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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Génesis de la Oración Patria






Al igual que las historias del escudo, la bandera y el himno de la Policía Nacional de Colombia ya referidos en mi blog, considero importante hablar ahora de la génesis de la Oración Patria; oración muy significativa no solo por los miembros de las fuerzas militares y de policía, sino también para todos los colombianos los cuales en algún instante de sus vidas la han rezado.

Por lo tanto, en agradecimiento a la emotividad que me causa en lo personal entonar su canto, quiero exaltar la memoria de su autor, Monseñor Pedro Pablo Galindo Méndez, quien en su momento fue capellán militar en la guerra con el Perú y capellán militar del Ejército .

Antes de profundizar sobre el tema de la Oración Patria, hablare un poco de como nace la figura del capellán castrense, por lo tanto primero hablare de la Época de la Independencia donde encontramos Religiosos y Clero Regular, que imbuidos del Espíritu de Libertad recibido de Vitoria en la vieja España sembraron en los Criollos el anhelo de salir de la esclavitud y forjar una patria soberana y libre. 

Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, José Maria Córdoba y Antonio Nariño en sus batallas libertadoras contaron no sólo con la asistencia espiritual, sino también con el apoyo de párrocos de los pueblos por donde pasaban llevando en su pobreza sólo la riqueza de su anhelo de libertad, comida y ropa que los fortaleciera en el paso por los páramos camino a la Batalla del Puente deBoyacá, que selló para siempre la libertad y rompió las cadenas opresoras del Imperio Español. 

Oleo de la Batalla del Puente de  Boyacá

Ahora bien, la figura del capellán castrense acompañando a los ejércitos entró al Nuevo Reino de Granada con el acto militar de la conquista , y halló  expresión en la primera misa celebrada en la altiplanicie bogotense por el padre dominico Fray Domingo de Las Casas, capellán de las fuerzas de Gonzalo Jiménes de Quesada.

El esquema se mantuvo a lo largo de la guerra de Independencia, muchas veces con curas guerreros que dejaban de lado el fusil para oficiar los sacramentos, caso admirablemente personificado por Fray Ignacio Mariño, dominico nacido en Chocontá, que se alistó desde el primer momento en las filas republicanas, militó en las guerrillas de Tame y Betoyes en Casanare después de la caída de la Primera República, hizo las campañas de 1816 hasta 1819, alcanzando el grado de Coronel tras batallar como un infante con la división de Vanguardia en Paya, Gámeza, Bonza, Vargas y Boyacá, sin descuidar sus funciones de capellán. Bolívar lo condecoró con la Orden de los Libertadores y lo hizo asignar al curato de Nemocóm, donde murió en 1821.


Orden de los Libertadores
Fray Ignacio Mariño












Desarrollos similares tuvieron lugar en las guerras civiles del siglo XIX, sin que se contase con una organización castrense en las fuerzas revolucionarias. 

El Ejercito del rey sí la trajo con las fuerzas expedisionaria de Morillo, pero la tradición se perdió en medio de revoluciones y levantamientos, donde miembros del clero solían tomar partido, a veces al estilo de Mariño, otras dedicados a su función estrategicamente religiosa.


Pasados los años, aparece la persona del Excelentísimo Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, Arzobispo de Bogotá, a quien la patria y nuestras Fuerzas Armadas, muy especialmente el Ejército, le deben muchísimo.

Monseñor Bernardo Herrera Restrepo



Él figura, junto con el General Rafael Reyes y el General Rafael Uribe Uribe, como fundador de nuestra Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova. Cuenta la tradición  que ante la carencia de dineros del estado para cancelar el profesorado de la Escuela Militar, estos fueron cubiertos por la Arquidiócesis de Bogotá mientras el Gobierno obtuvo los fondos correspondientes.


General Rafael Uribe Uribe



General Rafael Reyes

El siglo XIX, trajo consigo Sacerdotes celosos y buenos, cuyo único lema era sembrar el Evangelio en los nativos acompañaron nuestros Ejércitos y conservaron en esos puñados de héroes la fe en Cristo y el amor a María. 

Mas tarde, brillando con luz propia, el ilustre Doctor y Presbítero Pedro Pablo Galindo Méndez, sacerdote de la Arquidiócesis de Bogotá y reconocido orador sagrado, dedicaba su inteligencia y ministerio sacerdotal al servicio del Ejército, al cual acompañó a los expedicionarios en la guerra con el Perú.

Inolvidable para los expedicionarios al Amazonas fue el acto de bendición de las armas oficiado por Galindo sobre la cubierta del Buque "Boyacá", reunida la flotilla aún en aguas brasileñas a la víspera de la toma de Tarapacá, y la arenga patriotica que hizo estremecer a las tropas dispuestas al combate.


Buque Boyacá



Terminado el conflicto, el servicio religioso castrense comenzó a tomar forma. El padre Galindo, que había sido ascendido a Capitán y ocupaba de nuevo la capellanía de la Escuela Militar de Cadetes.

Todavía resuenan en el campo de paradas de la escuela sus discursos con motivo del juramento a la bandera cada primero de junio. Más tarde fue nombrado como capellán general de las Fuerzas Armadas en 1949; desde dicho cargo, se encargó de dotar de Capellanes a las Unidades y organizar la asistencia espiritual en las tropas a lo largo y ancho del País, a tal punto que para el 13 de octubre del mismo año la Sagrada Congregación Consistorial creó el Vicariato Castrense de Colombia, nombrando como Vicario al Arzobispo de Bogotá en ese entonces el Excelentísimo Señor Ismael Perdomo en virtud del articulo 20 del Concordato entre el Gobierno de Colombia y la Santa Sede.



Hasta entonces las capellanías de los cuerpos de tropa eran atendidas por sacerdotes designados por los respectivos obispos y nombrados por el Ministro de Defensa.

Monseñor Pedro Pablo Galindo siguió al frente de las Capellanías durante los periodos de los Señores Cardenales Arzobispos de Bogotá: Crisanto Luque y Luis Concha Córdoba; El Cardenal Aníbal Muñoz Duque tomo las riendas del obispado a la par que el Cardenal Mario Rebollo Bravo. 


Cardenal Aníbal Muñoz Duque

En 1.986 El Papa Juan Pablo II expidió una nueva legislación con la Constitución “Spirituali Militum Curae” y pasó a los Vicariatos Castrenses a ser Obispados Castrenses con Obispo propio. 

Grandes Obispos como Monseñor Víctor Manuel López Forero a quien le tocó darle la organización de Diócesis, expedir los Estatutos aprobados por Roma, e impulsar el nuevo Obispado, Lo sucedió Monseñor Álvaro Raúl Jarro Tobos quien en pocos años sostuvo la Organización e impulsó el ya creado Seminario Castrense. 

Llegado en el 2.001 Monseñor Fabio Suescún Mutis, Obispo evangelizador por excelencia, impulsó la pastoral en sus diferentes vertientes, dando prioridad a la evangelización, colocando al Obispado Castrense de Colombia como uno de los mejores de América y del mundo. 

La Iglesia Castrense de Colombia siente satisfacción por la misión cumplida en casi 200 años de existencia y a sesenta y cinco de haber sido reconocida por la Santa sede, como Vicariato Castrense y hoy Obispado igual a las diócesis con 180 parroquias a lo largo y ancho del País. 

Esta es la obra de Dios en esta porción de la Iglesia a quien Él ha regalado Pastores solícitos y buenos que sólo anhelaron y anhelan hoy que Cristo Jesús, sea conocido, amado e imitado. 

Breve Biografía del Presbítero Pedro Pablo Galindo Méndez.


Nació en Facatativa – Cundinamarca el 26 de julio de 1890. Realizó sus estudios de secundaria en el Seminario Menor de Bogotá y los de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de San José de Bogotá. 

Fue ordenado presbítero el 28 de octubre de 1914 para el servicio de la Arquidiócesis de Bogotá, por el Excmo. Mons. Bernardo Herrera Restrepo, Arzobispo de Bogotá. 

6 julio 1914 Colaborador en la Parroquia de El Peñón – Cundinamarca.
21 mayo 1915 Párroco en San Bernardino de Bosa.
3 febrero 1921 Párroco en Nuestra Señora del Carmen – Gutiérrez.
1929 Capellán del Panóptico de San Diego – Bogotá.
1930 Capellán de la Escuela Militar.
1933 Capellán en le Flota del Amazonas durante el conflicto con el Perú. 
1949 Capellán General del Ejército de Colombia.

Nombrado prelado de Honor de Su Santidad Pablo VI, el 20 de febrero de 1964.  

Monseñor Galindo ostentó el Grado de Coronel y al final de sus días el Gobierno Nacional, le otorgó el Grado de Brigadier General Honorario el 7 de diciembre de 1973. 

Falleció en Bogotá el 1 de abril de 1974 y sus restos descansan en la cripta de la parroquia del Espíritu Santo.

Cuánto le debemos: la Capilla de la Escuela Militar de Cadetes, la Iglesia del Espíritu Santo, la hoy Catedral Castrense, la capilla de la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional “General Francisco de Paula Santander”, y muchas otras capillas y templos que se construyeron bajo su dirección e influencia. Monseñor Galindo creó las capellanías Generales de las Fuerzas militares y de la Policía Nacional, la Oración Patria y la letra del Himno de la Escuela Militar, también son de su autoría. 

Texto de la Oración Patria.


Colombia patria mía
Te llevo con amor en mi corazón,
Creo en tu destino
y espero verte siempre Grande,
respetada y libre.
En tí amo todo lo que me es querido;
tus glorias, tu hermosura, mi hogar,
las tumbas de mis mayores,
mis creencias, el fruto de mis esfuerzos
y la realización de mis sueños.
Ser hijo tuyo, es la mayor de mis glorias.
Mi ambición más grande
es la de llevar con honor
el título de Colombiano,
y llegado el caso,
Morir por defenderte.

Amen



Busto del Presbítero Pedro Pablo Galindo Méndez




http://obispadocastrensecolombia.org/noticias.shtml?apc=t--4;1;-;-;&x=2878