En esta ocasión, me referiré brevemente a la singular
historia de un modesto campesino boyacense, nacido en el municipio de San José
de Pare el 15 de febrero de 1918 y muerto en Garagoa (Boyacá) el 14 de junio de
2009, quien, voluntaria y sinceramente convencido de su vocación de servicio a
los demás, decidió ingresar a la Policía Nacional en el grado de agente,
carrera en la cual, a pulso y con el respaldo exclusivo de sus propios méritos,
sus virtudes y su probada honestidad profesional, alcanzó los más altos
peldaños en el escalafón de la suboficialidad de nuestra Institución. Se trata
del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, nombrado en 21 oportunidades
diferentes como alcalde militar de los municipios boyacenses de San José de
Pare, Muzo, Almeida, Somondoco, Belén, Chinavita, La Uvita, Jenesano,
Ramiriquí, Tibaná, Turmequé, Villa de Leiva, Monguí, Pauna, Pesca, La Capilla,
Chiquinquirá, Guicán y Chita y además en una ocasión en el municipio
cundinamarqués de La Peña. En algunos de los municipios de Boyacá antes
relacionados, ocupó el cargo de alcalde en más de una oportunidad.
La gestión
Su peculiar saga como multialcalde militar modelo se
inició en 1949 cuando a solicitud del gobernador de Boyacá fue designado en
comisión como Alcalde Militar de San José de Pare, su patria chica, con el fin
de que devolviera la tranquilidad a esa zona del departamento, gravemente
afectada en esos tiempos por la violencia partidista, el desorden y el
deterioro económico y social resultante.
Fotografías del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, reunido con varios alcaldes del pais. |
Durante su gestión, el Sargento Parra Camacho, sin afectar el exiguo presupuesto municipal de ese entonces y sin malgastar un solo peso, adelantó un ingenioso plan de obras públicas tan elementales como indispensables, para el bienestar de los habitantes; desterró a los violentos y vagos del vecindario, pacificó el municipio y devolvió a la zona la paz y el consiguiente progreso y tranquilidad en todos los aspectos de la vida de esa comunidad. Fue tan exitosa la labor del novel alcalde que poco después fue nuevamente llamado a gobernar el municipio de Muzo, azotado a su vez con problemas de violencia política, desgreño administrativo y deterioro progresivo de la calidad de vida de sus ciudadanos.
El rechazo y la aceptación
No obstante, cuando acudió a Muzo a tomar posesión de su
nuevo cargo, la multitud de habitantes del municipio, aupados por el alcalde
saliente, el personero, los empleados municipales, los caciques políticos y
hasta el párroco local, Biblia y Crucifijo en mano, escoltado por su equipo de
monaguillos, las beatas locales de la legión de María y los alumnos de las
escuelas del pueblo, al grito de “Vade retro Satanás” rechazaron ruidosamente
el nombramiento y organizaron una manifestación de protesta y repudio al nuevo
alcalde policía y mediante una amenazante y agresiva multitud, armados con
machetes, garrotes, pancartas y con las mujeres y los niños del pueblo como
escudo, bloquearon las vías de acceso a la población para impedir que el nuevo
funcionario pudiera entrar a posesionarse y empezara a cumplir con sus tareas.
Así las cosas, al pobre y rechazado Sargento le tocó
retirarse, esperar la oscuridad de la noche y colarse por debajo de alguna
cerca para entrar furtivamente al pueblo, asaltar la oficina de la alcaldía y
amanecer sentado y posesionado de su despacho de donde, con el convincente
respaldo de su pistola cargada, colocada visiblemente sobre el escritorio, ya
no pudo ser expulsado. Luego de un año de exitosa labor al frente de la
alcaldía, el gobierno departamental lo trasladó como alcalde militar del
municipio de Chinavita, pero, enterados del traslado, los habitantes de Muzo,
los mismos que bloquearon su ingreso al pueblo un año antes, repitieron el
bloqueo de todas las vías de salida, pero esta vez para impedir por la fuerza
que su querido alcalde abandonara el municipio. Así que el Sargento Parra
Camacho tuvo que acudir nuevamente a su ingenio y aprovechar la oscuridad de la
noche para escabullirse y escapar del afecto de sus agradecidos conciudadanos
con el fin de atender sus nuevas responsabilidades.
Los mismos sentimientos de reconocimiento y gratitud
fueron experimentados en todas las demás poblaciones donde el Sargento Celso
Parra Camacho, sin aspavientos, con las manos limpias y la frente en alto, sin
abusos ni alcaldadas, ni dejar tras de sí contrataciones “nuleoninas”, recursos
municipales esquilmados, comprometidos y raspados hasta el fondo, “carteles de
la hemofilia”, alianzas sospechosas, compras de pechugas o tamales a cuarenta mil pesos la
unidad o importación y compra de chatarra inútil, ni demás triquiñuelas
escandalosas, cumplió cabalmente con sus deberes de diligente y honesto
mandatario, modesto pero inmenso paradigma de lo que debe ser un buen
funcionario público, tal como lo necesitan y esperan sus gobernados. Es decir,
un servidor público común y corriente. Así, sencillamente, como debe ser.
El homenaje
La Escuela de Suboficiales y Nivel Ejecutivo “Gonzalo
Jiménez de Quesada” de la Policía Nacional, situada en Sibaté (Cundinamarca), organizó
una solemne ceremonia póstuma en honor del Sargento Viceprimero Celso Parra
Camacho, evento que contó con la presencia de su viuda, la señora Lucila Sierra
Perilla de Parra, los 7 hijos de la pareja, sus nietos y otros miembros de su
orgullosa familia, celebración auspiciada por la Academia de Historia de la Policía
Nacional por iniciativa de su entonces presidente el General Guillermo Diettes Pérez (Q.E.P.D).
Con motivo de esta ceremonia, el General Jorge Hernando Nieto Rojas, Director
General de la Policía Nacional de la época, en un emotivo mensaje, entre otras cosas
manifestó:
“Difícil encontrar un colombiano que haya sido alcalde de
21 municipios, como lo fue este excelso policía boyacense por allá en los
tiempos de la violencia, en una época en que nadie quería asumir
responsabilidades públicas, cuando la desesperanza y el terror se apoderaron de
Colombia”.
“Policías como el Sargento Parra son héroes de la
cotidianidad, expertos en abrir caminos inexpugnables en aras de soluciones
pragmáticas a los problemas de nuestra gente. Lo hacen en tiempo real, sin
tanto papeleo, sin tantos formalismos. Ellos son dignos exponentes de la
capacidad del ser humano para crear de la nada, en medio dela dificultad y la
adversidad. Echan mano de su liderazgo, de su bondad y de su amor por el
prójimo para cambiar tristeza por esperanza, para convertir sueños en
realidad.”
La importancia, tamaño y trascendencia de las obras y
ejecutorias administrativas del Sargento Celso Parra Camacho, son lo de menos.
Probablemente, aparte de la pacificación de cada uno de los municipios por los
que pasó, los parques públicos, acueductos y plazas de mercado que dejó
funcionando en cada localidad y la empedradura de la plaza principal y las
calles de Villa de Leyva, pocos recuerden alguna de sus obras materiales, que
haya perdurado y sobrevivido en el tiempo.
Pero lo que sí resulta inolvidable es el sitial que dejó
en el corazón y el recuerdo de sus gobernados durante el desempeño de sus 21
encargos municipales. Eso sí que no tiene precio, parangón ni antecedentes en
nuestro país. Y quizá, salvo algún exótico caso del cual no tenemos noticias,
tampoco en el mundo entero.
¿Alguna duda sobre los merecimientos de este ilustre
policía colombiano para ser destacado como poseedor de un muy particular
“Record Guinness” por la cantidad de veces que fue destacado como un gobernante
ejemplar?
https://www.policia.gov.co/noticia/policia-que-fue-alcalde-21-municipios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario