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viernes, 21 de febrero de 2014

INCLUSIÓN DE LA MUJER EN LA POLICÍA NACIONAL DE COLOMBIA


En el devenir histórico de la mujer, se observan los diferentes cambios en las tareas que realizaba en cada pueblo y cultura, hasta llegar al ocaso del segundo milenio.

Mientras la actual sociedad tiene una tendencia patriarcal, la primitiva sociedad se caracterizó por ser matriarcal y su unidad estaba constituida por el gen maternal o el clan, era una hermandad de hombres.  

Para los niños en ese entonces todas las mujeres mayores, eran madres, fueron ellas las que se convirtieron en la mayor fuerza productiva; las obreras y las campesinas, las dirigentes de la vida científica, cultural e intelectual; tuvieron el control sobre los alimentos, descubrieron el fuego, crearon los primeros recipientes, utilizaron los recursos que la naturaleza ponía a su disposición y así se inició la industria de la cuerda al tejido; el arte de la alfarería, también se ocupaba de trabajos muy duros y pesados, como transportar mercancías y equipajes sobre sus hombros.



Por mucho tiempo la mujer estuvo circunscrita al ambiente de la casa, a lo íntimo, lo emocional, de esta manera se forjó la subordinación de la mujer a todos los órdenes y su exclusión del ámbito educativo, de los cargos públicos y privados.

El transcurso del tiempo, ha traído cambios sustanciales en las costumbres y tradiciones familiares y sociales en general.  La mujer especialmente en los países de occidente conquistó la capacidad y autonomía jurídicas, logró el reconocimiento de su igualdad con el hombre y en consecuencia, accede a las actividades que antes le eran vedadas, convirtiéndose en protagonista del cambio y del desarrollo.  Así empezó la mujer a figurar en cargos públicos, en las fábricas y grandes empresas,  en actividades educativas y culturales, e incluso en tareas que por su riesgo o rudeza, se llegó a creer que no podían desarrollarse por ella.

Las Policías del mundo no han sido ajenas a estos cambios por cuanto la naturaleza del servicio policial demanda no sólo el acercamiento a la población, sino que exige al uniformado, constituirse en guía y líder de la comunidad, a través de tareas, que ha cumplido con gran eficacia la mujer. 

En este contexto abrió las puertas del estamento armando, para la mujer, que ha incursionado en las Instituciones Policiales, de manera progresiva, hasta convertirse en elemento fundamental, en la lucha por alcanzar los objetivos de la convivencia pacífica.

En un principio la vinculación de la mujer en diversos países del mundo a las instituciones policiales, se dio en cargos relacionados con la protección del menor, vigilancia de mujeres delincuentes, control del tránsito urbano y funciones administrativas, teniéndose estas actividades como de apoyo a la policía.  Este campo de acción se ha ampliado, el rol de la mujer policía se ha extendido a las labores operativas de vigilancia, patrullaje, servicio de inteligencia e incluso a grupos de élite que cumplen misiones de alto riesgo.  Como dato curioso, registro las características de algunas policías en el mundo:

En Suecia, la policía femenina es un cuerpo sui generis, por cuanto sus labores no se limitan a la oficinas o la protección de menores, sino que sus funciones se extienden a la vigilancia diurna rutinaria y sus agentes reciben la misma instrucción policial, que sus colegas masculinos.   En México, ha sido el único caso en el que sus integrantes, hasta 1974 usaban minifalda en su uniforme.  En China, todas las mujeres policías son solteras.  En Corea, la policía femenina se dedica al control de los establecimientos educativos de primaria y protección de los menores.

Hasta hace dos décadas aproximadamente, 70 países en el mundo contaban con policía femenina.  Esta cifra seguramente ha sido superada en forma significativa.

LA MUJER COLOMBIANA

La mujer ha desempeñado un papel fundamental para el desarrollo histórico, económico, cultural, político y social del país.

Cacica La Gaitana
Por ello, es necesario reconocer las conquistas alcanzadas por quienes se ocuparon de la cuestión femenina. Evoquemos algunas de sus más sobresalientes representantes:  en nuestra mitología recordemos a Bachué, como madre del pueblo colombiano y dentro de la mujer indígena, cabe destacar la cacica Gaitana y la india Catalina.

En educación a doña Maria Gertrudis Clemencia de Caycedo, fue la fundadora del primer colegio para mujeres, en 1783, pese a la resistencia conservadora de la época; nació en 1710. Abrió el convento colegio para 25 niñas de sociedad y escuela anexa para 250 niñas del pueblo.

La madre María Petronila Cuellar, quien en 1805 escribió un libro de normas para la educación femenina.

Maria Gertrudis Clemencia de Caycedo
No olvidemos que los sentimientos del nacionalismo criollo y del patriotismo, no fueron indiferentes a las mujeres, fijémonos cómo atendían y auspiciaban reuniones patriotas, entre ellas Francisca Prieto y Ricaurte, en su casa se planeó el golpe de estado del 20 de julio de 1810.  El reclutamiento de mujeres era desconocido en el norte de Sudamérica y la mujer no pertenecía oficialmente al ejército patriota, muchas mujeres figuraron individualmente, como luchadoras heroicas durante las guerras: en los enfrentamientos de los cimarrones con los españoles, la palanquera Apolonia, comandó 250 negros, de los cuales 150, eran mujeres.  En la batalla de Boyacá, participaron Evangelista Tamayo, natural de Tunja; luchó bajo el mando de Simón Bolívar y tuvo el rango de capitán; Teresa Cornejo, Manuela Tinoco y Rosa Canelones, vestidas de hombre tomaron parte en las campañas de Gamella, Pantano de Vargas y Boyacá; Rafaela Denis, combatió en el paso de la Balsa con otros 19 patriotas en 1813; Estefanía Parra, guió al ejército del libertador por un paso especial sobre el río Boyacá, lo cual facilitó el triunfo sobre los realistas.  Notemos cómo las mujeres abandonaron sus comodidades, para seguir a los soldados durante las campañas y fueron conocidas como las “juanas” o “cholas”.  Viajaron miles de kilómetros  a pie, prepararon comida, sepultaron a los muertos, auxiliaron a los enfermos y hasta cargaron armas.

Hay que destacar a las heroínas mártires: Carlota Armero, una joven patriota de 17 años, ejecutada en 1816, por rehusarse a contraer matrimonio con un oficial español: sostuvo que no se casaría con tiranos.  María José Lizaralde, ejecutada en Zipaquirá en 1816.  

Doña Rosa Zárate de Peña, fusilada en Tumaco.  Doña Mercedes Abrego de Reyes, decapitada e Cúcuta,  Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta, fusiladas en Bogotá y Antonia Santos, fusilada en el Socorro, un día antes del triunfo de la Batalla de Boyacá.
Antonia Santos
Policarpa Salavarrieta
Manuela Beltran



María Rojas Tejada

En las luchas sociales, surgen entre otras María Rojas Tejada. En 1905 abogó para erradicar el analfabetismo de la mujer; María Cano, líder de la clase obrera y de las reivindicaciones sociales.


María Cano


Ofelia Uribe de Acosta

Los pasos de María Cano fueron seguidos por una mujer de una estatura histórica comparable. Ofelia Uribe de Acosta es la referente obligada del movimiento feminista en Colombia. Lejos de ser un feminismo enfermizo y lleno de misandria, el planteamiento de Ofelia fue el de propender por la igualdad de oportunidades para la mujer. 


Con el apoyo de su marido y familia adelantó campañas para que las niñas tuvieran mayor acceso a la educación básica, media y universitaria, y creó medios de difusión de las ideas en favor de la mujer, no sólo como esposa y madre, sino como trabajadora, política e intelectual, tales como La Hora Feminista (radio), Agitación Femenina y su obra máxima Verdad (prensa), producido en su totalidad por mujeres. Fue una incansable militante del Partido Liberal.


 Otras mujeres dignas de citar fueron Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda, primeras ministras de un gabinete presidencial.



Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda
La emancipación femenina la impulsan mujeres desde comienzos del siglo XX.  Se observa, como Georgina Fletcher organizó un congreso donde aparece por primera vez la mujer en la vida pública; la pintora Débora Arango se atreve a exhibir en Medellín cuadros de prostitutas desnudas, y a su vez irrumpen en la política las feministas: Ofelia Uribe, María Currea, Lucila Rubio y Ana de Kart.  Por primera vez, Esmeralda Arboleda, constante defensora de los derechos femeninos,  llega a ser ministra, senadora, embajadora.  Josefina Valencia fue la primera ministra, nombrada en educación por el General Rojas Pinilla; aprobándose en ese gobierno en el papel, el voto femenino; por cuanto fue en 1957 con el famoso plebiscito, cuando las mujeres efectivamente votaron por primera vez.

Hoy las universidades están llenas de mujeres.  Portentosas entidades financiera, otrora trincheras masculinas son dirigidas por mujeres.  En todas las carteras ha habido ministras.  Igual, hay mujeres dirigiendo empresas públicas y privadas, revistas, museos, noticieros de t.v. y periódicos.  En el campo científico trabajan silenciosas.  En artes y letras abundan los nombres femeninos, y hay varias historiadoras en las academias.

Mujeres de todos los estratos cambiaron su status de ama de casa y armadas de textos y computadores compiten con los hombres.  Por eso hay quienes creen que tras veinte siglos de dominación masculina, el turno del siglo XXI será para ellas.

LA MUJER POLICÍA EN COLOMBIA

Frente a las anteriores mujeres líderes, que han dejado huella en la historia femenina del país, no podía quedarse atrás la mujer policía, quien forma parte de esa historia, iniciada en 1953, reafirmada luego el año 1977.

Cuando nos asomamos a épocas pretéritas, el solo pensar en la presencia de la mujer uniformada, en las filas de una entidad armada, era sencillamente un exabrupto, por cuanto eran instituciones reservadas exclusivamente a los hombre; se pensaba en ese entonces que las diferentes tareas o misiones desarrolladas por los uniformados, sólo podían realizarse en el ámbito de la masculinidad, lo que descartaba plenamente y en forma radical cualquier vestigio de feminidad.

Pero llegan los nuevos vientos y curiosamente para la década de los años 50, este paradigma de la ausencia de la mujer en la Policía, se rompe.  La Institución policial, tal vez haciéndose eco de las sabias palabras contenidas en las sagradas escrituras, en su libro del Génesis, capítulo 2, versículo 18, cuando decía Jehová: “ Y dijo Jehová dios: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él”.  Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar.  “ Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre”.  La Policía, reitero, haciéndose quizás, eco de ésta sabia decisión del Poderoso de Israel, resuelve inteligentemente decir: “ No es bueno que el Policía esté solo, démosle una mujer policía, idónea para que le ayuda en el servicio.”







PRIMERA ÉPOCA: (1953)









Teniente General, Gustavo Rojas Pinilla
Se toma entonces la decisión acertada por primera vez en la institución policial y en la historia del país de incorporar la presencia femenina en el seno de sus filas.  Tan impactante proceso, cobra vigencia durante el gobierno del señor Teniente General, Gustavo Rojas Pinilla, iniciado el 13 de junio de 1953.  

Recordemos que el país, entró en una era de prosperidad y de mayor tranquilidad.  Es honesto, reconocer que durante la administración del General Rojas Pinilla, la Policía tuvo un gran auge.  Se construyeron instalaciones modernas; se adquirieron uniformes, equipos y armamento; a los oficiales se les hizo miembros del Club Militar de Bogotá.  La instrucción y formación del personal se intensificó.  Se crearon las escuelas Antonio Nariño, de Barranquilla; Alejandro Gutiérrez, en Manizales; la Simón Bolívar, en Tulúa y la Eduardo Cuevas en Villavicencio.  Se creó la Sección de Bienestar Social de la Policía Nacional, por inspiración de la madre San Luis de la comunidad de la Presentación, quien dedicó gran parte de su vida a un apostolado bellísimo al servicio de los miembros de la Policía.  Esta significativa Sección, nace con la expedición de la Resolución No. 1863 del 2 de julio de 1953, suscrita por el entonces Director General de la Policía Nacional, el señor Coronel Francisco Rojas Scarpetta.
Coronel. Francisco Rojas Scarpetta
Director de la Policía Nacional


A tan importante Sección, se encomendó la organización e instrucción de la Policía Femenina, creada a su vez mediante resolución No. 3135 del 26 de octubre de 1953, suscrita igualmente por el señor Coronel Rojas Scarpetta, Director General de la Policía Nacional; marcando este hecho histórico, la presencia de la mujer policía, en la Institución Armada.  De allí se deriva sin lugar a dudas la génesis del matiz femenino en las filas de nuestra Policía Colombiana.  La primera mujer en ingresar fue la hija del Presidente Rojas Pinilla, María Eugenia Rojas Correa, a quien se otorgó el grado de teniente segundo honoraria.  Las insignias le fueron impuestas el 5 de noviembre de 1953, posteriormente la Resolución 3256, la designó como teniente primero.  Más adelante aderezó su traje de Capitán, de donde le sobrevino el conocido y popular nombre de la “Capitana”.

Se caracterizó este cuerpo femenino por estar limitado su funcionamiento a la capital de la República y por ser dirigido por la señorita María Eugenia Rojas Correa.

El primer curso de policía femenina, que duró un año, estuvo integrado por 46 señoritas, incorporadas de Antioquia, Atlántico, Bolívar, Bogotá, Caldas, Cundinamarca, Chocó, Magdalena, Norte de Santander, Santander y Valle del Cauca.

Parámetros Normativos:









 Proyecciones para la policía femenina .

Resolución 3256/ de 1953






En la foto figuran las primeras Oficiales Femeninas honorarias de la Policía en la Biblioteca y Salón de clases de la Escuela de Policía General Santander.


























Graduación del primer curso de Oficiales femeninas de la Policía Nacional.


















Por Decreto 3135 del 26 octubre de 1953, se formó el primer cuerpo de Policía Femenina, que encabezó María Eugenia Rojas Correa, hija del Presidente de la República.


Palabras de la Teniente primera honoraria María Eugenia Rojas Correa.


María Eugenia Rojas Correa en compañía de su padre el señor Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, presidente de la República.





Tras su graduación el Cuerpo de Policía Femenina fue distribuido a nivel nacional con el objeto de realizar actividades de Bienestar Social en su respectivas unidades.


Participación activa del Cuerpo de Policía Femenina en las actividades desarrolladas por el Sargento Torres Huertas en pro de la niñez. En la foto el Director General, Coronel Rojas Scarpetta, el Sargento Torres Huertas y un grupo de Policías Femeninas, cuando se llevaba a cabo la inauguración de un parque en la ciudad de Bogotá al igual que en otras partes del país.








De igual manera en la ciudad de Bogotá la señorita Maria Eugenia Rojas, también participo eficientemente en diferentes actividades en pro de la niñez.









Como dato de interés histórico, que hoy parecería exagerado, observemos el reglamento de la época, rico en simpáticas restricciones a las señoritas policías de entonces, integrantes del cuerpo de policía femenina:

·   Prohibición de detenerse a saludar o conversar con hombres en sitios públicos o de acres  acompañar, aunque se tratara de parientes cercanos.
·     El ejercicio de su trabajo se relacionaba solamente con menores de 15 años de edad.
·   Prohibición de asistir a teatros, cines y espectáculos que no fueran de primera categoría; lo mismo que a restaurantes, cafés, tiendas, etc.
·     Imposibilidad de mantener cualquier tipo de relación o comunicación con oficiales, suboficiales  y agentes; tanto de la Policía, como del Ejército, fuera de los asuntos del servicio.
·    No se les permitía el tuteo con los jefes o subalternos.
·   Terminante prohibición de fumar en la calle, en los buses, salones de clase, oficinas o en los despachos de sus superiores.
·     No debían hablar en voz alta en los buses o en cualquier acto público.
·  Les estaba prohibido asistir a fiestas sociales, paseos, bailes, almuerzos; que no fuesen organizados por la Dirección.
·   Se les prohibía que después de las 6 de la tarde o los sábados, en diligencias particulares, se colocaran el uniforme.

Lo que entonces se pensó que llegaría a ser un avance institucional, tuvo una efímera vida, ya que errores posteriores obligaron a disolver este servicio.

La experiencia de 1953, creó reservas y rechazos a la presencia femenina en cumplimiento de funciones policiales, debido a que este rol según el recalcitrante machismos existente para la época solo lo debería ejercer los hombres.


Sin embargo, hay que reconocer que esa situación discriminatoria contra las mujeres no era exclusiva de la Policía, sino que era una visión dominante en la sociedad mundial. 










SEGUNDA ÉPOCA: (1977-1979)










Mayor General  Luis Humberto Valderrama Núñez
Director de la Policía Nacional
 01 agosto de 1976  – 07 de agosto de 1978
Luego en enero de 1977, siendo Director General de la Policía Nacional, el señor Brigadier General Luis Humberto Valderrama Nuñez, le correspondió la selección del primer grupo de aspirantes a oficiales femeninos al señor Coronel Víctor Alberto Delgado Mallarino, Director de la Escuela de Cadetes de Policía “General Santander”, invitaba la publicidad así: “Mujer profesional, hágase oficial de la Policía Nacional, una carrera nueva y diferente” y ofrecía concursar a psicólogos, abogados, sicopedagogos, ingenieros industriales, comunicadores sociales y sociólogos.

 No fue fácil para la Escuela la Selección, ya que lo novedoso hizo que acudieran cientos de aspirantes que deseaban integrarse a la Institución.

 Así, el 7 de abril de 1977, la Escuela de Cadetes de Policía “General Santander” recibió en sus aulas un curso de oficiales de los servicios conformado por 21 profesionales, 12 de ellos mujeres; la Institución dio un  gran paso al incorporarla a la vida policial, reconoció como otras instituciones internacionales el papel que ella podría desempeñar dentro de la organización, acepto que las facultades físicas  y psíquicas de la mujer le permitían tareas que en nuestro país estaban asignadas exclusivamente para los hombres.

Oficiales Femeninos  de los Servicios de la Policía Nacional

La experiencia fue fascinante para quienes tuvieron la oportunidad de ingresar a la Institución para esa época, por primera vez aparecían uniformadas entre cientos de hombres desde cadetes hasta mayores, 12 mujeres que llamaban la atención y sin duda alguna alegraban ese claustro.


El 15 de abril de mismo año la escuela en una graduación de gala, entregó las primeras 12 mujeres a la oficialidad de Colombia, desde ese entonces asesoran a los mandos en cada una de sus disciplinas y especialidades, constituyéndose en un gran aporte para la Institución.




Las oficiales graduadas fueron:
Nelly Beltrán de Porras, Laura M. Cajiao Porras, Marcela Currea Galvis, María Magdalena Forero Rincón. Gloria Isabel  Lamo Jiménez, Cecilia Navarro Reyes, María Victoria Ordoñez Quintana, Ana Consuelo Rodríguez Álvarez, Martha Wisner de Ramírez, Gladys Castañeda de Beltrán  con el grado de Tenientes, y como Subtenientes Sonia Luz Gil Echeverry y Olga Patricia Hernández Suarez. (Curso que duro tres (3) meses)

Es importante destacar que la vinculación de las primeras 12 mujeres oficiales profesionales, abrió nuevos horizontes para la organización de la Policía Femenina.


En el año de 1978, el Estado Mayor de Planeación de la Policía Nacional  emitió la Disposición No.020 B,  en la que autoriza la incorporación de Policías Femeninas, tanto para  Suboficiales como para Agentes profesionales por incorporación directa.






En el año 1979,  la Escuela de Suboficiales Gonzalo Jiménez de Quesada albergo en sus aulas a 110 damas quienes después de cumplir con los planes académicos egresaron 31 como suboficiales y 79 como agentes , con el objetivo de contribuir en las campañas del gobierno en beneficio de la niñez desamparada.












La tarea de capacitación y formación de estas futuras servidoras de la patria fue cuidadosamente planeada por asesores de ese instituto que contaron con la colaboración valiosísima de cuatro damas, todas ellas tenientes de los servicios, quienes aportaron sus conocimientos y experiencias a la difícil labor docente y directriz ; este intento se vio realizado el 13 de agosto de 1979, cuando contando con la presencia de la Primera Dama de la Nación Nydia Quintero de Turbay y del señor Mayor General  Francisco  José Naranjo Franco Subdirector General de la Policía Nacional, en una hermosa ceremonia llevada a cabo en la plaza de la escuela de suboficiales, se graduaron aquellas alumnas a los acordes de los himnos patrios.

























TERCERA ÉPOCA: (1980)








En enero de 1980, para completar los cuadros de mando, ingresaron a la Escuela General Santander, las primeras 14 damas a formarse como oficiales de vigilancia, que 2 años después se constituirían en las primeras oficiales en el ramo de vigilancia; egresando 7 mujeres oficiales del cuerpo de vigilancia, con la promoción 49 de oficiales “Teniente Héctor Hernando Tinjaca Rodríguez”.  De esta manera, el ciclo de los cuadros de mando femenino, quedó completo en el estamento policial, quedó vinculada la mujer en todos los niveles de la organización policial: agentes, suboficiales y oficiales. 




Para 1989, siendo Director de la Policía Nacional, el señor  General Miguel Antonio Gómez Padilla, ascienden las primeras sargentos segundos de la Policía Nacional quienes serian las integrantes del primer curso femenino de suboficiales egresadas de la Escuela "Gonzalo Jimenez de Quesada".



También por primera vez en la historia de la Policía Nacional, tres mujeres profesionales en Derecho e Ingeniería Industrial, obtuvieron en el mes de junio de 1990 el grado de Teniente Coronel en el ramo de los servicios.

El Gobierno Nacional mediante Decreto No.1109 del 25 de mayo de 1990, concedió en el mes de junio, a las mayores Gloria Lamo Jiménez, Cecilia Navarro Reyes y María Magdalena Forero de Miranda este grado histórico para la Policía Nacional.









Primeras Suboficiales técnicas aeronáuticas
















las primeras Mujeres de la Policía Nacional que integraron las Misiones de paz de la ONU fueron la señora Intendente  Jacqueline Garzón y la patrullera Paola Ospina









HISTORIAS DE MUJERES POLICÍAS 
QUE HAN DEJADO HUELLA 


























A través de los más de 30 años de actividad institucional, la mujer policía ha despejado interrogantes que algunos mandos con incertidumbre planteaban: ¿Estará la mujer en capacidad de ingresar a las filas de la Institución a desempeñar tareas hasta ahora realizadas por los Hombres? Esta duda  se disipa cuando la mujer uniformada se desempeña con propiedad en sus múltiples actividades, sacrificando muchas veces su condición de madre, esposa o hija, y sin perder jamás su condición  de mujer.



Han desempeñado eficientemente los cargos acordes con su preparación y especialidad, aportando su experiencia y sus conocimientos, actuando ante todo como profesional, enseñándole a sus superiores, compañeros y subalternos que ella no es sinónimo de decoración, sino que con su feminidad  suaviza la organización y contribuye con entusiasmo y sabiduría al cumplimiento de los objetivos institucionales.


Pero este trasegar por la Institución no ha sido fácil, como cualquier mujer que intenta incursionar en medios que antes habían sido exclusivos para hombres, les ha correspondido luchar para demostrar su capacidad profesional; su entereza de carácter, su personalidad y la mística y amor que profesamos por nuestra Institución, poco a poco han encontrado su lugar y reconocimiento en la Policía Nacional.


Las mujeres que ingresan a las filas de la Institución son conscientes de que el desempeño de sus funciones como profesionales de policía o de otras ciencias, permiten el crecimiento de nuestra organización y que en nada le resta su feminidad, y por el contrario su desempeño en un medio eminentemente masculino resalta más sus cualidades de mujer.


Por último, es plausible saber que la vinculación de la mujer en las filas de la Policía Nacional, dejó de ser un experimento o un servicio transitorio, para convertirse en un proceso institucionalizado, que se ha fortalecido progresivamente, a media que la mujer policía ha logrado asumir con eficiencia y compromiso el nuevo rol de servicio a la comunidad.



De esta manera son más de 13.886 mujeres uniformadas que integran hoy las filas de la Policía Nacional, las cuales han respondido íntegramente al reto de la Institución y de la sociedad colombiana, adaptándose y manteniendo una erguida posición conscientes de su función como mujeres, madres, esposas, hijas y miembros de una grande y noble Institución: LA POLICÍA NACIONAL.