Comisario Juan María Marcelino Gilibert |
Tras los fulgurantes
destellos emitidos por las disposiciones del Presidente Carlos Holguín Mallarino, que
daban sus primeros pasos en la nacionalización de la Policía existente, como
son la Ley 90 del 7 de noviembre de 1888, que crea el cuerpo de Gendarmería
para asuntos nacionales y el Decreto 1000 del 5 de noviembre de 1891, que
organiza ya como tal el cuerpo de Policía Nacional, con el asesoramiento de la
misión francesa representada por el comisario Juan María Marcelino Gilibert.
Esos
fulgurantes destellos, continúan iluminando los distintos gobiernos nacionales
para cimentar ese macro objetivo, al emitir nuevas disposiciones tendientes a
darle mayor solidez a su Policía Nacional y así, el presidente Miguel AntonioCaro, con el Decreto 450 del 31 de enero de 1893, articulo 4, creó la Subdivisión de
Caballería de la Policía.
Presidente Miguel Antonio Caro |
Luego, el General Rafael Reyes, Presidente de la
República, promulgó el Decreto 35 del 22 de junio de 1906,
en donde se dispuso de nuevo la nacionalización de la Policía; crea un cuerpo
de Gendarmería Nacional, unifica el mando en Bogotá e integra a todas las
policías departamentales.
En 1916, con el Decreto 1143 de julio 3, en el
gobierno del Presidente José Vicente Concha, se contrata una segunda misión para
esta ocasión, de España, quienes dejan implantadas doctrinas y estructuras de
la Guardia Civil, tanto para la vigilancia urbana como para la rural, con
escuadrones de caballería .
Misión que estuvo conformada por el Comandante José
Agudo Pintado y el Capitán José Osuna y Pineda, ambos pertenecientes a la
“Guardia Civil Española”.
El
contrato era por tres años y los instructores tenían como misión introducir en
Colombia los reglamentos y practicas de Policía española y dejan como
propositivo las enseñanzas de nuevos métodos de investigación para la formación
de detectives.
Integrantes de la Misión Española |
Mas tarde, el PresidenteMiguel Abadía Méndez, con el Decreto 1775 del 25 de octubre de 1926, autoriza a
los gobernadores de los departamentos para solicitar los servicios de la
Policía Nacional, pero previo el aporte de sus costos, y queda así todo, por
tanto y nuevamente, en sanas intenciones de una posible nacionalización.
Fuente propia |
“Donde quiera que el
hombre dejó las huellas de sus pasos, de la barbarie a la civilización, las
huellas de mis cascos se encuentran junto a ellas”. Sí, desde la conquista de
estas tierras se hizo presente el corcel como medio facilitador para la
seguridad, siendo los primeros en utilizarlo los alguaciles y a través de los
distintos gobiernos se procura consolidarnos, aspiración cuya cumbre se remonta
a 1930, con el Presidentede la República Enrique Olaya Herrera, quien dictó
el Decreto 1735 del 15 de octubre, puntualiza su organización y pasa a denominarla como
“unidad montada de carabineros”, la que estaría integrada por personal
reservista de Caballería del Ejército.
Unidad Montada de Carabineros |
Presidente Enrique Olaya Herrera |
Posteriormente, la Ley
15 de 1935 faculta al gobierno para organizar la Policía Nacional.
En virtud de ella, en la
presidencia del Doctor Alfonso López Pumarejo, se dicta el Decreto No 1715 del18 de julio de 1936, el cual dispone, otra vez, la nacionalización de las
policías departamentales, mediante un sistema de contrato, al que se acogieron
muy pocos; pero con rotundo y ejemplarizante éxito y en forma clara y
visionaria, estructura sus bases al decir: “Los jefes, oficiales, sub-oficiales
y agentes de la Policía Nacional formarán una sola Institución en toda la
República, con un solo escalafón para cada categoría, con idéntica
reglamentación, con iguales deberes, atribuciones y sujetos todos
exclusivamente a la Dirección General de la Policía Nacional.”.
Este Decreto, en su
Artículo 2º, faculta a la Presidencia de la República para que, cuando lo
estime conveniente, ponga a la Policía a disposición del Ministerio de Guerra.
Un paso más a su
afianzamiento se da el 9 de julio de 1937, al crear la Escuela de Policía
General Santander, que iniciaría su funcionamiento en 1940 con la formación
general de todos los miembros de la Policía Nacional, en sus diferentes estamentos.
Fotografías tomas de la revista de la Policia Nacional. de Colombia
La primera misión de
policía chilena, reestructura y da mayor solidez a los carabineros, dejándolos
a cargo del comandante Eduardo Cuevas, como comandante de la X división y de la
XI, nueva unidad, al Mayor del Ejército Enrique París con un grupo de oficiales
de caballería en comisión en la Policía, según el Decreto Ejecutivo 1715 de
julio 18 de 1936.
Fotografías tomas de la revista de la Policia Nacional. de Colombia
Pero la Policía sigue
fraccionada, dependiendo del ministerio de la política y supeditada en un todo
a los gobiernos seccionales y, como tal, los partidos de turno en el poder
continúan acomodándola a sus intereses partidistas y personales, lo cual impide
la coronación de los sueños de los gobernantes nacionales que, desde 1891
aspiran a una real nacionalización de la Policía.
En los departamentos y
municipios no se logra avance en sus policías; sus miembros y en particular sus
jefes, están al vaivén de los cambios políticos y de sus dirigentes; los
gobernadores y los alcaldes seleccionan y nombran desde el agente hasta el
máximo jefe, acorde con los servicios que les hayan prestado a sus causas o
particularmente, para recompensarles y para que puedan seguir usufructuando de
sus intereses personales y partidistas.
No tenían escuelas de
preparación, y así, les reclutan, ascienden y destinan al igual que si se
tratara de porteros, secretarios, aseadores, etc.
Todo dependía de la
recomendación o de los servicios prestados, de su lealtad partidista al
gobernante que le nombra, y, por igual se asignaba un grado de sargento como
uno de capitán, sin tener en cuenta, sus capacidades, conocimientos,
preparación, rectitud, antecedentes; se trataba de un oficio más sin categoría.
Así, contribuyen al caos
que produjo la tragedia del 9 de abril de 1948 (El Bogotazo) donde fue asesinado Jorge Eliecer Gaitán, tanto este tipo de policías
partidistas en el país, como la misma Policía Nacional en Bogotá, por estar
integrada con partidarios leales al gobierno anterior y porque sus comandos
ocupados por profesionales, pero con una formación precaria de policía, no
supieron, por tanto, en ese crucial momento, afrontar la responsabilidad
pertinente y, en parte, abandonaron temerosos sus comandos, otros se plegaron a
la revuelta, y algunos llegaron a entregar sus armas a los insurgentes que
trataron de tomar el poder por la fuerza.
Los oficiales
integrantes de la Escuela General Santander, a órdenes del Coronel del Ejército
Alfonso Ahumada Ruiz y de los tenientes de la Policía Ernesto Polanía Puyo e
Iván Correa Velásquez acudieron con los cadetes, tanto al palacio de la Policía
como al presidencial y con los carabineros que se encontraban de base en la
misma a órdenes de los comandantes Genaro Rozo Osorio y Alberto Guzmán Aldana
en apoyo del Batallón Guardia Presidencial, principal objetivo, para
defenderlos a sangre y fuego de las turbas enardecidas.
Cadete Gerardo Moncayo Barrera |
En este encuentro el cadete
Gerardo Moncayo Barrera, cae ante las balas asesinas. Los componentes mencionados,
oficiales y cadetes, posteriormente, como sobrevivientes de la persecución
política, integraron la base piramidal de los mandos de la nueva Institución.
Esta caótica situación
de la Policía, de la cual no hizo parte todo el personal, originada
principalmente en la denigrante y cobarde actitud asumida por sus mandos, abre
las puertas al Gobierno Nacional para dar de baja a todo el personal, medida
por demás extrema.
En Bogotá la Policía
Militar asume su seguridad y control y los pocos oficiales que quedaron de la
Policía Nacional pasan a sus órdenes. Más tarde y, ante los anteriores hechos,
el Congreso dicta la Ley 93 del mes de diciembre del mismo año 1948, que otorga
facultades extraordinarias al presidente de la República, para disponer la
nacionalización de los servicios de Policía, que costeaban los departamentos,
intendencias, comisarías y municipios, con unidad de mando, normas y
reglamentos nacionales.
El gobierno del
Presidente Mariano Ospina Pérez hace uso de estas facultades y contrata, como
primer paso, una misión de policía inglesa, que arriba en este mismo año,
presidida por Sir Douglas Gordon, el Coronel Eric Maxfield Roger y 12 oficiales
más.
Presidente Mariano Ospira Pérez |
Integrantes de la Misión Inglesa |
Salvado en principio el
obstáculo presupuestal, en el año de 1949, el gobierno central dicta el Decreto 2136 del 18 de junio, basado en el estudio realizado por una comisión
asesora, creada por el Decreto 3127 de septiembre, e integrada por
preclaros personajes en representación de los dos partidos políticos
tradicionales, como fueron los doctores:
Carlos Lozano y Lozano,
Rafael Escallón, Jorge Gutiérrez Anzola y Timoleón Moncada, asesorada a la vez
por la misión de policía inglesa, que se convierte, en la práctica, en el
primer estatuto orgánico de la Policía Nacional, en él se establecen las
relaciones entre las autoridades civiles y los comandos, con régimen y
disciplina especiales; señala al Presidente de la República como el jefe
supremo de todas las policías y asigna al Gobierno Nacional las funciones de su
dirección, organización, inspección y vigilancia, lo cual conllevó la
iniciación de la integración de las departamentales a la nacional y al retiro de
muchos de sus componentes, por sus antecedentes y hojas de vida, y se inicia la
preparación y capacitación e ingreso al escalafón único, de quienes quedaron.
En 1951, disuelta la
casi totalidad de la Policía nuevamente reviven los carabineros con el apoyo
del Ejército y se crea un nuevo escuadrón, para esta ocasión, a órdenes del
Capitán Roberto Pinzón Meléndez bautizado con el nombre de “Coronel Alberto
Gómez Arenas“, por su decidido apoyo a esta especialidad del servicio, que
pronto estaría en las montañas del Tolima, combatiendo la guerrilla.
Teniente General Gustavo Rojas Pinilla
|
A raíz de la toma del
poder central por el Teniente General Gustavo Rojas Pinilla el 13 de junio de
1953, haciendo uso del Decreto 1715 de 1936, ya mencionado, pasa la Policía al
Ministerio de Guerra, como ya lo había estado efímeramente en el gobierno del
General Rafael Reyes. Se dicta el Decreto 1814 del 10 de julio de 1953 que, en
su artículo 3º dispone:
“La Policía Nacional
pasará, desde la fecha de expedición de este Decreto, a formar parte activa del
Ministerio de Guerra, como el cuarto componente del Comando General de las
Fuerzas Armadas, con presupuesto y organización propios, y prestará los
servicios que por ley le corresponden”.
Este es corregido,
posteriormente, por el Decreto 3220 del 9 de diciembre del mismo año, que
señala:
“Art. 1º. Las Fuerzas
Armadas están constituidas por las Fuerzas Militares y las Fuerzas de Policía.”
Se configura como un
paso avanzado en la real materialización de la nacionalización de la Policía,
en el gobierno precisamente llamado “De las Fuerzas Armadas”.
Los hechos
motivan el estudio y elaboración de todos sus estatutos y reglamentos, su
estructuración y organización.
Así mismo, se coloca judicialmente bajo la
Justicia Penal Militar; su presupuesto se equilibra con el de las Fuerzas
Militares y sus sueldos y prestaciones sociales alcanzan a los mayores niveles
del país, en nada comparables a los impuestos por los últimos gobiernos.
Particularmente, la oficialidad ante la sociedad se nivela con la de las
Fuerzas Militares, en su imagen, respeto, aceptabilidad y trato.
Se procedió a sentar las
bases doctrinales de la nueva Policía, se formaron sus nuevos contingentes;
para enfrentar debidamente la guerrilla se realizó cursos de contraguerrillas
en el Batallón Caldas; se capacitaron a los oficiales de administración con
cursos avanzados en la Escuela Militar de Cadetes.
La escuela Gonzalo Jiménez
de Quesada se coloca a la altura de las demás escuelas de las Fuerzas Militares
y entra a formar parte de toda presentación con las de los cadetes y por
primera vez tenemos un Edecan de la Policía en palacio, él fue el señor Mayor Bernardo Echeverry Ossa.
Muchos oficiales de la
Policía pasan en comisión al Ejército a reforzar los batallones de
contraguerrilla, vistiendo sus prendas y con igual jerarquía, mando, autoridad
y responsabilidad.
En 1957 sobreviene el
cambio del gobierno, una Junta Militar integrada por cuatro generales y un
almirante reciben la presidencia de la República; pero, un grupo de oficiales
descontentos y leales al Teniente General Rojas Pinilla, traman un golpe de
estado para restituirlo al poder, el que aborta el 2 de mayo de 1958.
Con su
estruendoso fracaso, se ordena la detención de personal implicado en las
distintas fuerzas, lo que cobija a 10 distinguidos oficiales de la Policía, los
cuales, tras de permanecer aproximadamente 45 días en la Escuela de Cadetes
General Santander, y sometidos a un consejo de guerra que falla a su favor,
recobran su libertad.
Yolanda Pulecio |
Esa fecha, 2 de mayo,
fue luctuosa para la unidad Bogotá, pues el comandante de la Escuela
Motorizada, en el Cantón Norte, ante la revuelta de la Policía Militar, avanzó
con sus tanques a la toma de la ciudad, simplemente simbólica, pues ésta se
desenvolvía dentro de la normalidad cotidiana y al llegar a la calle 16 con
carrera 7, donde (a continuación de la iglesia de la Veracruz) se encontraba un
puesto de “Policía Infantil”, cuidado por dos agentes armados de tan solo
bastón de mando, (pues a ellos les era prohibido portar armas de fuego en razón
de su misión),es tomado “por asalto” por esta columna motorizada y al
abandonarlo deja a los dos policías, que cuidaban el refugio de gamines de la
señora Yolanda Pulecio, heridos mortalmente. El comandante que encabezó el
“asalto” y se introdujo a este refugio infantil, fue el Mayor Álvaro Valencia
Tovar.
8 de mayo de 1958
General Deogracia Fonseca Espinoza |
Determina, entonces, la
Junta Militar de Gobierno, de la cual hace parte el General Deogracias Fonseca,
quien regía la Policía desde hace tres años, darle autonomía a la Policía
Nacional. Esta emancipación fue, (ante la grave situación nacional),
aparentemente, un gallardo y noble reconocimiento de la honorable Junta
Militar, que pudo haber tenido presente los valores de los miembros de las
Fuerzas de Policía, su transformación, sus resultados, su preparación y
especialmente su imparcialidad política, inspirada durante el gobierno del
General Rojas Pinilla.
Se pondera como un gesto
de confianza en la Policía, que implica mayores responsabilidades, infiere con
ello la entrega total y absoluta de todos y de cada uno de sus miembros a la
Institución, para poder corresponder a ese voto de confianza gubernamental y
ganar el de la Nación entera.
“Vencer sin peligro es
triunfar sin gloria”
En aquel momento nos
hallamos, ante una tarea de inmensas proporciones, frente a los precarios
medios que se poseían, tanto humanos como logísticos y presupuestales. La
violencia aún no había cedido, por tanto se deberían continuar atendiendo dos
frentes: el de la convivencia pública y el de la guerrilla.
En el Congreso de la
República se estudia de nuevo la departamentalización de la Policía, presentada
a su consideración por políticos que añoraban los puestos que ya no
usufructuaban para sus seguidores y la fuerza al servicio de sus fines
partidistas y personales. Tan funesta idea es rechazada por toda la prensa en
sus editoriales, a excepción del periódico El Tiempo.
“La voluntad recia y
dura cuando se empeña, convierte las montañas en llanuras” Jose M. Pemàn.
Valga la pena esta cita
para entender la inmensidad del reto y cómo lo asumieron los miembros de la
Policía. No se puede ser inferior al momento histórico, el país está pendiente
de resultados, de cada acto, intervención, niveles de seguridad y hasta de las
conductas privadas de los integrantes de la Policía, y así, desde su más alto
directivo, hasta el agente en la comarca más retirada en el país, asumen esa
responsabilidad, dando el máximo de rendimiento en todas sus actividades;
acrecientan sus virtudes, brilla el espíritu profesional, se enaltece el
institucional y, con autoridad moral y legal, se acomete esta nueva y decisiva
etapa de la Policía de Colombia, a fin de salir avante y airosa de este
compromiso histórico.
Cinco categorías de
oficiales constituían el escalafón para esta época; primero, de una parte, los
altos mandos eran ocupados por distinguidos oficiales del Ejército en comisión.
En segundo lugar unos pocos oficiales que, de la antigua Policía Nacional
habían quedado, les seguían en los mandos intermedios.
A continuación, en
tercer lugar, las nuevas formaciones de oficiales que se graduaron a partir del
año 50, estructuradas por la Misión de policía
inglesa, que comenzaban a asumir los mandos medios. En cuarto lugar, oficiales
de las Fuerzas Militares en uso de buen retiro, que al ingresar a la Policía se
les reconoció el mismo grado y antigüedad y en quinto lugar, los mandos provenientes
de las policías departamentales que, como se ha expuesto, eran seleccionados,
nombrados y asignados sus grados, a voluntad del gobernador de turno y de sus
jefes políticos, en su totalidad, sin formación académica de policía.
“Todo termina a fin de
que todo vuelva a empezar, todo muere a fin de que todo reviva”. (Jean Fabrè).
En desarrollo de esta
independencia, el Ejército termina la comisión a todos sus oficiales en la
Policía y deja acéfalos los comandos ocupados por ellos y así, la Junta Militar
comienza por nombrar a uno de la propia Institución, el de mayor grado y
antigüedad, como Director General.
Integrantes de la Junta Militar de Gobierno |
Este nombramiento recae en el Teniente
Coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya, quien le recibe el cargo al Coronel del
Ejército Quintín Gustavo Gómez, que reemplazaba al titular, General Deogracias
Fonseca, miembro de la Junta Militar de gobierno.
El nombramiento del primer
oficial de Policía para el cargo más alto de la institución, se sucede mediante
el Decreto 0809 del Ejecutivo Nacional, del día 8 de mayo de 1958.
Coronel
Quintín Gustavo Gómez Rodríguez
Director
de la Policía Nacional
01 enero de 1958 - 07 de mayo de 1958 |
Teniente
Coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya
Director
de la Policía Nacional
08 de mayo de 1958 – 31 de marzo de 1965
|
El Teniente Coronel
Saulo Gil Ramírez Sendoya, oriundo del Departamento del Huila, inició su
carrera de las armas en la Escuela Militar en el año de 1934. Obtuvo su grado
de subteniente en 1936, y se incorpora al siguiente año a la Infantería de
Marina; desarrolla allí su carrera hasta el grado de mayor en 1950. Al
siguiente año, ya retirado, ingresa a la Policía Nacional y tras cuatro años de
brillante comando en Cartagena asciende a teniente coronel en 1955. Tan
preclaro oficial desempeñó además la jefatura del F-1 en el Estado Mayor. Y
para la fecha del nombramiento, había recibido la jefatura del F-4.
Fotografías tomas de la revista de la Policia Nacional. de Colombia
Los oficiales de mayor
grado y antigüedad reciben los demás cargos que ejercían los oficiales del
Ejército, y en consecuencia quedan: como jefe de Estado Mayor el Teniente
Coronel Luis Enrique Puerto Rodríguez; rodeado de los siguientes oficiales: en
el F-1 el Mayor Domingo Ignacio Valderrama D., en el F-2 el Mayor Alberto
Bernal García, al F-3 el Mayor Luis Alfredo Rubio Parra y en el F-4 el Teniente
Coronel Ernesto Polanía Puyo; como inspector General asumiría el Mayor Asdrúbal
Romero Escobar.
A los comandos de unidades se
destinan: el Teniente Coronel Bernardo Camacho Leyva en la unidad Bogotá, poco
tiempo después recibe la dirección de la Escuela de Cadetes General Santander
en donde reemplazó al Teniente Coronel Ramírez Merchán y es relevado en el
comando de la Bogotá por el Mayor José Manuel Mendoza Escobar; el Teniente
Coronel Juan Félix Mosquera, pasa a ser comandante de Cundinamarca; el Mayor
Pedro José Jiménez Fandiño, es designado a la unidad Antioquia; el Mayor Pedro José
Díaz Silva, al Atlántico; el Mayor Pedro Martínez Tovar, a Bolívar; el Capitán
José Rueda Ortega, Boyacá; el Mayor Luis Tejada Zapata es nombrado en Caldas;
el Capitán Hernando Mariño Sánchez, en el Cauca; el Capitán Campo Elías
Fajardo, pasa al Huila; remplazado poco tiempo después por el Capitán Luis
Alberto González Rivera; el Capitán Ernesto Ávila Mora, recibe el Magdalena; el
Capitán Filipo Villarreal Revelo, para Nariño; el Mayor Guillermo Camelo
Jiménez, en el Norte de Santander; el Capitán Manuel José López Gómez, para
Santander del Sur; el Mayor Henry García Bohórquez, al Tolima; y el Mayor Jorge
Galeano Gómez, en el Valle. Como secretario general ejercería sus funciones el
Teniente abogado Gerardo Cújar Albornoz y como ayudante general el Capitán
Jaime Carrillo Ortiz.
En su saludo de
posesión, el Teniente Coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya, anotaba “Al llegar a
esta posición que marcará la pauta en la nueva vida de la Institución, tomando
las riendas de su dirección y organización, con el anhelo imperecedero de que
ella se coloque a la altura de las circunstancias…en la nueva vida de la
Institución invito a que, blandiendo en vuestras voluntades el firme interés,
carácter y el propósito de servir a la patria, colaboremos en esta tarea de
rehabilitación institucional en la cual estamos empeñados”.
Y al respecto agregaba
el Teniente Coronel Bernardo Camacho Leiva en un editorial de la revista de las
Fuerzas de Policía: “Durante este año la Policía ha visto, por primera vez en
su historia, reconocida la capacidad de sus jefes al depositar el gobierno en
el más capaz y equilibrado de sus oficiales, la responsabilidad inmensa de
dirigirla y orientarla.”
Al comparar con fechas y
situaciones anteriores y posteriores podemos detectar la gran responsabilidad y
tarea a realizar que recayó sobre estos oficiales y quienes les acompañaban. Y,
por sus realizaciones, logros, éxitos y la forma como correspondieran a ese
llamado, han hecho posible alcanzar el nivel, que hoy exhibe la Policía
Nacional colombiana.
Definitivamente, quedó
atrás la era de las policías departamentales y partidistas; se mira con
amargura y congoja esa época, la de los alguaciles, los serenos, los “chapoles”,
los sirvientes de la autoridad o el político de turno, los peones a jornal para
servir únicamente los intereses de sus jefes, al cumplir órdenes
incondicionales para preservar el puesto, y se desliga, definitivamente al
personal para su selección, nombramiento, grado y remoción, de las influencias
personalistas y partidistas, además de implantarse nacionalmente la
capacitación académica policial.
Doctor
. Alberto Lleras Camargo
|
Y para esta nueva y
definitiva etapa, se reencauza la Policía por sus orígenes y fines, se
reestructura, se le va dando una organización acorde a sus funciones y ya no la
estrictamente militar pretérita, comprendida, aceptada y respaldada por los
nuevos gobiernos nacionales. Pocos meses después anotaba el nuevo Presidente de
la República, el doctor Alberto Lleras Camargo, en un acto de graduación de
oficiales:
“Por eso, la misión de
la Policía es la más alta, la más noble, la más importante, porque para la
inmensa masa humana la única autoridad con la cual se encuentra a diario y que
representa para ella todo el poder, es la Policía. El gobierno, para muchos de
nuestros compatriotas, no es sino la Policía. Y habrá buen o mal gobierno,
arbitrario o justo, según opere la Policía”.
Y para darle mayor
confianza a la Institución, en las labores en que estaba empeñada, a raíz de
los debates que seguían adelantando en el Congreso, atrás mencionados, fija el
gobierno nacional su posición y en un comunicado expone:
“El gobierno no ha
propuesto ninguna medida sobre descentralización de la Policía Nacional... Declara que en su opinión un cuerpo técnico, nacional, unificado, que preste a
sus secciones un servicio eficiente y que esté constitucionalmente a órdenes de
las autoridades civiles, es más conveniente para la nación que una
desmembración de éste, con el riesgo constante de que se altere su misión y su
composición para fines distintos del altísimo servicio a que está destinado”.
Y, en pos de esa
reestructuración, llega la misión chilena para este mismo año, integrada por el
mayor Jorge Aranda Parra, y por los capitanes Arturo Toro y Braulio Saavedra,
que proceden a asesorar en los aspectos de mejoramiento de la función policial,
la actualización de los reglamentos, en la capacitación de los cuadros de
mando, en la preparación de expertos en las distintas especialidades del
servicio incluyendo la fiscal, aduanas y carcelaria y en la preparación de las
unidades montadas, así como la graduación de los primeros “maestros de
equitación” que tanto brillo le dieran a la policía.
“La alegría de hacer se
asienta en sembrar, no en recoger”.
Se construyen nuevas
sedes, se levantan las primeras casas fiscales, inician labores nuevas escuelas
de formación, el deporte exalta a la imagen institucional tanto a nivel
nacional como internacional, se crea el museo histórico y de armas, la Caja de
Sueldos de Retiro es objeto de reestructuración total y, así, los cambios se
extienden a todo el país, sedientos dentro de esa soberanía, en ajustar la
vieja y militarizada institución, a los objetivos primarios de ella.
Gestión del señor Coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya
Durante los siete años
que rigió los destinos de la Institución realizó una extraordinaria labor digna
de admiración y encomio.
Una de sus grandes
preocupaciones fue la educación y el establecimiento de una cultura policial, por lo cual adoptó el
lema “Educación sin pausa”; entre sus grandes ejecutorias se encuentra la
creación de las Escuelas de formación Pedro de Heredia, en Turbaco; Eduardo
Cuevas en Villavicencio y Carlos Holguín en Medellín; dio especial impulso a
las especialidades de ferrocarriles, turismo, policía rural y seccional
Gorgona; fundó los departamentos de Policía Tolima, Llanos Orientales y Chocó;
impulsó las comunicaciones con la División de Transmisiones; en el campo del bienestar social inició la
construcción de colegios para los hijos de los policías y los clubes de agentes
y oficiales, así como la clínica materno
infantil en Ibagué.
Su permanente preocupación
por el bienestar de la Policía lo llevó a desarrollar un extraordinario plan de vivienda en todo el
país, para lo cual logró que el Instituto de Crédito Territorial autorizara para la Policía Nacional, el 10%
de los planes de vivienda a nivel nacional,
igualmente obtuvo financiación especial del Banco Central Hipotecario,
Popular y otros más.
Con cuotas
iniciales bajas y con los recursos de los ahorros, cesantías y vacaciones, los
funcionarios uniformados y civiles de la
Institución pudieron acceder a su vivienda.
El capitán Lino Arturo Girón Trujillo, encargado del desarrollo de los
programas de vivienda en la Caja de
Vivienda Militar recuerda cómo en la época entre 1962 a 1966, se entregaron
viviendas en Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, Ibagué, Pasto,
Popayán, Cúcuta, Neiva, Bucaramanga y Jumbo; en Bogotá, en el barrio Kennedy y
cercanías de la Escuela General Santander, especialmente. Esta política
permitió reducir los tiempos mínimos de servicio para adquirir vivienda pasando
de 14 años a menos de 10 y en muchos
casos de a 5 años para agentes y
civiles; a esta importante obra
contribuyó enormemente el entonces
coronel Bernardo Camacho Leyva,
Subdirector de la Policía.
Durante su dirección se
expidieron normas que estructuraron
definitivamente la Policía
Nacional como el estatuto orgánico y los reglamentos internos. Se definió el fuero penal militar para la Policía
Nacional, se creó la Academia Superior de Policía y se contrató una misión policial norteamericana.
Su elocuencia, la
firmeza de carácter, sus modales finos y su talento policial caracterizan su
paso por la Institución que forjó con sabiduría, entusiasmo y patriotismo.
El día 31 de marzo de 1965, siendo mayor general, entregó la Dirección General al señor brigadier general Bernardo Camacho Leyva, lleno de orgullo y de inmensa satisfacción personal e institucional.
Como reconocimiento a
sus eximias ejecutorias y como merecimiento a su permanente entrega, constante
trabajo y la dignidad con que desempeñó su cargo, el Gobierno Nacional, a petición de la
Dirección General de la Policía Nacional, le otorgó el grado de general, insignias que le impuso el señor Presidente
de la República Andrés Pastrana, en ceremonia especial realizada en el alma
máter de la Institución, el día 16 de mayo de 1999.
Al año siguiente, 2 kilómetros antes de llegar a su finca de recreo en el municipio de Garzón, fue asesinado por narcoterroristas del frente 'Teófilo Forero' de las FARC.
Al año siguiente, 2 kilómetros antes de llegar a su finca de recreo en el municipio de Garzón, fue asesinado por narcoterroristas del frente 'Teófilo Forero' de las FARC.
Como homenaje póstumo a su fecunda vida y a sus calidades
policiales, el curso No. 076 de oficiales con inmenso orgullo bautizó su
promoción con su nombre, y la Policía Nacional, para destacar su brillante paso
por la Institución le colocó su ilustre nombre al auditorio de la Seccional de
Estudios Superiores de la Policía
Nacional.
Otro interesante capítulo
de su notable presencia en la vida nacional, fue su paso como gerente de la
Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional (mayo 1971 a abril 1975), en
la que puso todo su empeño y capacidad
reorganizando la estructura y planta de personal, logrando a su vez la
terminación y puesta en marcha de la primera torre, Hotel Hilton, como
propósito fundamental de su administración; su dinamismo y su don de gentes
dejaron una honda huella en este Instituto que lo recuerda con gratitud. En reconocimiento a su obra la Dirección
General de CASUR el 24 de febrero de 1999, le impuso la Condecoración “CASUR”
categoría Extraordinaria.
Que las generaciones
policiales honren su memoria y sigan su diáfano ejemplo, recordando con
gratitud su ponderada obra.
Helmut Kohl anotaba: “Un
pueblo que no conoce su historia no puede comprender el presente ni construir
el porvenir”, y agregaba Henry Bergson:
“El presente solo se
forma del pasado, y lo que se encuentra en el efecto estaba ya en la causa”.
Así, el pasado siempre
estuvo presente, no se trate nunca de ocultarlo; se debe estudiar y mantener
como una lámpara viva en la puerta del futuro para iluminarlo.
Dentro de las deudas la
más sagrada es el reconocimiento: a los mandos que en ese pasado forjaron el
presente, a quienes nos han precedido a las alturas celestiales y a quienes aún
nos dan el gratísimo placer y honor de acompañarnos.
Fuentes consultadas:
Academia Colombiana de Historia Policial- Cuaderno histórico No. 8
de mayo de 2002, paginas 29-30, Intervención del señor mayor general (RA) Carlos
Alberto Pulido Barrantes, Presidente de la Academia Colombiana de Historia
Policial, en la sesión solemne en homenaje al extinto señor general Saulo Gil Ramírez Sendoya, acto
realizado en el auditorio de la Seccional de Estudios Superiores de Policía “Sespo”, el día 14 de agosto de 2001.
Academia Colombiana de Historia Policial- Cuaderno histórico No. 14 de mayo de 2007 a mayo 2008- Discurso de orden pronunciado por el académico correspondiente Coronel Gilberto Fernández Castro, para ascender a miembro de número, ceremonia realizada en el auditorio “General Saulo Gil Ramírez Sendoya” en el Centro de Estudios Superiores de Policía, el día 26 de septiembre de 2007.
Fuentes electronicas consultadas:
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