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viernes, 10 de noviembre de 2023

EL ARTE DE MANDAR

 

 
¿QUE ES EL MANDO?

Mandar significa estar investido un superior-jefe de poder o autoridad para obligar a sus subordinados a hacer algo. La autoridad, que emana del mando, se define como la "capacidad de hacerse obedecer'".

Aunque en este esquema ideológico aparezca el mando, como una simple especie de relación personal, la realidad cuando se pone en práctica resulta mucho más complicada. Mandar es un gran problema humano por lo complejo de las relaciones y condiciones que posee.

No suele bastar con ser el titular de un puesto de mando o estar en él, hay que procurar, a la vez, ejercerlo con dignidad, autoridad y eficacia.

TODO CAMBIA

Es evidente que, como decía Heráclito, “todo cambia", incluso la forma de ejercer el mando, y, máxime, en el inicio de una nueva era de la Historia, mundial y nacional, en una etapa de discontinuidad, de transición, entre formas de vida, de gobiernos y de estructuras estatales, que han de afectar, profundamente, nuestra labor profesional.

El aumento generalizado de la criminalidad en estos últimos tiempos, forzosamente nos han obligado a una notable variación en la forma de ejercer la autoridad policial.

Todo el que ejerce mando debe tener mentalidad de cambio y capacidad para adaptarse a él. Dirigir consiste en "mejorar lo existente". El origen del cambio radica en el progreso técnico ya que, dicen algunos, "los hados guían al que entiende y acepta; al que no, lo arrastran". En un mundo que cambia, no se pueden mantener posiciones rígidas, aunque tampoco es razonable destruir lo que existe sin tener una idea precisa y un plan concreto para su sustitución. "Nunca el jefe debe considerarse insustituible ni su organización la definitiva”.

CRISIS DE AUTORIDAD

Se entiende por autoridad la persona revestida de algún poder, mando o magistratura. Autoridad es también el derecho de hacerse obedecer.

Para poder conocer la crisis actual, en nuestra civilización occidental, es preciso un nuevo concepto y modo de ejercer la autoridad, que se halla tocada, asimismo, de una innegable, alarmante y amplia crisis de confianza, que alcanza a la vida familiar, profesional, académica, religiosa y política.

Esta crisis actual de autoridad se proyecta, con mayor intensidad. sobre nuestra secular institución policial. Muchos de los que integramos la Escala de Mando, llamados a ejercerla, mandamos sin convencimiento y parece que tememos exigir lo que es debido, llegando algunos, a dudar, incluso de la obligación de hacer valer su autoridad y de la necesidad de aplicarla.

No basta sólo tener el poder de jefe - que esto lo da orden del nombramiento -, sino también gozar de autoridad, conquistada entre los subordinados, que aceptan de buen grado ser dirigidos, conducidos y guiados por el impulso y la garantía de su líder-jefe querido. El privilegio de mandar y el orgullo de ser obedecido se pagan con el riesgo que se asume.

Para una comunidad organizada, es mucho peor la falta de autoridad que el exceso de ésta, y un gran mal el que los dirigentes tengan miedo de actuar y hablar como tales.

OBEDIENCIA Y CUMPLIMIENTO DEL DEBER

Una parte de los subordinados cree que su individualismo resulta afectado por la obediencia profesional y confunden personalidad con rebeldía y la libertad individual con su falta de solidaridad.

Es evidente que con esta mentalidad - que no admite que “el cumplimiento del deber es el primer oficio del hombre” y que no comprende que trabajar por un fin común nos engrandece -, resulta difícil mandar y se obedece mucho peor. Todo mando debe educar a sus subordinados en el sentido del deber, evitando así que se diluya la responsabilidad.

El "jefe", además de la obediencia y subordinación que le son debidas, debe inspirar confianza para que el "subordinado" trabaje con fe y entusiasmo, que elevan el rendimiento.

Cuando el "subordinado" confía plenamente en su "jefe", le resulta fácil el trabajo y consigue antes el triunfo. Para inspirar esta confianza en el funcionario, el "jefe", ha de reunir una serie de cualidades profesionales y morales que lo hagan acreedor a esa confianza.

AUTORIDAD CONQUISTADA, NO IMPUESTA

A nuestro juicio, es un craso error creer que con la dejación del ejercicio del mando se consigue la aceptación y el afecto de los subordinados, pues si bien es cierto que la autoridad no debe imponerse, sino mejor conquistaría, tampoco es menos verídico que el buen funcionario, en el fondo, desea ser mandado si se le ordena bien, porque no ignora que la orden justa, la fortaleza en el servicio, la decisión prudente y el animo bien templado, son las llaves que abren las puertas del éxito y buen hacer profesional.

Como el tema es tan amplio y polémico, vamos a limitar nuestra participación a definir el perfil que consideramos como condiciones mínimas necesarias para ser un auténtico y verdadero "jefe", o, quizá mejor, líder del futuro.

MOTOR, NO REMOLQUE

Todo mando debe ser una especie de motor, levadura, catalizador o estimulante que hace trabajar y fermentar la "masa", que son los subordinados.

El jefe es el obligado a dirigir, que es "hacer por medio de otros'", motivar y guiar al funcionario para obtener un buen resultado. No es doblegar o imponerse a otras voluntades, sino conquistarlas y adherirlas a los objetivos del servicio, consiguiendo el pleno rendimiento de todos.

La voz de jefe jamás debe ser "una voz que clama en el desierto", pues necesita ser escuchado con respeto y obediencia -no ciega, claro es- pero debe tener sentido de la oportunidad para plantear y prever los problemas, sin dejarse sorprender por ellos. Ya hemos dicho que el jefe debe ser motor, tractor..., pero nunca "remolque".

El verdadero jefe, además de saber dirigir, ha de ser hombre capaz de formar, estimular y conducir en equipo las tareas del servicio.

CAPACIDAD DE MANDO

El líder-jefe aceptado por la mayoría- es siempre un conductor de hombres y un promovedor de ideas, que cada funcionario hace suyas para conseguir el buen resultado final del servicio.

Indudablemente, para mandar bien a los demás, el jefe, ha de saber mandarse a sí mismo. Su buena calidad - medida por los buenos resultados - viene dada más por su capacidad para dirigir bien a sus subordinados que por el caudal de los conocimientos específicos que posea.

La capacidad de mando es la condición más esencial de un buen jefe. El que no sabe mandar puede resultar ser un excelente especialista, un criminalista eminente, un buen lofoscopista, un científico, pero nunca un verdadero jefe (conocemos grandes especialistas, en diferentes técnicas policiales, que han fracasado como dirigentes).

JEFE DEL FUTURO

El saber ejercer el mando tiene mucho de arte - de ahí el título del trabajo-, pues el jefe debe conocer muy bien la institución policial, prever sus necesidades, buscar soluciones y conseguir siempre que lo posible sea realizable. La imagen del jefe tradicional se ha desvanecido ya y es bueno acostumbrarnos y motivarnos para vislumbrar el descubrimiento de una nueva imagen: "el líder", hombre realista, de reflexión y de imaginación, que debe sacudirse las viejas rutinas y poner su mirada, definitivamente, en el porvenir corporativo, que buena falta nos nace.

Esto jefe ha de ser, forzosamente, imaginativo y futurista para poder combinar los hechos naturales en un orden distinto a la realidad.

"La imaginación es más importante que el conocimiento”

PROTECCIÓN

El jefe debe ser un protector nato del subordinado, de forma que en los éxitos profesionales sepa recompensar con largueza y, en los fracasos, asumir la responsabilidad. De aquí que al buen mando se le devuelve en estimación lo que él ofrece en protección. No hay mando eficaz sin afecto y amor.

Los subordinados, en general, esperan tener un buen jefe, pues todos tenemos derecho a que se nos mande bien, pero el verdadero mando es más amado que tenido porque, a la larga, sabe convertir al grupo en equipo de trabajo, cuya eficacia se alcanza mediante una forma de autoridad aceptada, a través del entendimiento entre el dirigente y los dirigidos.

La responsabilidad consiste en asumir plenamente el éxito o fracaso de un servicio, ya que es el yunque donde se forja y templa el auténtico jefe. Se considera y es mal jefe el que no acepta sus errores y carga sus culpas sobre sus subordinados que, en definitiva, se limitaron a cumplir sus órdenes.

SABER HACERSE OBEDECER

El jefe debe ordenar con "modo", dando la impresión al subordinado de que coopera más que obedece. Debe cuidar la forma de decir las cosas, que es más importante, a veces, que el fondo y se olvidará de lo que es, pero jamás consentirá que le olviden los subordinados, ya que, si descuida su condición de mando, los subordinados olvidan pronto la suya.

Por ostentar el poder, el jefe tiene gramo derecho a mandar, pero la medida de su autoridad nos la dará el talento de hacerse obedecer. Mandar no consiste sólo en dar órdenes, sino hacer que éstas se ejecuten. Lo primero es muy fácil; lo segundo, no.

El jefe será cortés, pero nunca pretenderá contentar a todos, ya que así no dará gusto a ninguno. Debe darse la razón a quien la tenga y negarla a quien carece de ella.

PERSONALIDAD

La responsabilidad no es otra cosa que la manera de ser, estar y comportarse de una persona. Muchos rasgos de esta personalidad, físicos, síquicos, espirituales, intelectuales y morales, provienen del "yo (elemento interno) y otros de la circunstancia (elemento externo).

Mandar es siempre difícil porque no hay teoría que nos diga la forma de mejor hacerlo. Por regla general, es la personalidad del jefe la que marca el estilo de su mando y el modo de ejercer su autoridad, por lo que siempre existirán modos o estilos diferentes, según sea el temperamento o personalidad de cada jefe. Por esta misma causa, las posibilidades de cambio, en un jefe, son limitadas, pues si bien es fácil mudar de técnica y de conocimientos, no resulta igual cambiar de temperamento y estilo.

El que manda está obligado a ser ejemplo de entrega al servicio y a conseguir la convivencia.

ORDENES CLARAS

Las órdenes serán claras, precisas, comprensibles y que puedan realizarse, evitando que su redacción trate de esquivar posibles responsabilidades, ya que lo que no está claro y definido es muy difícil de cumplir. Cuando una orden redunda sólo en el exclusivo beneficio del jefe, su fin queda desnaturalizado y obedecerla es esclavizarse. Para mandar a otros es preciso dominarse a sí mismo y juzgarse con equidad. Quien no sabe obedecer, tampoco sabe mandar.

Las órdenes han de reunir dos requisitos: idoneidad y legalidad. El primero hace relación al contenido, y el segundo, a su formalidad. La orden, verbal o escrita, ha de contener un mandato realizable, expreso, claro y preciso. El mandato es un acto de autoridad que no se compagina bien con el jefe de estilo dubitativo y timorato.

COMUNICACIÓN

Tampoco debe el jefe encerrarse en su despacho como si éste fuera su torre de marfil. El puesto de mando será siempre transparente para ver y ser visto con los correspondientes canales de comunicación por donde fluya la información como savia vivificante que nutre la eficacia de los Servicios.

El ambiente de cordialidad. convivencia, confianza y amistad, que algunos jefes saben crear a su alrededor es siempre favorable para la buena marcha del servicio. De aquí que es bueno el trato deferente del jefe al funcionario, sin llegar a incurrir en familiaridades peligrosas.

Todo mando debe dar la sensación de que usa sus sentidos y, por ello, de que no es ciego, ni sordo, ni tonto, ni miedoso, ni débil, porque a todo funcionario le gusta saber lo que opina su jefe, incluso de él mismo y del servicio que presta a la sociedad.

Las reuniones, charlas y cambio de impresiones periódicas. contribuyen siempre a garantizar la convivencia y crear un clima de lealtad entre el jefe y sus subordinados.

Como el tema es tan amplio, ha de quedar incompleto, por lo que concluimos con las palabras escritas ya, en el teatro griego, por Eurípides de Salan Salamina, que recordaba a los Jefes de su época:

'El que manda, recuerde tres cosas:

(1) Que manda a hombres

2) Que debe mandar según Ley

(3) Que no mandará eternamente".

1 comentario:

  1. Excelente reflexión para quienes ejercimos el mando y orientador preventivo para quienes lo ejercen o próximamente lo ejercerán. 👏🏻

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