, vencedor en la Batalla de Calibío y conocido por su recia personalidad, le confió, también “muy aquí entre nos…” su nombramiento como Ministro de Guerra, revelación que dejó “con los brazos caídos y la pasta floja” a Mazabel quien obviamente desconocía la noticia. No satisfecho con el chasco sufrido con el ministro Bonilla, el afligido Mazabel buscó al maestro Guillermo Valencia, alojado en el mismo Hotel Blume, a quien encontró a las 10 de la mañana y a quien también le confió, “al oído”, su versión sobre los planes golpistas, anécdota que el poeta Valencia relató años más tarde en artículo publicado en el periódico El Siglo del 9 de agosto de 1941. Lo cierto es que ese día un grupo de policías se reunió en el café “La Bomba” con una cuadrilla de peones de obras públicas que estaban preparados para participar en la ejecución del plan de “amarre” de González Valencia, según revelaron las pesquisas de Lubin Bonilla, Jefe de la oficina de Instrucción de la Policía Nacional, a cuyo cargo estuvo la investigación de la frustrada conspiración.

Al final, el General Ramón González Valencia logró posesionarse ese 4 de agosto de acuerdo a lo dispuesto por el Congreso Nacional. Por su parte, el General José Aníbal Mazabel, mensajero espontáneo, de personalidad un tanto resbalosa, que pretendió ponerle a cada santo una vela, desapareció para siempre del escenario, cediendo su presencia en la historia a un presunto tercer mandato en la Dirección de la Policía Nacional del comisario francés Juan María Marcelino Gilibert y a Heriberto Álvarez quien figura como Director de la institución policial desde el 7 de agosto de 1909, luego de la “metida de pata” de Mazabel, hasta el 4 de diciembre de 1910. Hasta el General Martín Antía, oficial de comportamiento al menos aceitoso, logró sobreaguar, salvarse de la degollina y recibir más tarde la confianza del gobierno que premió su cuestionable lealtad durante la intentona golpista de agosto de 1909, confiándole la Dirección de la Policía Nacional entre 1910 a 1911.

En conclusión, ignoro la suerte final corrida por otros conspiradores principales, como los Generales Edmundo Cervantes, saliente Ministro de Guerra, Enrique Arboleda Cortés, Jefe del Estado Mayor General y Nicolás Perdomo, Comandante del Ejército, así como la del presidente saliente General Jorge Holguín, de quien resulta difícil creer que estuviera al margen del complot. Igualmente desconozco las razones de fondo que enterraron para siempre el recuerdo de las andanzas del General José Anibal Mazabel como Director de la Policía e indujeron a su extrañamiento de las páginas de la historia de la Policía Nacional, aunque intuyo que su actitud dubitativa y lambericas de conspirador arrepentido que quiso quedar bien parado con tirios y troyanos pudo pesar toneladas en su contra, definir para siempre su papel de “chivo expiatorio” y finalmente lanzar su memoria a las tinieblas exteriores y rumbo a un definitivo, oscuro y permanente  ostracismo.

Por cierto, aunque por motivos bien diferentes, Mazabel corrió la misma suerte del General Juan José Nieto Gil, Presidente de Colombia del 25 de enero al 18 de Julio de 1861, quien gobernó desde Cartagena durante el vacío de poder entre los gobiernos del conservador Mariano Ospina Rodríguez y el segundo periodo del General liberal Tomás Cipriano de Mosquera. El General Nieto Gil, hijo de Tomás Nicolás Nieto y Benedicta Gil nació el 24 de junio de 1805 en Cibarco (Atlántico) y murió en Cartagena el 18 de Julio de 1866. Su nombre no figura en la relación oficial de presidentes de la República de Colombia.

Se presume que su figuración en la historia ha sido deliberadamente ignorada “…por negro y por costeño”, según manifestó, poco antes de morir, el investigador Orlando Fals Borda, padre de la Sociología colombiana, quien adelantó infructuosas gestiones orientadas a la recuperación de la memoria histórica y la reparación de la persistente injusticia con el prócer costeño, cuyo mandato de cinco meses no lo excluye del derecho a figurar como presidente, teniendo en cuenta los casos semejantes de Víctor Mosquera Chaux y Carlos Lemons Simons, quienes sí figuran en la galería de presidentes a pesar de que desempeñaron el cargo por unos pocos días durante las presidencias de Julio Cesar Turbay Ayala y Ernesto Samper, respectivamente.

Finalmente, en abril de 1930 la Asamblea Departamental de Norte de Santander decidió rendir un homenaje póstumo al general Ramón González Valencia y dispuso cambiar el antiguo nombre del municipio de Concordia por el de Ragonvalia, en memoria del ilustre General y mandatario norte santandereano.

(Nota. si deseas conocer mas sobre la guerra de los mil días te invito a ver el siguiente video. https://www.youtube.com/watch?v=k1aV0g3KJHI)  

Fuentes consultadas:

https://www.eje21.com.co/2018/01/un-director-de-la-policia-nacional-borrado-de-la-historia/


viernes, 20 de diciembre de 2024

Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, un alcalde Colombiano como pocos.

 


En esta ocasión, me referiré brevemente a la singular historia de un modesto campesino boyacense, nacido en el municipio de San José de Pare el 15 de febrero de 1918 y muerto en Garagoa (Boyacá) el 14 de junio de 2009, quien, voluntaria y sinceramente convencido de su vocación de servicio a los demás, decidió ingresar a la Policía Nacional en el grado de agente, carrera en la cual, a pulso y con el respaldo exclusivo de sus propios méritos, sus virtudes y su probada honestidad profesional, alcanzó los más altos peldaños en el escalafón de la suboficialidad de nuestra Institución. Se trata del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, nombrado en 21 oportunidades diferentes como alcalde militar de los municipios boyacenses de San José de Pare, Muzo, Almeida, Somondoco, Belén, Chinavita, La Uvita, Jenesano, Ramiriquí, Tibaná, Turmequé, Villa de Leiva, Monguí, Pauna, Pesca, La Capilla, Chiquinquirá, Guicán y Chita y además en una ocasión en el municipio cundinamarqués de La Peña. En algunos de los municipios de Boyacá antes relacionados, ocupó el cargo de alcalde en más de una oportunidad.

La gestión

Su peculiar saga como multialcalde militar modelo se inició en 1949 cuando a solicitud del gobernador de Boyacá fue designado en comisión como Alcalde Militar de San José de Pare, su patria chica, con el fin de que devolviera la tranquilidad a esa zona del departamento, gravemente afectada en esos tiempos por la violencia partidista, el desorden y el deterioro económico y social resultante.




Fotografías del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, reunido con varios alcaldes del pais. 
 


Durante su gestión, el Sargento Parra Camacho, sin afectar el exiguo presupuesto municipal de ese entonces y sin malgastar un solo peso, adelantó un ingenioso plan de obras públicas tan elementales como indispensables, para el bienestar de los habitantes; desterró a los violentos y vagos del vecindario, pacificó el municipio y devolvió a la zona la paz y el consiguiente progreso y tranquilidad en todos los aspectos de la vida de esa comunidad. Fue tan exitosa la labor del novel alcalde que poco después fue nuevamente llamado a gobernar el municipio de Muzo, azotado a su vez con problemas de violencia política, desgreño administrativo y deterioro progresivo de la calidad de vida de sus ciudadanos.

El rechazo y la aceptación

No obstante, cuando acudió a Muzo a tomar posesión de su nuevo cargo, la multitud de habitantes del municipio, aupados por el alcalde saliente, el personero, los empleados municipales, los caciques políticos y hasta el párroco local, Biblia y Crucifijo en mano, escoltado por su equipo de monaguillos, las beatas locales de la legión de María y los alumnos de las escuelas del pueblo, al grito de “Vade retro Satanás” rechazaron ruidosamente el nombramiento y organizaron una manifestación de protesta y repudio al nuevo alcalde policía y mediante una amenazante y agresiva multitud, armados con machetes, garrotes, pancartas y con las mujeres y los niños del pueblo como escudo, bloquearon las vías de acceso a la población para impedir que el nuevo funcionario pudiera entrar a posesionarse y empezara a cumplir con sus tareas.

Así las cosas, al pobre y rechazado Sargento le tocó retirarse, esperar la oscuridad de la noche y colarse por debajo de alguna cerca para entrar furtivamente al pueblo, asaltar la oficina de la alcaldía y amanecer sentado y posesionado de su despacho de donde, con el convincente respaldo de su pistola cargada, colocada visiblemente sobre el escritorio, ya no pudo ser expulsado. Luego de un año de exitosa labor al frente de la alcaldía, el gobierno departamental lo trasladó como alcalde militar del municipio de Chinavita, pero, enterados del traslado, los habitantes de Muzo, los mismos que bloquearon su ingreso al pueblo un año antes, repitieron el bloqueo de todas las vías de salida, pero esta vez para impedir por la fuerza que su querido alcalde abandonara el municipio. Así que el Sargento Parra Camacho tuvo que acudir nuevamente a su ingenio y aprovechar la oscuridad de la noche para escabullirse y escapar del afecto de sus agradecidos conciudadanos con el fin de atender sus nuevas responsabilidades.

Los mismos sentimientos de reconocimiento y gratitud fueron experimentados en todas las demás poblaciones donde el Sargento Celso Parra Camacho, sin aspavientos, con las manos limpias y la frente en alto, sin abusos ni alcaldadas, ni dejar tras de sí contrataciones “nuleoninas”, recursos municipales esquilmados, comprometidos y raspados hasta el fondo, “carteles de la hemofilia”, alianzas sospechosas, compras de  pechugas o tamales a cuarenta mil pesos la unidad o importación y compra de chatarra inútil, ni demás triquiñuelas escandalosas, cumplió cabalmente con sus deberes de diligente y honesto mandatario, modesto pero inmenso paradigma de lo que debe ser un buen funcionario público, tal como lo necesitan y esperan sus gobernados. Es decir, un servidor público común y corriente. Así, sencillamente, como debe ser.




El homenaje

La Escuela de Suboficiales y Nivel Ejecutivo “Gonzalo Jiménez de Quesada” de la Policía Nacional, situada en Sibaté (Cundinamarca), organizó una solemne ceremonia póstuma en honor del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, evento que contó con la presencia de su viuda, la señora Lucila Sierra Perilla de Parra, los 7 hijos de la pareja, sus nietos y otros miembros de su orgullosa familia, celebración auspiciada por la Academia de Historia de la Policía Nacional por iniciativa de su entonces presidente el General Guillermo Diettes Pérez (Q.E.P.D). Con motivo de esta ceremonia, el General Jorge Hernando Nieto Rojas, Director General de la Policía Nacional de la época, en un emotivo mensaje, entre otras cosas manifestó:

Difícil encontrar un colombiano que haya sido alcalde de 21 municipios, como lo fue este excelso policía boyacense por allá en los tiempos de la violencia, en una época en que nadie quería asumir responsabilidades públicas, cuando la desesperanza y el terror se apoderaron de Colombia”.

Policías como el Sargento Parra son héroes de la cotidianidad, expertos en abrir caminos inexpugnables en aras de soluciones pragmáticas a los problemas de nuestra gente. Lo hacen en tiempo real, sin tanto papeleo, sin tantos formalismos. Ellos son dignos exponentes de la capacidad del ser humano para crear de la nada, en medio dela dificultad y la adversidad. Echan mano de su liderazgo, de su bondad y de su amor por el prójimo para cambiar tristeza por esperanza, para convertir sueños en realidad.”

La importancia, tamaño y trascendencia de las obras y ejecutorias administrativas del Sargento Celso Parra Camacho, son lo de menos. Probablemente, aparte de la pacificación de cada uno de los municipios por los que pasó, los parques públicos, acueductos y plazas de mercado que dejó funcionando en cada localidad y la empedradura de la plaza principal y las calles de Villa de Leyva, pocos recuerden alguna de sus obras materiales, que haya perdurado y sobrevivido en el tiempo.

Pero lo que sí resulta inolvidable es el sitial que dejó en el corazón y el recuerdo de sus gobernados durante el desempeño de sus 21 encargos municipales. Eso sí que no tiene precio, parangón ni antecedentes en nuestro país. Y quizá, salvo algún exótico caso del cual no tenemos noticias, tampoco en el mundo entero.

¿Alguna duda sobre los merecimientos de este ilustre policía colombiano para ser destacado como poseedor de un muy particular “Record Guinness” por la cantidad de veces que fue destacado como un gobernante ejemplar?


Fuentes electrónicas consultadas.

file:///C:/Users/Equip/Downloads/244-245-98-101.pdf 

https://www.eje21.com.co/2018/05/un-alcalde-colombiano-record-guinness/

https://www.policia.gov.co/noticia/policia-que-fue-alcalde-21-municipios

miércoles, 11 de diciembre de 2024

CÓMO MATARON A FRANCISCO ANASTASIO PÉREZ (MAMATOCO)

 



Francisco Anastasio Pérez (Mamatoco) nació en 1903 en la costa Atlántica colombiana, probablemente en el sector de Mamatoco, en Santa Marta (de allí vendría su apodo), lugar famoso porque fue uno de los pocos sitios durante la dominación española de Colombia, donde sus habitantes originarios opusieron una feroz resistencia a los españoles.

Trayectoria deportiva

Es recordado su combate contra Trinity Bill Scott (David García), un cubano contra el que se enfrentó en el Teatro Olimpia de Bogotá, una noche de marzo de 1934. García años después se haría entrenador de defensa personal para la policía castrista, en los primeros años de la Revolución Cubana. La pelea se transmitió por la radio colombiana, con la victoria de Mamatoco sobre el cubano.


Francisco Anastasio Pérez (Mamatoco)
(Imagen tomada de 
https://leefundente.wordpress.com/2022/01/19/203-mamatoco/)

Activismo político

Anastasio Pérez se convirtió en feroz crítico de los gobiernos liberales de su época. En 1941 se involucró con el general del ejército Eduardo Bonitto, y presuntamente ambos idearon un golpe de Estado contra el presidente de la época, Eduardo Santos, pero el intento de golpe fue frustrado y Pérez fue encarcelado por varios meses. Días después el boxeador declararía:

"Yo soy un predestinado, que quiere redimir al pueblo de la coyunda de los oligarcas del dinero". "Yo propongo luchar por el pueblo y para el pueblo".

Francisco "Mamatoco" Pérez, 1941


General del ejército Eduardo Bonitto Vega

Las declaraciones le ganaron fama de fascista, y lo convirtieron en blanco del gobierno, que lo monitoreó desde entonces, llegando incluso a ser perseguido por el gobierno norteamericano de Franklin D. Roosevelt y el FBI, dirigido en ese momento por el agente JohnEdgar Hoover.

Franklin Delano Roosevelt y John Edgar Hoover

Esa mala fama se debía en parte a que se había convertido en periodista, revelando a través del pequeño periódico La Voz del Pueblo, la falta de condiciones dignas dentro de la Policía Nacional de Colombia, donde estuvo vinculado primero como agente de policía, y después como entrenador de otros policías (ya que como boxeador también tenía preparación física para ello). Sus investigaciones no solo iban encaminadas a evidenciar la corrupción dentro de su antigua institución, sino que además comenzó a ganar adeptos y a incomodar al gobierno, ya que Mamatoco estaba revelando presuntas irregularidades cometidas por sus funcionarios.

Hoover presentó un informe al gobierno colombiano donde acusaba a "Mamatoco" y otras personas, entre militares, jerarcas de la Iglesia Católica colombiana, periodistas, de estar planeando otro golpe de Estado, esta vez contra el nuevo presidente, Alfonso López Pumarejo. En el informe también se acusaba al Partido Conservador de recibir apoyo del Partido Nazi y de Adolf Hitler, para implantar un gobierno totalitario en Colombia.

Alfonso López Pumarejo

El Asesinato

Pérez fue asesinado la noche del 14 de Julio de 1943, en el barrio La Magdalena, del sector de Teusaquillo, en el parque José Santos Chocano ubicado en la calle 39 con carrera 15, que solía conceder su celestinaje a furtivas parejas de enamorados, lugar que se transformó en el escenario de su crimen, donde recibió en total 19 puñaladas en la espalda, hecho muy sonado por su sevicia y que trajo graves consecuencias a las instituciones del país y que por años colmó de desprestigio y vergüenza a la Policía Nacional y a otras altas instancias del Estado.

En un principio se pensó que se trataba de una riña callejera entre borrachos, siendo uno de esos el propio Pérez, pero la sevicia encontrada en su cuerpo permitió descartar esa hipótesis, pese a que se manejó como la oficial, dado que Mamatoco era boxeador y por tanto se tenía como supuesto hombre violento y buscapleitos.

Sin embargo la realidad  era otra, esa noche, tres policías activos, un oficial y dos agentes, por órdenes del comandante de una de las más importantes Divisiones de Policía de Bogotá, fueron los que mataron a Francisco Anastasio Pérez, alias Mamatoco, un anodino afro descendiente, de 40 años, boxeador de complexión atlética, sin empleo fijo, camorrero peligroso e intrigante de afilada lengua, quien se ganaba la vida como instructor de boxeo en unidades del ejército y la policía donde se hizo popular entre los subalternos que le confiaban sus reclamos contra sus superiores a quienes acusaban de toda suerte de malos tratos, corruptelas y mal comportamiento.

Para esclarecer tan abominable crimen, se contrató para encargarse del caso al juez Enrique Vargas, con amplia experiencia en casos similares, por lo que se acuñó el adagio popular colombiano de "Averígüelo Vargas" y que implica la resolución de un problema difícil para una persona común. 

Tiempo después el gobierno designó a otro juez, siendo este último quien condenó por el crimen de Mamatoco a los policías Santiago Silva, Oliverio Ayala Azuero y Rubén Bohórquez, después de haber obtenido una confesión de los 3 como autores del asesinato. Los policías se fugaron años después, durante los sucesos del Bogotazo.

En un ambiente plagado de amenazas de golpes de estado y reuniones secretas de “conspiretas” de alto, medio y bajo pelo, Mamatoco se convirtió en referente obligado de las autoridades dada su locuacidad irreverente y fantasiosa cuando de conspiraciones se trataba. Recordemos que un año más tarde, el 10 de Julio de 1944, ocurrió el fallido intento golpista de Pasto, liderado por el Coronel Diógenes Gil contra el Presidente López Pumarejo. Es decir, que cuando en el pueblerino ambiente bogotano de 1943 se rumoreaba un golpe de estado, había que reservar asiento en el balcón.

Coronel Diógenes Gil 


El crimen del boxeador fue planeado por el Mayor Luis Carlos Hernández Soler, Comandante de la II División de Policía de la Carrera 7ª con calle 8ª, frente al Palacio Presidencial, quien tenía entre sus deberes la seguridad del Presidente de la República y su familia, obligación que se le subió a la cabeza y le provocó al pobre hombre aires de superioridad ególatra y altanera que lo hizo creerse un ser superior, el más capaz y poderoso de los comandantes, merecedor de honores y distinciones, a quien debían someterse sus colegas de las Divisiones de la capital, y muy por encima del Director General de la Policía José María Barrios Trujillo, a quien ignoraba y miraba “por encima del hombro”. Hernández llegó al cargo por palanca política de Juan Uribe Durán, Secretario General de la Presidencia. 

Director General de la Policía José María Barrios Trujillo

El propio Director describió la personalidad de Hernández Soler cuando en su indagatoria declaró, refiriéndose al polémico oficial: “Desde que asumió ese Comando adoptó actitudes indicativas de que se consideraba como una especie de Mariscal de la Policía o de un Super Mayor a quien debían someterse todos los comandantes y oficiales y hacía franca ostentación de su despectiva actitud para el Director de la Policía”.

El Coronel EJC (Ejército) Fidel Cuéllar Quigua era el Subdirector General de la Policía y el doctor Miguel Lleras Pizarro era el Jefe de la Sección Jurídica de la Dirección de la Institución, quien según relato del Coronel Jorge Alfonso Galeano Gómez, juicioso testigo de excepción, cumplió en este caso, un papel al menos cuestionable. Hay que precisar que la tirria de Hernández con el Director General aumentó cuando este eligió al Mayor Antonio Bustamante para ascender al rango de Teniente Coronel y no a él, quien se creía merecedor y esperaba ese privilegio por encima de sus colegas. Sin embargo, su inventario de antipatías no estaba plenamente satisfecho pues aparte de un Director General que no le daba el crédito que creía merecer lo fastidiaba otra insoportable piedrita en el zapato, esta vez representada por el púgil lenguaraz que en su pasquín quincenal, se atrevía a sacarle los trapitos al sol. Y eso sí que no estaba dispuesto a tolerarlo.

Resulta que al tal Mamatoco le dio por convertirse en periodista aficionado y el 7 de agosto de 1942, día de la posesión de López Pumarejo, empezó a publicar “La Voz del Pueblo”, gacetilla dedicada a cepillar y “halarle las bolas” al mandatario con la esperanza de lograr alguna corbatica en el nuevo gobierno. Su peregrinaje por los ministerios no dio los frutos esperados, así que, amargado y resentido, resolvió dedicar su periodiquillo a divulgar chismes y consejas contra los Comandantes de División y la oficialidad de la Policía bogotana a quienes se acusaba de corrupción, maltrato a los subalternos y “chanchullos” en la provisión de los servicios de salud, alimentación y dotación del personal de sus divisiones. El púgil iba quincenalmente a los cuarteles en los días de pago, visita que aprovechaba para actualizar su “base de datos” con los últimos chismes y repartir su boletín entre el personal a cambio de unas monedas. Los oficiales, blanco principal de sus críticas, lograron que la distribución del pasquín en los cuarteles fuera prohibida, lo que incrementó la demanda del folletín, agudizó la virulencia de las críticas y aumentó la simpatía del personal subalterno por el boxeador.

Pero los malquerientes de Mamatoco aumentaron, entre ellos el todopoderoso Comandante de la II División a quien se acusaba de comer “de gorra” en los casinos de las Divisiones, comprar carro particular con plata de sus subalternos, sacar víveres, sin pagarlos, del “rancho” de la división para la alimentación de su familia y otras indelicadezas, conocidas e informadas posteriormente por el Mayor Luis A. Sánchez, Comandante de la VIII División, amigo y confidente de Hernández y luego su delator. Mamatoco, conocía las debilidades de Hernández Soler y lo chantajeaba por propinas de 2 a 5 pesos a cambio de su silencio. Además corrían rumores inciertos que enredaban a un hijo del Presidente López en la muerte de un carabinero en el Parque Nacional, cuyos sórdidos detalles decía conocer el púgil y amenazaba con divulgar.

El 12 de Julio, dos días antes del crimen, el Mayor Hernández recibió informes del Dragoneante Aquileo Carvajal y del Agente Oliverio Ayala Azuero, de la IX División sobre reuniones en torno a una supuesta conspiración en la que intervendrían el General del Ejército Eduardo Bonitto Vega, el Coronel del Ejército Manuel José Sicard, el Teniente del Ejército Humberto Espinosa Peña, sobrino de Sicard, el Subteniente Ejército Enrique Montañez, primo del anterior, además del inefable Mamatoco. Hernández intentó infiltrar en la conspiración a su amigo el Mayor Luis A. Sánchez, comandante de la VIII División, al Teniente Santiago Silva Silva y al Agente Oliverio Ayala Azuero de la IX División y a otros suboficiales, agentes y detectives de diferentes unidades policiales de la ciudad.

Luego Hernández redactó un alarmante informe para el Director General doctor Barrios Trujillo, ante quien quería aparecer como el único capaz de descubrir y desarticular la incierta conjura. Más tarde, ante el juez investigador, Barrios Trujillo, respondió con evasivas sobre el documento y aseguró desconocer su contenido; luego el malhadado informe pasó a la Prefectura de Seguridad y de allí al Juzgado 3o Penal del Circuito de donde fue burdamente sustraído. Hernández, por su cuenta y riesgo decidió arreglar de tajo el asunto de la conspiración y de paso quitarse de encima al incómodo “editor” de sus “ligerezas” por lo cual citó a su oficina al Teniente Santiago Silva y a los Agentes Oliverio Ayala y Rubén Bohórquez, los dos primeros de la IX División y el otro de su propia unidad y les informó falsamente que había que matar al “conspirador” Mamatoco por orden del presidente López Pumarejo, so pena de sufrir severas sanciones penales.

Hernández Soler entregó a Bohórquez dos cuchillos romos y oxidados, le ordenó afilarlos y estar listo para cuando fuera llamado. El 14 de Julio ordenó al Dragoneante Carvajal localizar al boxeador en el centro de la ciudad y junto con el Teniente Silva y los Agentes Ayala y Bohórquez, invitar a Mamatoco a una reunión cerca de la VIII División, para tratar asuntos de la conjura golpista y advirtió que se le avisara cuando se concretara el encuentro con el púgil. Reunidos en la Plaza de Bolívar, se le dijo a Mamatoco que el punto de cita era la Carrera 13 con 39 y que para no despertar sospechas, él se fuera en tranvía y los 3 policías de civil en taxi.

A las 21:20, avisado del progreso de la misión, Hernández llamó a la guardia de la VIII División y ordenó acuartelamiento en primer grado, orden que el Oficial de Servicio, Teniente Jorge Galeano Gómez, nuestro fiel relator de los hechos, cumplió de inmediato y para confirmar la orden, llamó por teléfono a su Comandante el Mayor Sánchez quien se encontraba en la sede de la II División y quien, con la voz balbuceante y pastosa del borracho le confirmó la medida. Galeano reforzó la guardia y apostó centinelas en la parte exterior del cuartel, uno de ellos el Agente Alberto Balaguera, quien oculto tras unos arbustos, tenía amplia visión de la esquina de la Carrera 13 con 39, a 20 metros de la puerta del cuartel, lugar de la parada del tranvía. A las 21:30, según lo acordado, llegó un tranvía del que se apeó Mamatoco y minutos después llegaron en taxi los 3 policías de civil.

El Teniente Silva se separó del grupo y entró al cuartel de la División, del cual salió poco después y bajó por la calle 39 con Ayala, Bohórquez y Mamatoco, lo que fue observado por Balaguera, quien sin conocerlo supuso que Silva era policía pues de civil había entrado y salido de la guardia sin problema. Minutos después el Cabo Nieto Sánchez, recorredor del turno de vigilancia, llamó a la guardia de la División desde el teléfono de una casa contigua al parque Santos Chocano e informó el hallazgo de un herido agonizante, así que el Teniente Galeano llamó al Dr. Saúl Amézquita juez de turno del Juzgado Permanente situado a pocos metros del cuartel, quien acudió con el secretario y con el hábil detective Alfredo Bernal, alias “Chocolate”, famoso por sus éxitos como investigador.

Luego de hablar con el Teniente Galeano, oficial de servicio, el Juez se dirigió al sitio indicado donde encontró a la víctima ya fallecida. El Agente Balaguera, tentado por la curiosidad, abandonó su lugar de guardia y al ver el cadáver reconoció a quien minutos antes había bajado del tranvía y había seguido hacia el parque con los civiles del taxi, entre ellos al que había ingresado y salido del cuartel sin problema y así lo expresó ante los funcionarios presentes. Amézquita la pilló al vuelo y ordenó al detective “Chocolate” ir a averiguar la identidad del civil que había entrado y salido libremente por la guardia y después de varias evasivas del Comandante de Guardia, logró identificar al Teniente Santiago Silva como parte del trio de sospechosos que acompañaban aquella noche a Mamatoco.

El desprevenido testimonio del Agente Balaguera fue decisivo para aclarar el crimen 30 minutos después de cometido, por lo que se derrumbó el tinglado de Hernández y sus cómplices, quienes en la sede de la II División se dedicaron a celebrar con licor y por anticipado el éxito de sus planes. Mientras tanto, a las 2:10 de la madrugada llegó a la VIII División el Capitán Hernando Navarro, Oficial de Guarnición, quien recibió del Oficial de Servicio informes del hecho y de la probable vinculación del Teniente Santiago Silva con el crimen. Momentos más tarde llegaron, algo “copetones” y uniformados el Subdirector General de la Policía Nacional, Coronel del Ejército  Fidel S. Cuéllar y el Mayor Luis A Sánchez, Comandante de esa División. El Capitán Navarro les informa y menciona la presencia del Teniente Silva en el hecho y el testimonio de Balaguera, quien por orden del Juez, fue aislado e incomunicado en el Permanente. El Coronel Cuellar se dirigió al Juzgado para sacar a Balaguera, pero chocó con la firme oposición del juez Amézquita.

Por su parte, “Chocolate” no perdió tiempo y esa madrugada se dirigió a la IX División en la 13 con 57 a buscar a Silva y al no encontrarlo siguió a la II División, en la 7ª con 8ª  a entrevistar al Mayor Hernández, uno de los autores intelectuales, a quien encontró a la 1:00 A.M. en su dormitorio y a quien preguntó por Silva, a lo cual, entre balbuceos, evasivas e incoherencias, respondió que el oficial estaba cumpliendo una misión reservada relacionada con una “conspiración”. El detective entró en sospechas y logró hacerle reconocer a Hernández que Silva estaba en compañía de dos agentes, todos vestidos de civil, cuyos nombres se negó a revelar y ante la tenaz insistencia del “tira”, Hernández, ya molesto, en tono sarcástico le sugirió que se lo preguntara al Director General de la Policía.

Desde ese momento empezó a desenredarse la madeja y a aclararse el episodio, rubricado luego por la confesión del Agente Bohórquez de ser el orgulloso autor de las 19 puñaladas. Hasta aquí los detalles del maremoto, pues el pavoroso tsunami institucional sobreviniente como consecuencia de la hoy inexplicable cadena de errores de juicio y decisiones absurdas que lesionaron tan gravemente a la Policía Nacional y sus mandos, provoca incredulidad y asombro. 

Si el crimen de Mamatoco fue un acto excecrable, lo que vino después ronda las vecindades de la demencia colectiva. Conocer tales detalles amerita concluir este relato en una próxima entrega, dada la necesidad de sintetizar la descripción de una cadena de estupideces de tal magnitud en un espacio tan precario.

Fuentes Electrónicas consultadas:

 «¡Mataron a Mamatoco..! ( I )». Eje21. articulo escrito por el señor Coronel  (RP)  Héctor Álvarez Mendoza.

https://es.wikipedia.org/wiki/Mamatoco

https://historiasdelmagdalena1.blogspot.com/2017/08/mamatoco-de-corregimiento-barrio-de.html

https://gw.geneanet.org/ferneche?lang=es&n=bonitto&oc=1&p=eduardo

http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/48.htm

https://www.radionacional.co/historia/golpe-de-pasto-relatado-por-el-coronel-diogenes-gil