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jueves, 9 de marzo de 2023

La Policía en la guerra de los Mil días

 

La Policía en la guerra de los 1.000 días.

El siglo XX colombiano, nació con la herencia de la guerra que habíamos comenzado en la agonía del siglo anterior.

EL 17 de octubre de 1.899, estalló la guerra denominada de los “1.000 días” pero que duró 1.129 días, inicio del doloroso episodio en que el ala belicista del partido Liberal se levantó en contra del régimen conservador. Sus principales escenarios fueron los departamentos de Santander, Tolima, sectores de la costa atlántica y Panamá. 

Como tantas guerras, esta fue una lucha entre dos incapacidades y dos incoherencias; los conservadores tuvieron las ventajas de mayores recursos físicos, fiscales, administrativos y diplomáticos, mientras que los liberales pese a su desventaja combatieron sin lograr su objetivo. Esta guerra que se prolongó por espacio de tres años, dio lugar a que la policía se debilitara, y ya frágil en sus principios esenciales se desintegrara sin resistencia y sus contingentes abandonaran el servicio público atraídos por el llamamiento sectario que venía de los campos de batalla. 

Le correspondió enfrentar en parte la guerra al electo Presidente de la República Doctor Manuel Antonio Sanclemente, quien por motivos de salud hubo de ceder su ejercicio en manos del vicepresidente Don JoséManuel Marroquín, quién seducido por sus simpatizantes, desconoció el título de legitimidad del presidente y se apoderó ilegalmente del poder. 

Dr. Juan Manuel Sanclemente
Presidente 

Dr. José Manuel Marroquín

Analizando las realizaciones policiales en este periodo, se encuentra que el presidente Marroquín dictó el Decreto No. 146 del 15 de octubre de 1.898 mediante el cual, y en vista de que la sección de seguridad del cuerpo de policía estaba muy recargada de trabajo, hizo necesario un reajuste de personal. A finales de 1.899 la Policía contaba con 944 agentes agrupados en ocho divisiones. 

Iniciada la guerra y declarada la turbación del orden público en todo el territorio nacional, el Presidente de la República dispuso mediante Decreto 512 del 24 de octubre 1.899 lo siguiente: “Durante el tiempo que el orden público permanezca turbado en la nación, adscríbase al Ministerio de Guerra a la Policía Nacional”, bajo esta dependencia permanecería hasta el 6 de septiembre de 1.901, cuando volvió al Ministerio de Gobierno para depender exclusivamente de este y recuperar su carácter civil, sin haber terminado aun la guerra interior. 

La institución pasó a cumplir operaciones de guerra, sin desatender las obligaciones propias. Ante esta situación el presidente considerando que por causa de la misma se ha doblado el trabajo de la policía, pues además del servicio ordinario presta servicio militar, siendo continua la fatiga de ese cuerpo, decretó: “Desde el 1 de enero de 1.900 y mientras subsista la causa que lo motiva, el personal de la institución disfrutará de un 25% de sobresueldo”, esta medida fue publicada en el diario oficial. 

Se supone, aunque no se conocen los motivos que haya tenido el presidente Marroquín para introducir una reforma de consideración como esta en el organismo policial, sobre todo cuando la Guerra Civil no había terminado y los gastos presupuestales debilitaban la economía de la nación, que quizá ello se entienda como un estímulo al eficiente y abnegado servicio prestado por ellos y al alza del costo de vida. 

En el año 1.902, gravemente desmoralizada la Institución y servida por varios centenares de adolescentes que vinieron a remplazar ocasionalmente a quienes habían recibido del señor Comisario Juan María Marcelino Gilibert una cuidadosa preparación, la Policía se redujo a 500 hombres, se restringieron sus funciones y sobre todo, se desconoció su fundamento, porque aquellas unidades que se restaron al cuerpo de policía pasaron a integrar en parte, un nuevo organismo ideado por el gobierno, llamado “Guardia Civil de Bogotá”, cuya única misión consistió en velar por la seguridad presidencial a pesar de que teóricamente se le encomendara también la vigilancia de la ciudad. 


Comisario Juan María Marcelino Giliber

El Ministerio de Guerra a cargo del General Manuel Casabianca, ante la gran cantidad de asuntos de su despacho, se vio obligado a delegar en el Director General de la Policía, Doctor Pedro Sicard Briceño la facultad de expedir salvoconductos y pasaportes a extranjeros y personas civiles, para transitar en el departamento de Cundinamarca y fuera de él. Por Decreto 1475 del 1 de octubre de 1.902, la Policía Nacional fue dividida en dos cuerpos: La Guardia Civil y la Guardia Nacional. 


General Pedro Sicard Briseño
Director de la Policía Nacional

General Manuel Casabianca



Los hechos llevan a sospechar que el cuerpo de Policía Nacional, a pesar de haber revertido a la dependencia del Ministerio de Gobierno en la fecha antes citada, siguió desarrollando operaciones militares en la Guerra Civil. 




Terminada la contienda, la Guardia Nacional que estaba integrada por 500 hombres organizados militarmente, fue suprimida obteniéndose una notable economía para el tesoro público. El 21 de noviembre de 1.902, termina la guerra con unos tratados entre el gobierno y la contraparte, que fueron firmados, uno a bordo del USS Wisconsin y otro en la finca Nederladia, los cuales tomaron esos nombres. 

En parte y como consecuencia de la guerra pronto se separó Panamá de Colombia. La prolongada guerra, desbastó la economía del país, nadie sabe a ciencia cierta cuantos murieron, se cree una cifra convencional de cien mil a causa de los enfrentamientos bélicos y también a causa de epidemias y pestes. Una policía transformada y vulnerada en su filosofía y un retraso de más de cincuenta años. 

Sin duda fue la guerra civil más fatal y destructiva de todas las guerras civiles formales que ha sufrido el país. La administración de esa época no fue muy coherente en asuntos de policía, la estabilidad de la Institución estuvo varias veces amenazada no tanto por afrontar una guerra civil, sino por la proliferación de disposiciones contraindicadoras.


Fuente consultada: Periódico ACORPOL edición 236, pag, 19 articulo escrito por el señor  Brigadier General (RP) MAURICIO GÓMEZ GUZMÁN.

https://historiayregion.blogspot.com/2013/01/la-marcha-del-general-manuel-casabianca.html

La mujer en la Fuerza Pública

La mujer en la Fuerza Pública.

Cuando se visita el Museo Nacional de Colombia se puede observar el cuadro “Jura de la Bandera de Cundinamarca”, acto que se realizó en 1812, encontramos a dos jóvenes damas con uniforme militar, falda blanca, casaca azul y el gorro frigio de la libertad, blandiendo la espada en homenaje a ese símbolo republicano y al Jesús Nazareno de San Agustín, Generalísimo de los Ejércitos de Cundinamarca. 

Ellas son Mercedes, del Batallón de Artillería e Isabel Nariño Ortega, del Batallón Nacional, hijas del Teniente General y Precursor de la Independencia don Antonio Nariño y, de doña Magdalena Ortega y Mesa. 

Mercedes, nacida el 24 de septiembre de 1798 en Santa Fe, donde se casó el 15 de julio de 1819, con el prócer don Antonio Ibáñez, natural de la ciudad de Ocaña, hijo legítimo del doctor Miguel Ibáñez Vidal, el cual fue en la dominación española, Oficial Real y Juez de Puertos de Ocaña y figuró más tarde en la Independencia, y de doña Manuela Arias y Rodríguez Terán. De doña Mercedes, lo mismo que de su hermana Isabel, “refiere el Cronista Caballero, y el Abanderado de Nariño en sus Memorias, que en enero de 1813, en los días de las contiendas entre Baraya y el Gobierno de Cundinamarca, sentaron plaza en los cuerpos de la guarnición, la mayor en la Artillería y la otra en el Batallón Nacional, y que vistiendo los uniformes respectivos se presentaron en una ocasión en el campo de maniobras, que doña Mercedes aplicó el botafuego al cañón con gran impavidez”. 

Desterrada por Morillo a Anolaima en 1816, fue directora en distintas épocas de colegios en Bogotá, Tunja, Vélez y El Socorro. En sus últimos años fue contratista para la alimentación del internado de San Bartolomé. Murió en Bogotá en 1875. 

Isabel, nacida en 1801 durante la prisión de su Padre. Contrajo matrimonio en Bogotá el 6 de octubre de 1822, con don José María Saíz Roel, rico comerciante de la Calle Real, hijo legítimo del español don Manuel Saíz y Mayordomo, y de doña María Ignacia Catalina Roel y Bernal. Murió el 22 de noviembre de 1857. 

Las mujeres han sido pilar fundamental de nuestras Fuerzas Militares y de Policía. En la Campaña Libertadora, “Las Juanas” fueron el apoyo logístico de las fuerzas, lo cual se ha recordado con el Batallón de Intendencia N.° 1 Las Juanas, creado mediante el Decreto N° 042 del 12 de noviembre de 1924, reconocido en la Logística del Ejercito Nacional por su alta capacidad de producción y trayectoria, que a lo largo de la historia ha suministrado la dotación a los miembros del Ejército Nacional, especialmente a los soldados de primera línea, garantizando la consecución de los elementos primordiales de intendencia para el desarrollo de las operaciones militares.

Años más tarde, “La Libertadora del Libertador” doña Manuela Sáenz, recibió de manos del Congreso de Colombia, por su participación en la batalla de Junín bajo las órdenes del Mariscal Antonio José de Sucre, el título de Coronela de nuestro Ejército. 

En la Policía Nacional, la participación de la mujer comenzó con la incorporación de la madre María Luisa de San Luis, de la comunidad de Hermanas Dominicas de La Presentación, quien inició con las labores de Bienestar Social, que nació por medio de la Resolución 1863 del 2 de julio de 1953 y, en homenaje a su nombre religioso, se fundaron los colegios “San Luis” de la Policía Nacional. 

Otra hija de un Teniente General, sería la segunda mujer en incorporarse a la Policía Nacional, se trata de doña María Eugenia Rojas Correa, hija del Presidente de la República Gustavo Rojas Pinilla y de doña Carola Correa. María Eugenia recibió el 5 de noviembre de 1953 el grado y las insignias que la identifican como Teniente Segunda Honoraria y, gracias a ella, su padre expidió la Resolución 3135 del 26 de octubre de 1953, que creó la policía femenina, inicialmente conformada por un grupo de 46 damas de la sociedad de Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga, Barranquilla e Ibagué, quienes obtuvieron, luego de un curso de formación, el grado de Tenientes Segundas y fueron destinadas a cuidar parques infantiles, colegios públicos, espectáculos, lugares de acceso de menores y a realizar actividades de encuentro con la comunidad durante los siguientes años del gobierno de Rojas. 

Cuando María Eugenia fue ascendida al grado de Capitana, de ahí pasó a ser conocida como “La capitana del pueblo”, para posteriormente utilizar tal rango como su presentación, al ser la fundadora del Secretariado Nacional de Acción Social SENDAS y la primera mujer candidata a la presidencia de la república en 1974. Con la salida del mando de Rojas Pinilla, la policía femenina fue desapareciendo, hasta 1977, cuando se dispuso, por parte del Director General de la Policía Nacional, General Luis Humberto Valderrama Núñez, el ingreso de mujeres al cuerpo de oficiales de los servicios o cuerpo administrativo, graduándose diez de ellas como tenientes y dos como subtenientes. 

Para 1978 se abrió el campo a las primeras aspirantes a suboficial y, en 1979 se graduaron las primeras en la Escuela de Suboficiales “Gonzalo Jiménez de Quesada”, para integrar la Policía de Menores. 

Precisamente, en 1979 se creó la primera estación de policía femenina en Bogotá, escribiéndose desde ese momento verdaderas páginas de gloria por parte del personal femenino de la Policía Nacional. También, a ese año se remonta el ingreso de las primeras catorce cadetes a la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, graduándose siete de ellas en 1981 como subtenientes de vigilancia. 

En adelante, las mujeres han sido fundamentales en el desarrollo de la institucionalidad policial desde diferentes cargos y rangos, desde patrulleras, hasta generales. Que sea este nuestro homenaje a las mujeres policía, que han sido víctimas del “plan pistola” en los últimos días, así como a la Brigadier General Yackeline Navarro Ordoñez, nueva Subdirectora de la Policía Nacional. 

Fuente: Artículo tomado del periódico ACORPOL edición 234 (julio-agosto 2022) pag,11 escrito por HERNÁN ALEJANDRO OLANO GARCÍA, Rector de UNICOC y Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Historia Policial.