Vistas a la página totales

jueves, 4 de mayo de 2017

PIONEROS DE LA POLICÍA NACIONAL DE COLOMBIA EN MISIÓN DE PAZ DE LA ONU





Que grato poder compartir nuevamente en mi blog, otra de las grandes historia que encontré leyendo los documentos que expide la Academia de Historia de la Policía Nacional de Colombia, publicada en el año 2002 por el señor brigadier general (r) Guillermo León Diettes Pérez, titulada "DE REGRESO AL UNIFORME".


Sin más preámbulo, su artículo  dice:

La historia que voy a narrarles se constituye en uno de esos episodios que pasan inadvertidos en la Policía Nacional de Colombia, o que omitimos contar por olvido o falsa modestia de quienes hemos tenido alguna participación en ello. 

Con el tiempo me he dado cuenta que, prácticamente, nadie sabe de su ocurrencia y hoy quiero rescatar los apuntes que en sus libretas guardan con cierta nostalgia dos de sus protagonistas directos a quienes pude entrevistar para la elaboración de este pequeño trabajo: ellos son los mayores Manuel Cubillos Martín y Carlos Guiza López. 

Antecedentes 


Corría la segunda mitad del año 1990, cuando ostentaba yo el grado de coronel y me encontraba ocupando el honroso cargo de Director General de la Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional. 
Creo que era el mes de septiembre cuando el Subdirector General de la Policía Nacional Mayor General Rafael Guillermo Muñoz Sanabria, por instrucciones del director general de la Institución General Miguel Antonio Gómez Padilla, me llamó para que seleccionara y contactara a cinco oficiales en uso de buen retiro, que estuvieran dispuestos, en forma voluntaria, a volver a uniformarse para cumplir una comisión oficial en el exterior. 



Mayor General Rafael Guillermo Muñoz Sanabria
General Miguel Antonio Gómez Padilla



Los requisitos básicos eran los siguientes:

- Que su retiro de la Policía se hubiera cumplido en forma voluntaria;
- En el grado de mayor;
- De excelente hoja de vida;
- Que gozaran de buena salud;
- Que estuvieran dispuestos a viajar solos al exterior; y
- Con destino a la República de Haití

El requerimiento se debía cumplir con suma urgencia, puesto que las fechas y el tiempo asignado para la comisión eran muy cercanos y se debía responder a una solicitud del gobierno de dicho país, hecho por la señora Embajadora de la isla en Bogotá, quien había hablado con el presidente César Gaviria Trujillo, para el efecto. 

El país anfitrión


La isla conocida como “La Española”, es la segunda en extensión (después de Cuba) de las Grandes Antillas; está compartida por las Repúblicas Dominicana y de Haití.


Isla “La Española”,  está compartida por las Repúblicas Dominicana y de Haití.

Haití ocupa la parte occidental de “La Española”, con una superoficio de 27.750 kilómetros cuadrados y unos 7.008.000 habitantes; su capital es Puerto Príncipe, el idioma oficial es el francés (hablado por un poco menos del 20% de la población) pero la mayoría de la gente utiliza el “creole”, que es una lengua local con elementos africanos, españoles e ingleses, además del francés antiguo.



En cuanto a religión, hay unos pocos católicos, pero la gran mayoría practica el vudú (que es una mezcla de magia y creencias africanas).  El 95% de la población es de raza negra, descendientes de africanos; el resto son mestizos y hay un pequeño número de descendientes de origen europeo y oriental.  En los últimos años, varios miles de haitianos han abandonado su país emigrando hacia Colombia, Venezuela y Estados Unidos de Norte América. 

Dos cadenas montañosas se encargan de delinear las dos penínsulas del Norte y del Sur.  El café es el principal producto de exportación; el cobre dejó de explotarse en 1976 y los depósitos de bauxita están a punto de extinguirse.

Menos del 2% del territorio permanece forestado. 


Su cultura es rica en tradiciones populares, elementos típicos, pintura “naif” y máscaras carnavalescas elaboradas en madera y adornadas con mucho colorido.
Máscaras carnavalescas de Haiti

pintura “naif” Haitiana


Condiciones del viaje


La comisión tendría una duración de tres meses.

Los oficiales pasarían a formar parte de la Comisión de observadores de las Naciones Unidas. 

La ONU respondería por todos los gastos, es decir, pasajes aéreos, sueldo y viáticos en dólares americanos, hotel y alimentación, tránsito y transporte, algunas prendas de vestuario, servicio médico y seguro de vida. 

El gobierno colombiano cancelaría la asignación básica vigente y correspondiente al grado de mayor de la Policía Nacional.

Misión

La tarea que les correspondía cumplir era la de integrarse a un grupo de 65 oficiales de diferentes nacionalidades, para servir de observadores de la ONU en el seguimiento del proceso electoral para la Presidencia de Haití

Los escogidos

Por la premura del tiempo, como generalmente ocurre en estos casos, empecé por localizar algunos de mis compañeros de curso a quienes creía disponibles para este cometido. Después de ires y venires el primer escogido fue mi compañero del curso de oficiales XXIV, Promoción José Hilario López, el mayor Manuel Cubillos Martín, quien entonces me ayudó, junto con los oficiales que trabajaban en la Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional, a seleccionar a los componentes del grupo que en definitiva quedó integrado por los siguientes oficiales en uso de buen retiro:

- Mayor Manuel Cubillos Martín
- Teniente Coronel Olmedo Guerrero Martínez 
- Mayor Carlos Guiza López
- Mayor Héctor Guillermo Santos Solano
- Mayor Hernán Vicente Pinzón Merchán

Ahora comienzan acá las curiosidades y anécdotas: Olmedo Guerrero Martínez al momento de su retiro ostentaba el grado de teniente coronel.  Sin embargo demostró tal interés por cumplir la comisión que aceptó viajar como mayor y en tal condición recibió su uniforme, se colocó las insignias correspondientes a tal grado que así permaneció en Haití. 

Esta decisión la tomó, pues consideró de especial importancia para nuestro país que se diera lugar a la presencia de colombianos en este proceso electoral y que por primera vez existiera esta representación de nuestra Policía Nacional allí. 

Justificación de los retirados 


Algunos de ustedes se preguntarán: ¿Por qué se escogieron oficiales retirados y no del servicio activo?

La explicación se fundamenta en la proximidad de elecciones que también ocurrirían en nuestro país, razón por la cual era imposible, o por decir lo menos inconveniente, distraer personal en actividad para que cumpliera esta misión en el exterior.

Preparativos del viaje 



Con base en todo lo anterior y producidas las notas de intercambio entre los gobiernos de Colombia y Haití, así como con las Naciones Unidas, nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores produjo la resolución No. 0843 del 16 de noviembre de 1990 en que se ordenaba tal comisión; ella se iniciaría el 19 de noviembre de 1990 y terminaría el 28 de febrero de 1991. 

El grupo de oficiales pasó por el almacén de intendencia correspondiente y recibió la dotación completa de tres uniformes de calle (Nro. 3) para clima cálido y un uniforme también Nro. 3 para presentación, con sus correspondientes insignias y distintivos. 

Más adelante, al llegar a la República de Haití, los Kepis de nuestro uniforme de policías colombianos les serían cambiadas por las boínas de color azul que tradicionalmente identifican en todo el mundo a los integrantes de las Fuerzas de la ONU. 


Kepis de Mayor  de la Policía Nacional de Colombia y  Boina de la ONU




Mayor Manuel Cubillos Martín










De regreso al uniforme nuestros voluntarios y orgullosos oficiales hicieron su entrada a la oficina del Mayor General Rafael Guillermo Muñoz Sanabria, quien en su despacho de subdirector general de la Policía Nacional de Colombia, les pasó revista y les impartió no sólo las instrucciones de rigor sino los consejos de superior y amigo, y destacó la importancia de la misión que iban a cumplir y la gran responsabilidad de llevar en el extranjero el buen nombre y prestigio de nuestra benemérita institución. 

En ese instante el Mayor General Muñoz Sanabria designó al mayor Manuel Cubillos Martín como comandante del grupo y por tanto, como responsable de la comisión en su calidad de oficial más antiguo de los comisionados. 

En este instante el general Muñoz Sanabria designó al Mayor Manuel Cubillos Martín como comandante del grupo y por tanto, como responsable de la comisión en su calidad de oficial más antiguo de los comisionados. 


De allí salieron para el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde se encontraron con otros cinco oficiales (también en uso de buen retiro) pero que habían sido seleccionados en un proceso similar al nuestro, por el Ejército Nacional de la República de Colombia.

Escudo Ejército Nacional de la República de Colombia

He aquí sus nombres 


- Coronel Enrique Cristancho González;
- Teniente Coronel Miguel Arturo Pedraza Rodríguez;
- Teniente Coronel Javier Delgado Arcos;
- Mayor Epaminondas Zárate Herrera; y 
- Mayor Martín Tinjaca González 


El viaje, recibimiento e instalación


La salida para la República de Haití se cumple finalmente el 24 de noviembre de 1990.

Pasaje en mano y con gran expectativa, nuestros observadores toman el avión que seguiría la ruta Bogotá – Medellín – Ciudad de Panamá – Puerto Príncipe.

 General de Brigada Gabriel Zuliani
En el aeropuerto de la capital haitiana fueron recibidos por una comisión de españoles que los trasladó hasta un hotel en el que además, se encontraban las oficinas de las Naciones Unidas; se instalaron y se organizaron para quedar dispuestos a un permanencia inicial de dos o tres días.  

El recibimiento lo hace el General de Brigada Gabriel Zuliani, quien tenía el cargo de director general de las Fuerzas de verificación de la ONU, destacadas para el efecto de la supervisión electoral en la República de Haití. 

El general Zuliani había nacido el 24 de agosto de 1939 en la región de Frioul situada en el noroeste de Italia, pero había emigrado con su familia a Canadá y se estableció en Montreal en abril de 1949.

El 17 de septiembre de 1959, presentó su solicitud y fue aceptado para incorporarse a las Fuerzas Armadas Canadienses. Adelantó su carrera y después de ocupar distintos cargos y de ser un paracaidista distinguido y comandante de diversos batallones de infantería, alcanzó el grado de brigadier general, rango con el cual llega a la República de Haití como comandante de las Fuerzas de la ONU. 

Escudo Fuerzas Armadas Canadienses

El general Zuliani informó a los oficiales que permanecerán en Puerto Príncipe durante los tres primero días para que cumplan las labores administrativas de registro y control, identificación, organización y para recibir las informaciones básicas sobre el terreno y sus áreas de responsabilidad. 

Se enteraron entonces, que deberían presentar exámenes teóricos y prácticos sobre conducción de vehículos, porque les serían asignados automotores con derecho para aprovisionar gasolina en cualquier lugar de la isla donde se encontraren cumpliendo su misión y que serían enviados a distintos departamentos junto con otros oficiales de distintas nacionalidades.  Por el momento, saben que con algunos de sus compañeros tendrán que practicar el idioma de las señas, pues ninguno de los colombianos hablaba siquiera un incipiente inglés o el francés del bachillerato, ni mucho menos el “creole”, tan solo nuestro bello lenguaje cervantino.  Empiezan luego a conocer a sus compañeros argelinos, canadienses, franceses, españoles y venezolanos. 


Destinaciones y desarrollo del trabajo


Después de las advertencias del general Zuliani y cumplidas las primeras tareas, nuestros delegados son distribuidos a los siguientes lugares: Les Cayes, Fort Liberté, Jeremie, Port-de-Paix, Gonaives, Hinche, Jacmel y Cap Haitien, aunque en algunas oportunidades se rotarían entre sí. 

Cubillos y Guiza cuentan que, en un comienzo, no encontraron mayores dificultades ni inconvenientes, por cuanto dentro del plan de operaciones todo estaba muy bien programado, teniendo en cuenta que en Haití ya habían estado otras comisiones similares y que los compañeros que los recibieron ya tenían algunos meses de encontrarse en la isla; los otros hablaban francés o inglés y por eso serían un puente de comunicación con los miembros de la Policía haitiana y los ciudadanos nativos. Sin embargo reconocen que frecuentemente los colombianos y otros observadores de habla hispana, tuvieron algunos problemas con el idioma. 

Cuando el grupo de nuestros paisanos se dispersó, el mayor Cubillos se sorprende cuando el general Zuliani lo designa como su ayudante personal para recorrer todo el país. Después de esta tarea inicial, Cubillos es destinado hacia Gonaives con un capitán canadiense y uno francés. 

Guiza por su parte, no olvida sus catorce horas de viaje terrestre desde Puerto Príncipe Port-de-Paix: un par de kilómetros estarían pavimentados, otros por carretera destapada y la mayoría eran trochas, sin faltar el paso por ríos, quebradas o charcos.



Algo similar ocurrió con los demás integrantes de la comisión, cuando se dirigían a sus lugares de destino.

Desde sus centros de operación, debían cumplir desplazamientos diarios (y así sería durante los tres meses de la comisión) hacia varios municipios, veredas, barrios, comunas y localidades, con el fin de tomar contacto con personas, autoridades y especialmente policías para verificar que todos estuvieran preparados dentro de la legalidad para facilitar y cumplir el proceso electoral.


Foto del Mayor Manuel Cubillos Martín durante su correria por todo el país haitiano



Algunas experiencias


Cuentan que el mayor impacto que recibieron fue el de encontrar un país lleno de miseria y de enfermedades, con unas costumbres totalmente diferentes a las nuestras y donde siempre hallaban una muestra de algo que solamente hemos conocido en cine, pero constataron que aquello que se pensaba era ficción se convertía en realidad: la combinación de ciertas creencias religiosas, con la práctica del vudú y la magia negra.

Vudú Haitiano

Encontraron bastantes dificultades con el idioma; en no pocas ocasiones añoraron la compañía de sus familiares e incluso desearon siempre regresar a su querida Colombia. 

“Yo, dice Cubillos, tuve mucho problema para acomodarme a la comida, excesivamente picante y condimentada al extremo; y casi me enfermo ante la imposibilidad de cumplir con mis necesidades fisiológicas durante ocho días”. 

Guiza, se encontraba extrañado por la manera como los nativos se comportaban, tan agresivos con las autoridades, especialmente con sus policías. 

Personalmente presenció un caso: cuando un niño se atravesó por la vía, el policía haitiano le llamó la atención, hubo un intercambio en lengua nativa, que entendió él como unas groserías e insultos, lo cual originó prácticamente una riña entre el uniformado y el niño, que aquel quiso resolver dándole una golpiza al pequeño; el oficial francés que los acompañaba salió en defensa del niño, pero posteriormente tuvo que defender al oficial haitiano porque los otros nativos, entonces, quisieron linchar al policía isleño. 

En algún momento nuestros oficiales conocieron a dos monjitas colombianas, con las cuales dialogaron en un convento y les contaron del sufrimiento, la miseria y los altos índices de mortalidad en la población nativa. 

Algunas otras anécdotas 


Pero salgámonos de estos problemas de orden social ante los cuales no podían hacer nada nuestros oficiales.   Es entonces cuando trato de indagar de ellos alguna experiencia personal y que más bien sea recordada como memoria de su paso por la isla. 

El mayor Guiza López siempre tuvo problemas con el manejo del dinero.  Como recibía dólares y debía pagar con esta moneda, porque no había bancos ni casas de cambio, los vueltos que le entregaban los nativos eran en Gourdes (moneda circulante entre los nativos).  Su dolor de cabeza se acrecentaba cuando descubría el engaño de que había sido objeto en cada transacción.  Dejo en calor que Guiza siempre habla de que, pese a todo, los nativo son gente buena.


Dolares y Gourdes Haitiano


En este momento pienso, que no podía faltar la picardía de Manuel Cubillos, a quien conocemos por su espíritu burlón, sarcástico y ameno en todas sus actividades.  Aquí narra lo siguiente: a mí me correspondió prestar servicio en Gonaives, sitio estratégico y de gran responsabilidad; el comandante policial del Departamento – dice – era un teniente coronel Daddi, de Argelia, pero quien realmente poco se preocupaba por los asuntos del servicio y más bien tomaba muy deportivamente su trabajo; con nosotros iba al teniente coronel Pedraza Rodríguez (del Ejército Colombiano) quien por su presencia y modales, aparentaba ser un señor muy serio y de mayor edad y se nos ocurrió –sigue comentando Cubillos – hacer una tomadura de pelo diciendo que en esos días Pedraza sería ascendido en Colombia al grado de coronel; como la cosa cuajó, hicimos una colecta entre los cuatro oficiales paisanos, compramos un bizcocho, una botella de licor, hice circular un comunicado ficticio originado en la sala de comunicaciones, conseguí las insignias de coronel y en un acto sobrio pero elegante nuestro compañero recibió el ascenso de nuestras manos”. 

“Cuando se enteraron todos los demás miembros de la delegación y los extranjeros, se produjo entonces una invitación formal a uno de los casinos que se encontraban abandonados en la playa y con cierto protocolo hubo almuerzo con discursos, parabienes y celebración.  A partir del momento “mi coronel” Pedraza como que asumió un mayor mando y sirvió para que el comandante del área guardara una mejor compostura.  De otra parte, el mayor Cubillos pasó a ser el ayudante del nuevo coronel y comandante militar del área”. 

Hay muchas otras anécdotas pero la limitación de espacio nos obliga dejarlas para que las cuenten los mismos protagonistas.


Fotografia en la que  aparecen de derecha a izquierda el  Mayor Manuel Cubillos Martín
Y en el centro el señor Coronel del Ejercito Nacional de Colombia Pedraza Rodriguez


El regreso


Cuando finalizaron los tres meses de la comisión, no había llegado el día de las elecciones. 

Más tarde se supo que en los escrutinios resultó triunfante el sacerdote Jean Bertrand Aristide.


Jean Bertrand Aristide
Presidente de Haití durante los períodos 1991,1995 a 1996 y 2001 a 2004


Cumplida la misión, nuestros oficiales, ansiosos de regresar a casa se volvieron por la ruta Puerto Príncipe – Panamá – Medellín – Bogotá. 

Pasados unos días se reunieron para elaborar el informe correspondiente ante los Ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores, al igual que al Comando del Ejército y a la Dirección General de la Policía Nacional, por parte de cada uno de los jefes de comisión. 

Nota final


Esta maravillosa historia la finaliza el señor brigadier general (r) Guillermo León Diettes Pérez, a través de una nota final en la que expone el objetivo de su publicación, cual es el de rendir un sencillo homenaje aquellos oficiales de la institución que se convirtieron en los pioneros de la Policía Nacional que llevaron la representación de Colombia en misiones de paz de las Naciones Unidas-ONU.


Además, la de cumplir con uno de los propósitos de nuestra Academia de Historia Policial, y es el de registrar en sus sesiones y en los cuaderno histórico, algunos hechos que han sucedido con el transcurso del tiempo y que, pese a su gran importancia y trascendencia, quedaron en el olvido de la memoria histórico-policial.


Si deseas escuchar el audio sobre esta historia puedes hacerlo en el siguiente link..






No hay comentarios.:

Publicar un comentario