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viernes, 20 de diciembre de 2024

Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, un alcalde Colombiano como pocos.

 


En esta ocasión, me referiré brevemente a la singular historia de un modesto campesino boyacense, nacido en el municipio de San José de Pare el 15 de febrero de 1918 y muerto en Garagoa (Boyacá) el 14 de junio de 2009, quien, voluntaria y sinceramente convencido de su vocación de servicio a los demás, decidió ingresar a la Policía Nacional en el grado de agente, carrera en la cual, a pulso y con el respaldo exclusivo de sus propios méritos, sus virtudes y su probada honestidad profesional, alcanzó los más altos peldaños en el escalafón de la suboficialidad de nuestra Institución. Se trata del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, nombrado en 21 oportunidades diferentes como alcalde militar de los municipios boyacenses de San José de Pare, Muzo, Almeida, Somondoco, Belén, Chinavita, La Uvita, Jenesano, Ramiriquí, Tibaná, Turmequé, Villa de Leiva, Monguí, Pauna, Pesca, La Capilla, Chiquinquirá, Guicán y Chita y además en una ocasión en el municipio cundinamarqués de La Peña. En algunos de los municipios de Boyacá antes relacionados, ocupó el cargo de alcalde en más de una oportunidad.

La gestión

Su peculiar saga como multialcalde militar modelo se inició en 1949 cuando a solicitud del gobernador de Boyacá fue designado en comisión como Alcalde Militar de San José de Pare, su patria chica, con el fin de que devolviera la tranquilidad a esa zona del departamento, gravemente afectada en esos tiempos por la violencia partidista, el desorden y el deterioro económico y social resultante.




Fotografías del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, reunido con varios alcaldes del pais. 
 


Durante su gestión, el Sargento Parra Camacho, sin afectar el exiguo presupuesto municipal de ese entonces y sin malgastar un solo peso, adelantó un ingenioso plan de obras públicas tan elementales como indispensables, para el bienestar de los habitantes; desterró a los violentos y vagos del vecindario, pacificó el municipio y devolvió a la zona la paz y el consiguiente progreso y tranquilidad en todos los aspectos de la vida de esa comunidad. Fue tan exitosa la labor del novel alcalde que poco después fue nuevamente llamado a gobernar el municipio de Muzo, azotado a su vez con problemas de violencia política, desgreño administrativo y deterioro progresivo de la calidad de vida de sus ciudadanos.

El rechazo y la aceptación

No obstante, cuando acudió a Muzo a tomar posesión de su nuevo cargo, la multitud de habitantes del municipio, aupados por el alcalde saliente, el personero, los empleados municipales, los caciques políticos y hasta el párroco local, Biblia y Crucifijo en mano, escoltado por su equipo de monaguillos, las beatas locales de la legión de María y los alumnos de las escuelas del pueblo, al grito de “Vade retro Satanás” rechazaron ruidosamente el nombramiento y organizaron una manifestación de protesta y repudio al nuevo alcalde policía y mediante una amenazante y agresiva multitud, armados con machetes, garrotes, pancartas y con las mujeres y los niños del pueblo como escudo, bloquearon las vías de acceso a la población para impedir que el nuevo funcionario pudiera entrar a posesionarse y empezara a cumplir con sus tareas.

Así las cosas, al pobre y rechazado Sargento le tocó retirarse, esperar la oscuridad de la noche y colarse por debajo de alguna cerca para entrar furtivamente al pueblo, asaltar la oficina de la alcaldía y amanecer sentado y posesionado de su despacho de donde, con el convincente respaldo de su pistola cargada, colocada visiblemente sobre el escritorio, ya no pudo ser expulsado. Luego de un año de exitosa labor al frente de la alcaldía, el gobierno departamental lo trasladó como alcalde militar del municipio de Chinavita, pero, enterados del traslado, los habitantes de Muzo, los mismos que bloquearon su ingreso al pueblo un año antes, repitieron el bloqueo de todas las vías de salida, pero esta vez para impedir por la fuerza que su querido alcalde abandonara el municipio. Así que el Sargento Parra Camacho tuvo que acudir nuevamente a su ingenio y aprovechar la oscuridad de la noche para escabullirse y escapar del afecto de sus agradecidos conciudadanos con el fin de atender sus nuevas responsabilidades.

Los mismos sentimientos de reconocimiento y gratitud fueron experimentados en todas las demás poblaciones donde el Sargento Celso Parra Camacho, sin aspavientos, con las manos limpias y la frente en alto, sin abusos ni alcaldadas, ni dejar tras de sí contrataciones “nuleoninas”, recursos municipales esquilmados, comprometidos y raspados hasta el fondo, “carteles de la hemofilia”, alianzas sospechosas, compras de  pechugas o tamales a cuarenta mil pesos la unidad o importación y compra de chatarra inútil, ni demás triquiñuelas escandalosas, cumplió cabalmente con sus deberes de diligente y honesto mandatario, modesto pero inmenso paradigma de lo que debe ser un buen funcionario público, tal como lo necesitan y esperan sus gobernados. Es decir, un servidor público común y corriente. Así, sencillamente, como debe ser.




El homenaje

La Escuela de Suboficiales y Nivel Ejecutivo “Gonzalo Jiménez de Quesada” de la Policía Nacional, situada en Sibaté (Cundinamarca), organizó una solemne ceremonia póstuma en honor del Sargento Viceprimero Celso Parra Camacho, evento que contó con la presencia de su viuda, la señora Lucila Sierra Perilla de Parra, los 7 hijos de la pareja, sus nietos y otros miembros de su orgullosa familia, celebración auspiciada por la Academia de Historia de la Policía Nacional por iniciativa de su entonces presidente el General Guillermo Diettes Pérez (Q.E.P.D). Con motivo de esta ceremonia, el General Jorge Hernando Nieto Rojas, Director General de la Policía Nacional de la época, en un emotivo mensaje, entre otras cosas manifestó:

Difícil encontrar un colombiano que haya sido alcalde de 21 municipios, como lo fue este excelso policía boyacense por allá en los tiempos de la violencia, en una época en que nadie quería asumir responsabilidades públicas, cuando la desesperanza y el terror se apoderaron de Colombia”.

Policías como el Sargento Parra son héroes de la cotidianidad, expertos en abrir caminos inexpugnables en aras de soluciones pragmáticas a los problemas de nuestra gente. Lo hacen en tiempo real, sin tanto papeleo, sin tantos formalismos. Ellos son dignos exponentes de la capacidad del ser humano para crear de la nada, en medio dela dificultad y la adversidad. Echan mano de su liderazgo, de su bondad y de su amor por el prójimo para cambiar tristeza por esperanza, para convertir sueños en realidad.”

La importancia, tamaño y trascendencia de las obras y ejecutorias administrativas del Sargento Celso Parra Camacho, son lo de menos. Probablemente, aparte de la pacificación de cada uno de los municipios por los que pasó, los parques públicos, acueductos y plazas de mercado que dejó funcionando en cada localidad y la empedradura de la plaza principal y las calles de Villa de Leyva, pocos recuerden alguna de sus obras materiales, que haya perdurado y sobrevivido en el tiempo.

Pero lo que sí resulta inolvidable es el sitial que dejó en el corazón y el recuerdo de sus gobernados durante el desempeño de sus 21 encargos municipales. Eso sí que no tiene precio, parangón ni antecedentes en nuestro país. Y quizá, salvo algún exótico caso del cual no tenemos noticias, tampoco en el mundo entero.

¿Alguna duda sobre los merecimientos de este ilustre policía colombiano para ser destacado como poseedor de un muy particular “Record Guinness” por la cantidad de veces que fue destacado como un gobernante ejemplar?


Fuentes electrónicas consultadas.

file:///C:/Users/Equip/Downloads/244-245-98-101.pdf 

https://www.eje21.com.co/2018/05/un-alcalde-colombiano-record-guinness/

https://www.policia.gov.co/noticia/policia-que-fue-alcalde-21-municipios

miércoles, 11 de diciembre de 2024

CÓMO MATARON A FRANCISCO ANASTASIO PÉREZ (MAMATOCO)

 



Francisco Anastasio Pérez (Mamatoco) nació en 1903 en la costa Atlántica colombiana, probablemente en el sector de Mamatoco, en Santa Marta (de allí vendría su apodo), lugar famoso porque fue uno de los pocos sitios durante la dominación española de Colombia, donde sus habitantes originarios opusieron una feroz resistencia a los españoles.

Trayectoria deportiva

Es recordado su combate contra Trinity Bill Scott (David García), un cubano contra el que se enfrentó en el Teatro Olimpia de Bogotá, una noche de marzo de 1934. García años después se haría entrenador de defensa personal para la policía castrista, en los primeros años de la Revolución Cubana. La pelea se transmitió por la radio colombiana, con la victoria de Mamatoco sobre el cubano.


Francisco Anastasio Pérez (Mamatoco)
(Imagen tomada de 
https://leefundente.wordpress.com/2022/01/19/203-mamatoco/)

Activismo político

Anastasio Pérez se convirtió en feroz crítico de los gobiernos liberales de su época. En 1941 se involucró con el general del ejército Eduardo Bonitto, y presuntamente ambos idearon un golpe de Estado contra el presidente de la época, Eduardo Santos, pero el intento de golpe fue frustrado y Pérez fue encarcelado por varios meses. Días después el boxeador declararía:

"Yo soy un predestinado, que quiere redimir al pueblo de la coyunda de los oligarcas del dinero". "Yo propongo luchar por el pueblo y para el pueblo".

Francisco "Mamatoco" Pérez, 1941


General del ejército Eduardo Bonitto Vega

Las declaraciones le ganaron fama de fascista, y lo convirtieron en blanco del gobierno, que lo monitoreó desde entonces, llegando incluso a ser perseguido por el gobierno norteamericano de Franklin D. Roosevelt y el FBI, dirigido en ese momento por el agente JohnEdgar Hoover.

Franklin Delano Roosevelt y John Edgar Hoover

Esa mala fama se debía en parte a que se había convertido en periodista, revelando a través del pequeño periódico La Voz del Pueblo, la falta de condiciones dignas dentro de la Policía Nacional de Colombia, donde estuvo vinculado primero como agente de policía, y después como entrenador de otros policías (ya que como boxeador también tenía preparación física para ello). Sus investigaciones no solo iban encaminadas a evidenciar la corrupción dentro de su antigua institución, sino que además comenzó a ganar adeptos y a incomodar al gobierno, ya que Mamatoco estaba revelando presuntas irregularidades cometidas por sus funcionarios.

Hoover presentó un informe al gobierno colombiano donde acusaba a "Mamatoco" y otras personas, entre militares, jerarcas de la Iglesia Católica colombiana, periodistas, de estar planeando otro golpe de Estado, esta vez contra el nuevo presidente, Alfonso López Pumarejo. En el informe también se acusaba al Partido Conservador de recibir apoyo del Partido Nazi y de Adolf Hitler, para implantar un gobierno totalitario en Colombia.

Alfonso López Pumarejo

El Asesinato

Pérez fue asesinado la noche del 14 de Julio de 1943, en el barrio La Magdalena, del sector de Teusaquillo, en el parque José Santos Chocano ubicado en la calle 39 con carrera 15, que solía conceder su celestinaje a furtivas parejas de enamorados, lugar que se transformó en el escenario de su crimen, donde recibió en total 19 puñaladas en la espalda, hecho muy sonado por su sevicia y que trajo graves consecuencias a las instituciones del país y que por años colmó de desprestigio y vergüenza a la Policía Nacional y a otras altas instancias del Estado.

En un principio se pensó que se trataba de una riña callejera entre borrachos, siendo uno de esos el propio Pérez, pero la sevicia encontrada en su cuerpo permitió descartar esa hipótesis, pese a que se manejó como la oficial, dado que Mamatoco era boxeador y por tanto se tenía como supuesto hombre violento y buscapleitos.

Sin embargo la realidad  era otra, esa noche, tres policías activos, un oficial y dos agentes, por órdenes del comandante de una de las más importantes Divisiones de Policía de Bogotá, fueron los que mataron a Francisco Anastasio Pérez, alias Mamatoco, un anodino afro descendiente, de 40 años, boxeador de complexión atlética, sin empleo fijo, camorrero peligroso e intrigante de afilada lengua, quien se ganaba la vida como instructor de boxeo en unidades del ejército y la policía donde se hizo popular entre los subalternos que le confiaban sus reclamos contra sus superiores a quienes acusaban de toda suerte de malos tratos, corruptelas y mal comportamiento.

Para esclarecer tan abominable crimen, se contrató para encargarse del caso al juez Enrique Vargas, con amplia experiencia en casos similares, por lo que se acuñó el adagio popular colombiano de "Averígüelo Vargas" y que implica la resolución de un problema difícil para una persona común. 

Tiempo después el gobierno designó a otro juez, siendo este último quien condenó por el crimen de Mamatoco a los policías Santiago Silva, Oliverio Ayala Azuero y Rubén Bohórquez, después de haber obtenido una confesión de los 3 como autores del asesinato. Los policías se fugaron años después, durante los sucesos del Bogotazo.

En un ambiente plagado de amenazas de golpes de estado y reuniones secretas de “conspiretas” de alto, medio y bajo pelo, Mamatoco se convirtió en referente obligado de las autoridades dada su locuacidad irreverente y fantasiosa cuando de conspiraciones se trataba. Recordemos que un año más tarde, el 10 de Julio de 1944, ocurrió el fallido intento golpista de Pasto, liderado por el Coronel Diógenes Gil contra el Presidente López Pumarejo. Es decir, que cuando en el pueblerino ambiente bogotano de 1943 se rumoreaba un golpe de estado, había que reservar asiento en el balcón.

Coronel Diógenes Gil 


El crimen del boxeador fue planeado por el Mayor Luis Carlos Hernández Soler, Comandante de la II División de Policía de la Carrera 7ª con calle 8ª, frente al Palacio Presidencial, quien tenía entre sus deberes la seguridad del Presidente de la República y su familia, obligación que se le subió a la cabeza y le provocó al pobre hombre aires de superioridad ególatra y altanera que lo hizo creerse un ser superior, el más capaz y poderoso de los comandantes, merecedor de honores y distinciones, a quien debían someterse sus colegas de las Divisiones de la capital, y muy por encima del Director General de la Policía José María Barrios Trujillo, a quien ignoraba y miraba “por encima del hombro”. Hernández llegó al cargo por palanca política de Juan Uribe Durán, Secretario General de la Presidencia. 

Director General de la Policía José María Barrios Trujillo

El propio Director describió la personalidad de Hernández Soler cuando en su indagatoria declaró, refiriéndose al polémico oficial: “Desde que asumió ese Comando adoptó actitudes indicativas de que se consideraba como una especie de Mariscal de la Policía o de un Super Mayor a quien debían someterse todos los comandantes y oficiales y hacía franca ostentación de su despectiva actitud para el Director de la Policía”.

El Coronel EJC (Ejército) Fidel Cuéllar Quigua era el Subdirector General de la Policía y el doctor Miguel Lleras Pizarro era el Jefe de la Sección Jurídica de la Dirección de la Institución, quien según relato del Coronel Jorge Alfonso Galeano Gómez, juicioso testigo de excepción, cumplió en este caso, un papel al menos cuestionable. Hay que precisar que la tirria de Hernández con el Director General aumentó cuando este eligió al Mayor Antonio Bustamante para ascender al rango de Teniente Coronel y no a él, quien se creía merecedor y esperaba ese privilegio por encima de sus colegas. Sin embargo, su inventario de antipatías no estaba plenamente satisfecho pues aparte de un Director General que no le daba el crédito que creía merecer lo fastidiaba otra insoportable piedrita en el zapato, esta vez representada por el púgil lenguaraz que en su pasquín quincenal, se atrevía a sacarle los trapitos al sol. Y eso sí que no estaba dispuesto a tolerarlo.

Resulta que al tal Mamatoco le dio por convertirse en periodista aficionado y el 7 de agosto de 1942, día de la posesión de López Pumarejo, empezó a publicar “La Voz del Pueblo”, gacetilla dedicada a cepillar y “halarle las bolas” al mandatario con la esperanza de lograr alguna corbatica en el nuevo gobierno. Su peregrinaje por los ministerios no dio los frutos esperados, así que, amargado y resentido, resolvió dedicar su periodiquillo a divulgar chismes y consejas contra los Comandantes de División y la oficialidad de la Policía bogotana a quienes se acusaba de corrupción, maltrato a los subalternos y “chanchullos” en la provisión de los servicios de salud, alimentación y dotación del personal de sus divisiones. El púgil iba quincenalmente a los cuarteles en los días de pago, visita que aprovechaba para actualizar su “base de datos” con los últimos chismes y repartir su boletín entre el personal a cambio de unas monedas. Los oficiales, blanco principal de sus críticas, lograron que la distribución del pasquín en los cuarteles fuera prohibida, lo que incrementó la demanda del folletín, agudizó la virulencia de las críticas y aumentó la simpatía del personal subalterno por el boxeador.

Pero los malquerientes de Mamatoco aumentaron, entre ellos el todopoderoso Comandante de la II División a quien se acusaba de comer “de gorra” en los casinos de las Divisiones, comprar carro particular con plata de sus subalternos, sacar víveres, sin pagarlos, del “rancho” de la división para la alimentación de su familia y otras indelicadezas, conocidas e informadas posteriormente por el Mayor Luis A. Sánchez, Comandante de la VIII División, amigo y confidente de Hernández y luego su delator. Mamatoco, conocía las debilidades de Hernández Soler y lo chantajeaba por propinas de 2 a 5 pesos a cambio de su silencio. Además corrían rumores inciertos que enredaban a un hijo del Presidente López en la muerte de un carabinero en el Parque Nacional, cuyos sórdidos detalles decía conocer el púgil y amenazaba con divulgar.

El 12 de Julio, dos días antes del crimen, el Mayor Hernández recibió informes del Dragoneante Aquileo Carvajal y del Agente Oliverio Ayala Azuero, de la IX División sobre reuniones en torno a una supuesta conspiración en la que intervendrían el General del Ejército Eduardo Bonitto Vega, el Coronel del Ejército Manuel José Sicard, el Teniente del Ejército Humberto Espinosa Peña, sobrino de Sicard, el Subteniente Ejército Enrique Montañez, primo del anterior, además del inefable Mamatoco. Hernández intentó infiltrar en la conspiración a su amigo el Mayor Luis A. Sánchez, comandante de la VIII División, al Teniente Santiago Silva Silva y al Agente Oliverio Ayala Azuero de la IX División y a otros suboficiales, agentes y detectives de diferentes unidades policiales de la ciudad.

Luego Hernández redactó un alarmante informe para el Director General doctor Barrios Trujillo, ante quien quería aparecer como el único capaz de descubrir y desarticular la incierta conjura. Más tarde, ante el juez investigador, Barrios Trujillo, respondió con evasivas sobre el documento y aseguró desconocer su contenido; luego el malhadado informe pasó a la Prefectura de Seguridad y de allí al Juzgado 3o Penal del Circuito de donde fue burdamente sustraído. Hernández, por su cuenta y riesgo decidió arreglar de tajo el asunto de la conspiración y de paso quitarse de encima al incómodo “editor” de sus “ligerezas” por lo cual citó a su oficina al Teniente Santiago Silva y a los Agentes Oliverio Ayala y Rubén Bohórquez, los dos primeros de la IX División y el otro de su propia unidad y les informó falsamente que había que matar al “conspirador” Mamatoco por orden del presidente López Pumarejo, so pena de sufrir severas sanciones penales.

Hernández Soler entregó a Bohórquez dos cuchillos romos y oxidados, le ordenó afilarlos y estar listo para cuando fuera llamado. El 14 de Julio ordenó al Dragoneante Carvajal localizar al boxeador en el centro de la ciudad y junto con el Teniente Silva y los Agentes Ayala y Bohórquez, invitar a Mamatoco a una reunión cerca de la VIII División, para tratar asuntos de la conjura golpista y advirtió que se le avisara cuando se concretara el encuentro con el púgil. Reunidos en la Plaza de Bolívar, se le dijo a Mamatoco que el punto de cita era la Carrera 13 con 39 y que para no despertar sospechas, él se fuera en tranvía y los 3 policías de civil en taxi.

A las 21:20, avisado del progreso de la misión, Hernández llamó a la guardia de la VIII División y ordenó acuartelamiento en primer grado, orden que el Oficial de Servicio, Teniente Jorge Galeano Gómez, nuestro fiel relator de los hechos, cumplió de inmediato y para confirmar la orden, llamó por teléfono a su Comandante el Mayor Sánchez quien se encontraba en la sede de la II División y quien, con la voz balbuceante y pastosa del borracho le confirmó la medida. Galeano reforzó la guardia y apostó centinelas en la parte exterior del cuartel, uno de ellos el Agente Alberto Balaguera, quien oculto tras unos arbustos, tenía amplia visión de la esquina de la Carrera 13 con 39, a 20 metros de la puerta del cuartel, lugar de la parada del tranvía. A las 21:30, según lo acordado, llegó un tranvía del que se apeó Mamatoco y minutos después llegaron en taxi los 3 policías de civil.

El Teniente Silva se separó del grupo y entró al cuartel de la División, del cual salió poco después y bajó por la calle 39 con Ayala, Bohórquez y Mamatoco, lo que fue observado por Balaguera, quien sin conocerlo supuso que Silva era policía pues de civil había entrado y salido de la guardia sin problema. Minutos después el Cabo Nieto Sánchez, recorredor del turno de vigilancia, llamó a la guardia de la División desde el teléfono de una casa contigua al parque Santos Chocano e informó el hallazgo de un herido agonizante, así que el Teniente Galeano llamó al Dr. Saúl Amézquita juez de turno del Juzgado Permanente situado a pocos metros del cuartel, quien acudió con el secretario y con el hábil detective Alfredo Bernal, alias “Chocolate”, famoso por sus éxitos como investigador.

Luego de hablar con el Teniente Galeano, oficial de servicio, el Juez se dirigió al sitio indicado donde encontró a la víctima ya fallecida. El Agente Balaguera, tentado por la curiosidad, abandonó su lugar de guardia y al ver el cadáver reconoció a quien minutos antes había bajado del tranvía y había seguido hacia el parque con los civiles del taxi, entre ellos al que había ingresado y salido del cuartel sin problema y así lo expresó ante los funcionarios presentes. Amézquita la pilló al vuelo y ordenó al detective “Chocolate” ir a averiguar la identidad del civil que había entrado y salido libremente por la guardia y después de varias evasivas del Comandante de Guardia, logró identificar al Teniente Santiago Silva como parte del trio de sospechosos que acompañaban aquella noche a Mamatoco.

El desprevenido testimonio del Agente Balaguera fue decisivo para aclarar el crimen 30 minutos después de cometido, por lo que se derrumbó el tinglado de Hernández y sus cómplices, quienes en la sede de la II División se dedicaron a celebrar con licor y por anticipado el éxito de sus planes. Mientras tanto, a las 2:10 de la madrugada llegó a la VIII División el Capitán Hernando Navarro, Oficial de Guarnición, quien recibió del Oficial de Servicio informes del hecho y de la probable vinculación del Teniente Santiago Silva con el crimen. Momentos más tarde llegaron, algo “copetones” y uniformados el Subdirector General de la Policía Nacional, Coronel del Ejército  Fidel S. Cuéllar y el Mayor Luis A Sánchez, Comandante de esa División. El Capitán Navarro les informa y menciona la presencia del Teniente Silva en el hecho y el testimonio de Balaguera, quien por orden del Juez, fue aislado e incomunicado en el Permanente. El Coronel Cuellar se dirigió al Juzgado para sacar a Balaguera, pero chocó con la firme oposición del juez Amézquita.

Por su parte, “Chocolate” no perdió tiempo y esa madrugada se dirigió a la IX División en la 13 con 57 a buscar a Silva y al no encontrarlo siguió a la II División, en la 7ª con 8ª  a entrevistar al Mayor Hernández, uno de los autores intelectuales, a quien encontró a la 1:00 A.M. en su dormitorio y a quien preguntó por Silva, a lo cual, entre balbuceos, evasivas e incoherencias, respondió que el oficial estaba cumpliendo una misión reservada relacionada con una “conspiración”. El detective entró en sospechas y logró hacerle reconocer a Hernández que Silva estaba en compañía de dos agentes, todos vestidos de civil, cuyos nombres se negó a revelar y ante la tenaz insistencia del “tira”, Hernández, ya molesto, en tono sarcástico le sugirió que se lo preguntara al Director General de la Policía.

Desde ese momento empezó a desenredarse la madeja y a aclararse el episodio, rubricado luego por la confesión del Agente Bohórquez de ser el orgulloso autor de las 19 puñaladas. Hasta aquí los detalles del maremoto, pues el pavoroso tsunami institucional sobreviniente como consecuencia de la hoy inexplicable cadena de errores de juicio y decisiones absurdas que lesionaron tan gravemente a la Policía Nacional y sus mandos, provoca incredulidad y asombro. 

Si el crimen de Mamatoco fue un acto excecrable, lo que vino después ronda las vecindades de la demencia colectiva. Conocer tales detalles amerita concluir este relato en una próxima entrega, dada la necesidad de sintetizar la descripción de una cadena de estupideces de tal magnitud en un espacio tan precario.

Fuentes Electrónicas consultadas:

 «¡Mataron a Mamatoco..! ( I )». Eje21. articulo escrito por el señor Coronel  (RP)  Héctor Álvarez Mendoza.

https://es.wikipedia.org/wiki/Mamatoco

https://historiasdelmagdalena1.blogspot.com/2017/08/mamatoco-de-corregimiento-barrio-de.html

https://gw.geneanet.org/ferneche?lang=es&n=bonitto&oc=1&p=eduardo

http://historico.presidencia.gov.co/asiescolombia/presidentes/48.htm

https://www.radionacional.co/historia/golpe-de-pasto-relatado-por-el-coronel-diogenes-gil