POLICÍA Y POLÍTICA
Policía y política es buen tema para
desarrollar en el este blog. Excelente para una audiencia que ve a su Policía Nacional de Colombia como un Institución imparcial, justa y sometida al estricto
cumplimiento de la ley.
Por esos ideales ha luchado la humanidad desde muchos
siglos atrás, y sin embargo, aún hoy, en pleno desarrollo del siglo XXI, ni las
instituciones son absolutamente imparciales y justas ni el morbo político ha
dejado de rondar por los lados de quienes ejercen autoridad tan noble.
Creo no equivocarme al afirmar que, desde
hace 39 años, la policía colombiana en su filosofía y en el conjunto de sus
actuaciones ha sido fiel a los postulados universales que inspiraron la
creación de estos cuerpos.
Repasando
la historia y el proceso y desarrollo de los policías, podemos aprender, y
hemos aprendido muchísimo de las experiencias ajenas, pero considero que
debemos hacerlo estudiando nuestras primeras experiencias, que son valiosas
para nuestro futuro.
Para
empezar quiero recordar que en Roma, 500 años antes de Cristo, durante la
primera república se organizó quizá una inicial institución que debía
encargarse de la vigilancia, constituida por funcionarios que se llamaron
ediles, a quienes se encomendaron importantes funciones, consideradas hoy como
el legítimo antecedente de la policía contemporánea, pues sus obligaciones
consistían en: “… la vigilancia diurna de los sitios públicos, de los edificios
privados y especialmente de los edificios sagrados para lo cual recorrían las
calles y las plazas, visitaban los baños públicos, los juegos y las
competencias atléticas restableciendo, si era el caso, el orden y la moralidad
sin valerse de fuerza distinta a la que su dignidad les confería…”, dice Alvaro Castaño Castillo y agrega en su libro la policía su origen y su destino:” se
considera que el sistema de los ediles constituyó el primer movimiento
defensivo de la ciudad social contra la extralimitación de los ciudadanos”.
Busto del emperador Augusto |
El
emperador Augusto que llegó al poder 27 años antes de Cristo encontró un cuerpo
de ediles en decadencia y para rodearlos de mayor respeto y dignidad asumió
personalmente esas funciones que más tarde delegó a un cuerpo de magistrados
integrado por senadores y cónsules a
quienes dio el nombre de Prefectus Urbi.
El desarrollo que en tiempos de Augusto tuvo la policía fue muy
significativo, no solo en adelanto material y de comodidad para sus integrantes
sino en el interés que puso en la escogencia y preparación de los funcionarios
que necesariamente debían ser ciudadanos libres y no esclavos como hasta pocos
años antes había sucedido.
Muerto
Augusto, la institución fue perdiendo importancia en cuanto a la seguridad de los ciudadanos y la tranquilidad de las
ciudades, y finalmente, en tiempos del emperador Tiberio que sucedió a Augusto,
empezó a ser utilizado este cuerpo tutelar para fines de carácter político; el
emperador se sirvió de ella para contrarrestar la sigilosa intriga de sus
enemigos político y los laboriosos funcionarios se tornaron en espías dirigidos
desde el palacio imperial.
Emperador Tiberio |
Este
episodio, afirma con razón el doctor Alvaro Castaño Castillo, significaba la primera
invitación que se hacía a un cuerpo tutelar, para que desviando su vocación se
convirtiera en parcial instrumento al servicio de mandatarios sobresaltados: la
policía, ya lo veremos, presentará siempre a través de su historia, esta
dualidad inquietante.
En los regímenes
ordenados será un cuerpo austero civilista y tecnificado, en los regímenes
espurios o deleznables será una maquinaria de persecución. “Este tipo de gobierno dirá invariablemente a
la policía que su esencial encargo, el orden está garantizado con la supresión
de las personas y las instituciones adversas a la paz pública y a la seguridad
del estado.
Partiendo
de este antecedente sin duda significativo, adentrémonos en nuestra historia
que abunda en ejemplos de esta naturaleza, los cuales han ocasionado a la
institución y al país serios problemas manchando el nombre de un cuerpo que
debe tenerlo inmaculado, poniendo en grave peligro la tranquilidad pública y
destruyendo con intervalos muy cortos, y varias veces la organización policial
de Colombia.
Libertador Simón Bolivar |
Limitémonos,
entonces, a la historia de nuestra centenaria institución nacida en 1891 ya que
antes de esa fecha no existió en el país un cuerpo policial estructurado. El servicio, muy deficiente, se prestaba por
funcionarios mal pagaos y peor entrenados y en muchas ocasiones por miembros de
las milicias nacionales o pertenecientes al ejército; era tal la poca
importancia que se daba al servicio.
Como cosa anecdótica, recordemos que el propio Libertador Simón Bolivar en
1827 al expedir una serie de normas sobre policía estableció que los vagos
podían ser condenados al servicio de policía a ración y sin sueldo.
En
poblaciones pequeñas y en los campos el servicio se prestaba por ciudadanos de
alta conciencia cívica, de excelente conducta y con detallado sentido de
cooperación que desempeñaban gratuitamente
los cargos de comisarios de vereda haciendo su trabajo con honradez y
orgullo y siempre con innegable eficacia.
Eran colaboradores con los alcaldes e inspectores de policía que los
distinguían mediante el nombramiento, por el cual les conferían una autoridad
delegada de la cual muy pocas veces abusaron.
POLICÍA NACIONAL
Comisario Juan Marie Gilibert |
Fundada la
policía nacional en 1891y organizada como fue por el Cimisario Especial Juna Marie Gilibert, inició
tareas en enero de 1892 bajo un reglamento claro, severo, que completó todos
los servicios que debían prestarse y la formación de quienes fueran
incorporados.
Sabias disposiciones las
de este reglamento que se preocupó, expresamente, de la rectitud, la
imparcialidad, la honestidad y la manera de prestar el servicio que diera a los
ciudadanos la seguridad y a las autoridades la certeza de la justicia y la
imparcialidad que debían ser columnas básicas para obtener el respeto y la
obediencia de los ciudadanos a las órdenes y consejos que los policías dieran
en el correcto desempeño de sus funciones.
La policía
se iniciaba bajo un gobierno conservador y el señor Gilibert se vio precisado a
incorporar a su reglamento que quienes ingresaran a la policía, en cualquier
categoría, debían expresar claramente su filiación política.
Así lo expresó claramente el reglamento
expedido por el ministro de gobierno el 12 de diciembre de 1891 que dice:
“Articulo 166.- Juramento. –Cada uno de los empleados de la Policía Nacional
deberá presentar el juramento profesional y político (óigase bien, político)
antes de entrar en el ejercicio de sus funciones".
La fórmula será: juro cumplir puntualmente
las órdenes que me imponen los reglamentos del cuerpo de policía nacional y
servir con fidelidad al gobierno. “Como
puede presumirse, todos los que entonces, ingresaron a la institución fueron
sin duda alguna de la filiación del gobierno, es decir, conservadores.
Ver video sobre la génesis de los partidos politicos en Colombia
video tomado de https://youtu.be/Fv_Y51gYhN4
¿Por qué
nació nuestra institución tan desviada de su destino desde el mismo día de su
creación?
No fue solamente porque se
considerara que esa debería ser la esencia del cuerpo sino porque la república
vivía tormentosos momentos que originaban guerras civiles entre los dos bandos
políticos, que desde el mismo día de la independencia tan marcado nuestro
doloroso destino.
Lógico parece ser que en tales circunstancias se exigiera a
quienes ingresaran a un cuerpo que, aunque de naturaleza civil como lo han sido
desde el primer día de la policía colombiana, de todas maneras constituían una
fuerza que podía ser utilizada en cualquier momento por el gobierno para
defenderse de los ataques armados de que fuera objeto, como se demostró durante
las guerras de 1895 y 1899, cuando por primera vez la policía fue incorporada
al ministerio de guerra.
Con el
triunfo del gobierno la paz se consolidó después de la guerra llamada de los“Mil días”. La policía inició en firme
la organización que debía llevarla al sitio que hoy admiran, no sólo los
colombianos, sino los países de más avanzadas técnicas en estas materias.
Ver video sobre la guerra de los Mil dias
video tomado de https://youtu.be/SYrwDPUu0as
Pero el recorrido no ha sido fácil, los
avances de la primera mitad de esta centuria, fueron lentos y difíciles. Se carecía de experiencia en todos los
campos, los presupuestos siempre eran deficientes, no permitían un avance
significativo en las diferentes áreas y la política siempre jugaba un papel muy
importante en la escogencia de los directores, de los mandos, y aun del
personal de vigilancia y de administración.
PRIMERA CRISIS
Con todo, los primeros 30 años del siglo XX, la policía alcanzó un grado de madurez y de eficiencia, pese a la
pobreza de su presupuesto y a la deficiencia de los recursos humanos carentes
de educación adecuada, mal pagados y mal entrenados. A pesar de tales inconvenientes y a la
composición, sin duda conservadora de sus integrantes, al sucederse el cambio
político en el gobierno con la llegada al poder del partido liberal en 1930, la
policía merecía que se le respetara en sus programas y en muchos de sus
hombres.
Dice el doctor Castaño Castillo y
agrega… “No porque fuera en modo alguno una institución perfecta. No estaba desectarizada totalmente; sus
funcionarios no habían alcanzado el grado de cultura que hoy se les exige como
atributo imprescindible y a ello se debía la rudeza con la que se expresaban
muchas veces. Pero no era un cuerpo
obsesionado por la política. Comenzaba además a tecnificarse. Estos aspectos han debido suscitar al nuevo
gobierno por lo menos una comparación entre los miembros de la policía
existentes y quienes, con el ánimo de entrar en ella, rodeaban ostentosamente
al partido político triunfante… La policía supo entonces que los cambios de
administración sí eran decisivos para su vida institucional y que no había
estabilidad profesional cuando el escalafón se conmovía tan bruscamente.
Presidente Enrique Olaya Herrera |
Continúa el doctor Castaño “De todas las
provincias salía una caravana de gentes que traían bajo el brazo los certificados
encomiásticos de los jefes locales de su partido en los cuales se aludía
especialmente a su actuación en el pasado debate electoral… desde entonces, y
por espacio de por más de 10 años, circularon profusamente en las oficinas de
la policía nacional esos expedientes llamados en lenguaje ordinario “cartas de
recomendación”, muchas de ellas suscritas en papel sellado y elevadas al
carácter solemne de certificados… se hacía acto de fe política para entrar a
una institución que se reputaba apolítica, no solamente en cuanto a sus
funciones, sino también al carácter de sus funcionarios, a quienes, en virtud
de la ley 72 de 1930 suscrita por el presidente Enrique Olaya Herrera, se había suprimido el derecho al sufragio. Este hábito fue prohijado, en forma
maliciosa, por destacadas figuras de la política nacional, quienes estaban en
la obligación de conocer el fundamento administrativo y no sectario del
servicio de policía”.
Sucedió
entonces la primera crisis política que determinó la sucesión de los comandos,
la incorporación masiva de quienes presentaban constancias de haber sido
luchadores infatigables en la contienda electoral y que, además, eran avalados
por los directorios políticos. Con esas
gentes se sustituyó casi la totalidad del personal uniformado y aun
administrativo causando traumatismos en la institución y en el país, que
podemos considerar como la primera crisis sufrida por la policía por aspectos
políticos.
Reemplazado
el personal de la policía por quienes se decían sostenedores del nuevo régimen,
se pensó que era necesario instruirlo adecuadamente y para el efecto se
contrató una misión de carabineros de Chile que llegó al país a mediados del
año de 1936 y de inmediato se dio a la tarea de instruir, organizar y
disciplinar a quienes entonces prestaban sus servicios.
integrante de la Misión Chilena |
Fue ésta, sin duda, la etapa que logró
avances significativos entre los cuales se cuenta principalmente la creación de
la Escuela de Policía General Santander cuya construcción se inició de
inmediato habiendo sido terminada casi totalmente en 1940. El 16 de mayo de ese año inicio labores con
cursos de cadetes aspirantes a oficiales, agentes para ascenso a suboficiales y
aspirantes a agentes y detectives.
Es
indudable que esta etapa, bajo la dirección de los chilenos, fue la base para
el desarrollo posterior de la institución, la simiente que habría de conducir a
la seriedad de unos estudios que constituirían, como constituyen hoy, el éxito
en la formación de todas las escalas de la jerarquía policial. Hay que reconocer que durante el periodo de
la influencia de la misión chilena no se habló de políticas de partido aunque
en las altas esferas institucionales sí se seguía pensando más en las lealtades
al régimen que las debidas al pueblo, a las autoridades y a las leyes de la
república.
Alfonso López Pumarejo |
Así estaban
las cosas cuando subió al poder por segunda vez el doctor Alfonso López Pumarejo. Sus partidarios que eran
muchísimos, alborozadamente hacían ostentación de sus simpatías políticas y de
su apoyo irrestricto al gobernante, sin disimular sus recelos de quienes
permanecían en la burocracia oficial y, particularmente, miraban con
preocupación a quienes en la policía consideraban como antipapistas o concretamente
afectos al doctor Santos que había entregado el poder el 7 de agosto de
1942. La policía fue una de las
instituciones que más sufrió en su estructura. Los altos jefes policiales fueron dados de baja a los pocos días de
acceder al poder el doctor López.
SEGUNDA CRISIS
En agosto de 1942 el nombramiento del
director de la policía recayó en un ciudadano liberal, lopista y sectario llamado José María Barrios Trujillo, que
desde el primer día de su posesión dejó conocer sus intenciones de “sectorizar”
la Policía, prescindiendo para ello de quienes no fueran partidarios
reconocidos del nuevo presidente.
Doctor.
José María Barrios Trujillo
Director
de la Policía Nacional
11
agosto 1942 - 25 agosto 1943
|
No
importaba que fueran ciudadanos de la más alta estirpe liberal, honestos y
capaces para el desempeño de los cargos que ocupaban. El lopismo, que no el liberalismo, se apoderó
de todas las palancas del mando y se dedicó a escudriñar quién o quiénes
pudieran estar en desacuerdo con las nuevas políticas llegando a pensar en
conspiraciones inexistentes para derrocar al gobierno. Uno de estos episodios tocó a la policía en
forma dramática y la enfrentó abiertamente al ejército con el cual desde muchos
años atrás se conservaban buenas relaciones.
En efecto,
se escogió como jefe de vigilancia o subjefe a un coronel del ejército en
servicio activo, que hacía demostraciones visibles de liberalismo y de lopismo
a toda prueba. Aspiraba el citado
oficial a ganar méritos para obtener su ascenso a general.
No dudando
en comprometerse en la más alocada carrera para descubrir lo que se llamó la
conspiración del general Bonitto, conspiración a la cual pertenecía, según
afirmaban, el conocido boxeador Francisco A. Pérez alias “el Mamatoco” quien,
por frecuencia los cuarteles y aprovechaba para repartir una hoja o periodiquín
que él editaba en el cual hablaba del mal gobierno. La conspiración realmente no existía, pero
quienes decían saber algo sobre ella comprometieron al gobierno fomentando en
los altos círculos oficiales el temor, no sólo a la pérdida del poder sino a la
posibilidad de que quienes ocupaban altos cargos pudieran ser víctimas de un
atentado personal.
Así publicó la prensa capitalina,
el asesinato del boxeador "Mamatoco".
|
Fotografia tomada de:
Parece ser
cierto, según lo relata un alto funcionario que participó en algunas reuniones,
que en aquella se habló o se convino en la necesidad de suprimir a quien se
considerara capaz de llevar a cabo el acto criminal. Mamatoco fue señalado por su ascendiente
sobre sus amigos policías y la persona de menos importancia social y política.
El 14 de
julio de 1943 fue encontrado desangrándose el cuerpo moribundo de Mamatoco que
había recibido cerca de 14 puñaladas por la espalda, a mansalva y sobre
seguro. Los autores materiales según lo
comprobó ampliamente la investigación, fueron 3 miembros de la policía en
servicio activo.
El teniente Santiago Silva, y los agentes Bohórquez y Avala
fueron comprometidos para el acto criminal por el mayor Luis Carlos Fernández
Soler, quien ejercía como comandante de la división de policía inmediata al
palacio presidencial en la calle 8 con carrera 7. Menos de un año antes de haberle iniciado la
persecución política a los no lopistas en la policía la situación hizo crisis y
se presentó uno de los desastres más grandes que la institución ha afrontado en
su ya centenaria existencia.
En la
foto de arriba aparece el ex teniente Silva Silva (der.)
con el investigador Castro Medina durante la reconstrucción del asesinato de Francisco
A. Pérez, alias “Mamatoco” .
El 31 de agosto eran dados de baja el único teniente coronel
y todos los mayores comandantes de división sin otra disculpa sino la necesidad
de depurar la institución a la cual se consideró como incapaz, deshonesta y
criminal. No hubo investigación previa
ni sindicación alguna que comprometiera los mandos. Solo un comandante aparecía responsable del
criminal atentado, pero ante el hecho político tan costoso era necesario
tranquilizar a la población condenando a toda una institución que por más de 50
años había dado muestras de servir abnegadamente. La policía le había hecho el 14 de julio el
más grave daño a los colombianos: había desmoralizado a toda una institución y
a sus componentes que avergonzados hicieron esfuerzos para demostrar su
honestidad y su inocencia.
¿Por qué
este hecho se señala como el más grave sufrido por la policía en 50 años de
vida?
Sencillamente porque rompió los
diques que se había formado para encausarlo.
Los mandos fueron entonces entregados a oficiales del ejército, muy
distinguidos, pero sin preparación para dirigir la policía, y de contera, se
valió de un curso de abogados para hacerlos los comandantes en un periodo
irrisorio de 3 meses. Este hecho aumentó
la desmoralización y rebajó notablemente la disciplina. La política cobró fuerza y pese a los
esfuerzos realizados por la escuela General Santander y la nómina de profesores
llevados para orientar los futuros oficiales, los resultados aparentemente
buenos no fueron suficientes.
TERCERA CRISIS
Doctor Mariano Ospina Pérez |
El reclutamiento se realizó principalmente en
regiones de reconocida fe y disciplina conservadoras, naturalmente con la
preocupación y la alarma de quienes se consideraban como candidatos a ser
desplazados por sus creencias.
La política
volvió a los propios cuarteles y se inculcó en la ciudadanía la certidumbre de
que toda la policía estaba siendo vertiginosamente reemplazada por personal
conservador cuando la realidad era muy distinta ya que apenas en 2 años se
habían incorporado no más de 1000 agentes y ello sin reemplazar personal en
servicio.
Naturalmente los partidos se defendían por la prensa y la radio y nació entonces el remoquete de Chulavitas como referencia a una región del departamento de Boyacá, con vieja estirpe conservadora. El gobierno destruía tal vez sin proponérselo una policía que estaba apenas iniciando su capacitación después del colapso de 1943 y que, pese a sus antecedentes políticos había logrado que ello no se reflejara en el servicio. Así lo había demostrado inequívocamente en las elecciones del 5 de mayo que determinaron el regreso del partido conservador al poder y además, así lo había reconocido el nuevo gobierno al afirmar que no alteraría la composición del cuerpo ni en sus sistemas, ni en sus programas, ni en sus hombres.
Naturalmente los partidos se defendían por la prensa y la radio y nació entonces el remoquete de Chulavitas como referencia a una región del departamento de Boyacá, con vieja estirpe conservadora. El gobierno destruía tal vez sin proponérselo una policía que estaba apenas iniciando su capacitación después del colapso de 1943 y que, pese a sus antecedentes políticos había logrado que ello no se reflejara en el servicio. Así lo había demostrado inequívocamente en las elecciones del 5 de mayo que determinaron el regreso del partido conservador al poder y además, así lo había reconocido el nuevo gobierno al afirmar que no alteraría la composición del cuerpo ni en sus sistemas, ni en sus programas, ni en sus hombres.
La policía
apenas tenía tres años, desde el día que hubo de afrontar el sacudón de la baja
de sus comandantes, con el pretexto de la corrupción que se dijo la estaba
destruyendo y que no era tanta para justificar la insensata medida.
Y esos 5 años en que había logrado adelantos indiscutibles
no fueron suficientes para acabar de formar la conciencia justa, imparcial,
recta y apolítica que le permitiera resistir la arremetida que por el lado del
partido político triunfante se hiciera para equilibrar, con personal
decididamente partidario del gobierno, el peligro que se creía representaban
los viejos policías. Naturalmente se
agudizó la lucha y quienes se consideraban candidatos para ser reemplazados se
aferraban a sus creencias y a los políticos de sus simpatías para sostenerse en
sus posiciones, se sentían, no sin
razón, perseguidos y sin la confianza que debían tener en ellos sus jefes a
quienes respondían con desconfianza y recelo.
Así estaban
las cosas cuando el 9 de abril de 1948, a la una de la tarde, fue asesinado el
doctor Jorge Eliécer Gaitán, jefe indiscutible del partido liberal, tribuno
popular y poderoso jefe a quien seguían fervorosamente las masas y con ellas un
altísimo porcentaje de miembros de la policía.
El caos se apoderó del país, muchas emisoras de radio en manos de los dirigentes revoltosos difundían consignas al pueblo con el fin de revocar al gobierno; hasta se llegó a afirmar que el doctor Gaitán había sido asesinado por la policía lo cual contribuyó a exasperar los ánimos en las filas de la institución donde muchas unidades de oficiales y tropa no dudaron en sublevarse y lo hicieron ingresando con las armas oficiales a las huestes populares que enardecidas e incitadas por las arengas de las emisoras rebeldes, iniciaron el saqueo del comercio y de las oficinas gubernamentales que fueron destruidas e incendiadas así como lo fue la resistencia de la Nunciatura Apostólica. Bogotá, la ciudad más afectada por la revuelta que se atribuía a la influencia comunista, fue por pocas horas sede de una junta revolucionaria que se instaló en la 5 división de la policía, junta que integraron, entre otros, el propio Comandante, el Capitán Tito Orozco Castro y el ya fallecido presidente de cuba Fidel Castro que por esos días se encontraba haciendo proselitismo en el país.
Jorge Eliécer Gaitán |
El caos se apoderó del país, muchas emisoras de radio en manos de los dirigentes revoltosos difundían consignas al pueblo con el fin de revocar al gobierno; hasta se llegó a afirmar que el doctor Gaitán había sido asesinado por la policía lo cual contribuyó a exasperar los ánimos en las filas de la institución donde muchas unidades de oficiales y tropa no dudaron en sublevarse y lo hicieron ingresando con las armas oficiales a las huestes populares que enardecidas e incitadas por las arengas de las emisoras rebeldes, iniciaron el saqueo del comercio y de las oficinas gubernamentales que fueron destruidas e incendiadas así como lo fue la resistencia de la Nunciatura Apostólica. Bogotá, la ciudad más afectada por la revuelta que se atribuía a la influencia comunista, fue por pocas horas sede de una junta revolucionaria que se instaló en la 5 división de la policía, junta que integraron, entre otros, el propio Comandante, el Capitán Tito Orozco Castro y el ya fallecido presidente de cuba Fidel Castro que por esos días se encontraba haciendo proselitismo en el país.
La Policía Nacional no tenía ni mucho
menos el poder que hoy ostenta, las policías de los departamentos, aunque se
denominaban nacionales, eran simples organizaciones desarrolladas por los
gobernantes y alcaldes y todas de sabor estrictamente político. El personal nacional, que en un porcentaje
muy alto faltó a sus deberes, originó con su actitud que a los pocos días de
los luctuosos y terribles hechos que costaron muchísimas vidas e incalculables
daños a la economía, se dictara una norma ordenando la baja de todo el personal
uniformado. Fue una injusticia grande
por cuantos muchos, no solo quienes habían sido recientemente incorporados,
sino viejos servidores fieles y honestos, se mantuvieron firmes en sus
principios y en sus obligaciones, haciendo primar sobre sus sentimientos la
lealtad a la institución y al país. Más
claramente, muchísimos liberales en las filas observaron una conducta que nada
podía tacharse de subversiva.
Debe
anotarse que la decisión no solo fue por causa de la política, falló el mando
de las unidades pues muchas carecieron de comandantes suficientemente
capaces. Estaban bajo el mando de
abogados comandantes de aquellos que en 1943 fueron incorporados a la policía
como consecuencia de la crisis que desató el asesinato de “Mamatoco”. Quizá otra hubiera sido la actitud de la policía
el 9 de abril si aquellos oficiales dados de baja injustamente en 1943,
hubieren estado al frente de las unidades que destacaron.
RENACIMIENTO FRUSTRADO
La Policía
Nacional fue liquidada. Por decreto de
estado de sitio se ordenó el licenciamiento indiscriminado de todo el
personal. Sólo muy pocos oficiales
continuaron en servicio activo entre los cuales los que estaban de planta en la
Escuela General Santander el día fatídico del 9 de abril y también los que
habían defendido valientemente las instituciones fuera de la ciudad de Bogotá.
Era
necesario instruir una nueva policía, para el efecto se incorporaron a la
Escuela General Santander tres compañías de ejército con sus mandos completos
para ser instruidos en las labores policiales.
Se dio, a los oficiales de planta, la responsabilidad total de
perfeccionar los programas y dictar las conferencias para instruir tanto a
oficiales, suboficiales y a soldados.
Clases intensivas, académicas permanentes, titánicos esfuerzos de
profesores y alumnos permitieron que, a los pocos meses, ese personal iniciara
tareas policivas en Bogotá.
Para satisfacción de quienes orientamos ese personal militar puede asegurarse, sin equivocación, que aquellos militares transitoriamente trasladados a tareas policiales ejercieron sus funciones con lujos de eficiencia, con honestidad y con patriotismo ejemplares. La naciente policía arrancó con un panorama despejado y con inmenso interés de alcanzar cuanto antes las metas que les permitieran la reestructuración de un servicio ejemplar que correspondiera a la política y filosofía de la Escuela General Santander.
Para satisfacción de quienes orientamos ese personal militar puede asegurarse, sin equivocación, que aquellos militares transitoriamente trasladados a tareas policiales ejercieron sus funciones con lujos de eficiencia, con honestidad y con patriotismo ejemplares. La naciente policía arrancó con un panorama despejado y con inmenso interés de alcanzar cuanto antes las metas que les permitieran la reestructuración de un servicio ejemplar que correspondiera a la política y filosofía de la Escuela General Santander.
Cuando las
necesidades del escalafón militar demandaron los traslados de quienes estaban
en el servicio de policía, fueron reemplazados por personal que no hizo ningún
curso, ni recibió instrucciones algunas para el desempeño de sus nuevas
tareas. Los relevos se hicieron, no con
el espíritu de continuar las tareas que se habían iniciado exitosamente sino
como si se tratara del relevo normal de
una unidad militar a otra. Esa
equivocación empezó a desmejorar notablemente el servicio.
Simultáneamente se llamó a desempeñar los cargos de oficiales de policía a personal militar de esa categoría política. Se empezó, entonces, a inculcar nuevamente la política a una institución que había fallado y había sido liquidada, precisamente, por su adhesión a unas ideas políticas incompatibles con la imparcialidad que debe mantener el servicio policial.
Simultáneamente se llamó a desempeñar los cargos de oficiales de policía a personal militar de esa categoría política. Se empezó, entonces, a inculcar nuevamente la política a una institución que había fallado y había sido liquidada, precisamente, por su adhesión a unas ideas políticas incompatibles con la imparcialidad que debe mantener el servicio policial.
Dentro de
los que fueron llamados al escalafón de la policía hubo excelentes oficiales de
meritoria trayectoria, inteligentes, respetables y dignos. Sin embargo fueron más aquellos a quienes
solo importaba su nueva posición para hacer maquinaciones políticas, que
marcaron una época que no solo manchó a quienes obraron de esa manera sino que
perjudicó notablemente al gobierno que pretendía defender y servir. El 6 de septiembre de 1952, se realizaron las
exequias de varios policías cruelmente
asesinados por bandas opositoras al gobierno; en el cementerio central
se pronunció un discurso que enardeció los ánimos de los asistentes que
determinaron la realización de una manifestación que se dirigió al centro de
Bogotá. La manifestación estaba
conformada, en una inmensa mayoría, por personal de la policía en vestido de
civil y notoriamente respaldada por mandos institucionales, manifestación que
culminó con graves desórdenes que destruyeron e incendiaron los edificios deldiario El Tiempo y El Espectador y las residencias de Alfonso López Pumarejo y
Carlos Lleras Restrepo.
fotografía tomada de:
fotografía tomada de:
Teniente General Gustavo Rojas Pinilla
|
La policía ya absolutamente política en sus ideas y en sus actuaciones, fue sin duda, en gran parte, determinante de la caída del gobierno. Tengamos en cuenta que por segunda vez, en menos de 10 años, la Policía contribuía con sus equivocadas acciones a la caída de dos gobiernos, uno liberal en 1944 y otro conservador en 1953.
Una de las
primeras medidas del nuevo gobierno, fue la incorporación de la policía al
ministerio de guerra para ejercer sobre ella un mejor control ( según Decreto 1814 de 1853). Esa decisión fue para la policía de
importancia indudable porque con ella se inició una reestructuración que aclaró
los escalafones, dio de baja a quienes no merecían pertenecer a la institución,
niveló los salarios y dignificó, de muchas maneras, la profesión que resurgía
pronto con renovado prestigio. Puede
afirmarse que en el gobierno del general Rojas Pinilla la policía alcanzó el
adelanto y la posición que nunca antes había logrado.
VUELVE LA POLÍTICA
Apenas tres años de revitalización volvió
la política a mezclarse en asuntos policiales.
La institución, quizás por sus funciones o por su cercana dependencia
del gobierno, es llamada frecuentemente a cumplir funciones muy diferentes a
las que las leyes le señalan. Así
sucedió cuando, con el pretexto de respaldar al gobierno y protegerlo de
enemigos no siempre reales, quienes manejaban los destinos policiales, que no
eran profesionales de la institución sino de las fuerzas militares, unos en
servicio activo y otros en retiro, incorporados estos al escalafón de oficiales
de policía, vincularon la policía a no solo hecho hechos ajenos a ella, sino abiertamente contrarios a garantizarles
ni conservadores sino convertidos en irrestrictos partidarios del Tieniente General
Rojas Pinilla, se mezclaron en actuaciones reprobables que en muy poco tiempo se
consideraron como caída y consecuente retiro del Presidente de la República el
10 de mayo de 1957. En su reemplazo el
país fue gobernado por una junta militar designada por el presidente e
integrada por 5 generales, la cual propició el retorno de la actividad
democrática convocando un plebiscito y más tarde unos comicios para elegir el
Presidente que asumiría el cargo a partir del 7 de agosto de 1958.
LA POLICÍA AL FIN RESPONSABLE
Desde su
creación la policía fue manejada por abogados, ingenieros, políticos, oficiales
del ejército en actividad y retiro. Unos
lo hicieron con fortuna y condujeron exitosamente el desarrollo de las labores
de policía, otros no tanto porque la política que practicaron prevaleció sobre
los principios.
El 2 de mayo de 1958, tres días antes de celebrarse los comicios para elegir al presidente, estalló una revuelta de la policía militar que bajo órdenes de su comandante el coronel Gómez apresó en la madrugada a 4 de los generales de la junta militar. El vicealmirante RubénPiedrahita, quien logró evadir los revolucionarios, llegó al palacio presidencial y desde allí dio las órdenes para restablecer la normalidad.
Vicealmirante Rubén Piedrahita Arango |
La Policía Nacional aunque no tuvo una activa participación, si se vio comprometida en estos hechos. El Director General, coronel del ejército y el Comandante de la Policía de Bogotá, también oficial del ejército en servicio activo, se comprometieron con el golpe pero en forma pasiva. Unos pocos oficiales subalternos también fueron revolucionarios de forma pasiva. Como era natural después de pasado el debate electoral que dio el triunfo al doctor Lleras Camargo, el gobierno abocó el problema de la policía que constituía uno de los puntos neurálgicos que debía resolverse con urgencia.
Para efectos, el 8 de mayo se reunió en pleno la junta militar en asocio con los ministros de gobierno y de guerra con el fin exclusivo de resolver qué podía hacerse con la policía.
El señor Teniente Coronel Bernanrdo Camacho Leyva tuvo la fortuna de estar trabajando en las dependencias de la presidencia y por tal razón fue convocado a las deliberaciones de la junta, en donde se le preguntó qué consideraba que debía hacerse con la policía para encauzarla por el camino verdadero. Por ser, desde siempre, partidario de que la policía debería manejarse por sus propios hombres, no vaciló un instante en afrontar la situación francamente y expresarle a la junta que en todas las crisis padecidas por la institución, sus directores desde su fundación habían sido ajenos a la profesión y que en su concepto la única salida lógica para la crisis era entregar la responsabilidad de los mandos a los propios oficiales de la policía y señaló cómo el indicado debía ser el más antiguo del escalafón que lo era entonces el coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya.
La junta oyó su propuesta y otras opiniones que consideró y consultó y en la tarde de ese 8 de mayo de 1958 el teniente coronel Ramírez fue nombrado como nuevo Director de la Policía Nacional.
Esta sabia
decisión provocó entusiasmo en las filas policiales y despertó el inmenso deseo
de corresponder no solo a la confianza del gobierno sino la esperanza de
quienes anhelaban una policía eficaz, imparcial y justa.
De ese 8 de mayo arranca la verdadera organización de nuestra policía actual que cumple ya 60 años ( desde 1958 a 2018) sin tropiezos que obstaculicen su desarrollo, lo que constituye sin duda una consolidación definitiva. Los servicios se hicieron más eficaces, la política ha sido totalmente erradicada y hoy solo se tiene en cuenta la conducta, la capacidad y el desempeño de las funciones como elementos catalogables para la calificación que debe llevar al funcionario a mejores posiciones.
De ese 8 de mayo arranca la verdadera organización de nuestra policía actual que cumple ya 60 años ( desde 1958 a 2018) sin tropiezos que obstaculicen su desarrollo, lo que constituye sin duda una consolidación definitiva. Los servicios se hicieron más eficaces, la política ha sido totalmente erradicada y hoy solo se tiene en cuenta la conducta, la capacidad y el desempeño de las funciones como elementos catalogables para la calificación que debe llevar al funcionario a mejores posiciones.
Puede
decirse que la institución y sus integrantes han seguido los lineamientos
trazados por el doctor Alberto Lleras Camargo, en célebres conferencias a los
oficiales de las fuerzas armadas, pocos días después de haber sido elegido
Presidente de la República.
Dijo
entonces: “La política es el arte de la controversia por excelencia, la milicia
es de la disciplina. Si las fuerzas
armadas entran a la política y a la dirección de gobierno, entran
inevitablemente a la disputa sobre si el gobierno es bueno o es malo. Inmediatamente se forma un partido, el suyo,
y el otro, el adversario del gobierno.
Dividen a la nación en vez de unificarla. Es que aún con las mejores intenciones, no se
puede gobernar a gusto de todos. Eso es
contrario a la naturaleza de las cosas.
Y el prestigio que cae sobre el gobierno no puede caer sobre una
institución armada sin destruirla.
Cuando las fuerzas armadas entran en la política, lo primero que se
quebranta es su unidad, porque se abre la controversia en sus filas. El mantenerlas apartadas de la deliberación
pública, no es un capricho de la constitución sino una necesidad de su
función.”
doctor Alberto Lleras Camargo |
La política
institucional iniciada en 1958 ha dado sus frutos y frutos buenos. Colombia cuenta hoy con una policía ajena a
la política y garantía para todos los ciudadanos. Contempla un formidable desarrollo, es capaz,
es efectiva y sobre todo apreciada.
Dios quiera que no vuelva a tentarla la política y que continúe alejada de la influencia de políticos que siempre anhelarán atraerla a sus toldas.
Estos son los deseos del país y de todos los servidores de la Policía Nacional de Colombia.
Fuentes electronicas consultadas:
Dios quiera que no vuelva a tentarla la política y que continúe alejada de la influencia de políticos que siempre anhelarán atraerla a sus toldas.
Estos son los deseos del país y de todos los servidores de la Policía Nacional de Colombia.
Fuentes electronicas consultadas:
Fuentes documentales consultadas:
Academia Colombiana de Historia Policial- Cuaderno histórico No. 5 de mayo de 1999, paginas 47-59, Conferencia pronunciada por
el señor mayor general Bernardo Camacho Leyva (q.e.p.d), el día 5 de agosto de 1997.
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