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viernes, 14 de diciembre de 2018

OPERACIÓN TRANQUILANDIA





Siendo director general de la Policía Nacional el Mayor General Víctor Alberto Delgado Mallarino ordenó dar inicio en diciembre de 1983 a la investigación en contra de Jorge Luis, Juan David y Fabio Ochoa Vásquez; Pablo Escobar Gaviria y Carlos Lehder, quienes lograron embarcar desde Chicago, Illinois, 76 barriles de éter para refinar cocaína, que fueron llevados directamente al complejo de refinamiento de clorhidrato de cocaína, integrado por 7 sofisticados laboratorios y 5 pistas aéreas clandestinas.

Por lo tanto, el 10 de marzo de 1984, la historia de la lucha contra el narcotráfico en Colombia sufrió un viraje de 180 grados. Ese día, un comando de fuerzas especiales de la Policía y agentes encubiertos de la DEA asestaron el golpe más contundente –hasta entonces–, que había recibido el Cartel de Medellín: el allanamiento al complejo cocalero de Tranquilandia.

Una vasta porción de tierra selvática ubicada entre los departamentos de Meta y Caquetá era el eje desde donde Pablo Escobar, los hermanos Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha producían y transportaban hacía el mercado internacional grandes cantidades de cocaína.

Croquis de la ubicación del complejo cocalero de Tranquilandia 
La operación de los “comandos” para penetrar al campamentos de Tranquilandia, en los Llanos del Yari, Caquetá, fue planeada y liderada por el coronel de la Policía Jaime Ramírez Gómez jefe de la Unidad Antinarcóticos, donde fue necesario el refuerzo del Grupo de Operaciones Especiales-GOES, toda vez que, según investigaciones, se tenía conocimiento de la presencia de guerrilleros de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias deColombia (FARC), del Movimiento 19 de abril (M-19), y de otros grupos subversivos quienes se encargaban de cuidar los laboratorios.

Coronel Jaime Ramírez Gómez 

Paralelamente, funcionarios de la Policía Judicial e investigación, con sus grupos de asalto, practicaron en helicópteros la incursión a Tanquilandia, días antes de dar el golpe final. Una vez estudiado milimétricamente todos puntos neurálgicos, con base en fotografías aéreas, se ordenó el desplazamiento a los campamentos donde se procesaba toneladas de clorhidrato de cocaína.


Los pilotos de los helicópteros del servicio aéreo de la Policía tuvieron que volar durante dos horas a escasos metros de las copas de los árboles, para evitar ser detectados a distancia por los narcotraficantes y guerrilleros.

Los helicópteros en desplazamientos suicidas ocuparon las cabeceras de la Pista Tranquilandia, mientras disparaban ráfagas de ametralladora contra los narcotraficantes que cubrían la fuga de un helicóptero en seis personas, al parecer "los capos” de la organización.

Sin embargo, la personal de Antinarcóticos y el GOES lograron ocupar la pista y despejar de esta múltiples canecas de 55 galones que habían sido ubicadas en la mitad para evitar el aterrizaje de otras aeronaves diferentes a las de los narcotraficantes.

Una vez despejada la pista aterrizó un avión de la policía con 20 Agentes del grupo operativo de Antinarcóticos, que reforzaron a los que ya habían ingresado a los campamentos y combatían con los delincuentes.

fotografía de policías antinarcóticos durante el operativo a Tranquilandia

Fueron tres horas de prolongado enfrentamiento armado, se combatió con los delincuentes que huían despavoridos por la selva. Otros se aprovisionaron de alimentos y huían por los caminos y trochas que existían en los campamentos.

Posteriormente otros “obreros de la droga” se entregaron, sin oponer resistencia a la Policía, dijo el comandante de la operación- una vez dominada la situación manifestó el oficial, la sorpresa fue mayúscula: se encontró construcciones rusticas usadas como viviendas y alojamientos para más de cien personas, dotados con sistemas de agua potable, criaderos de cerdos, de gallinas y pavos; congeladores; neveras, estufas, televisores, treinta y cuatro plantas eléctricas, cuatro tractores, dos pequeños camiones, una motocicleta, diez lanchas, diez compresores y otros electrodomésticos.

Pero por si fuera poco, la policía descubrió que los delincuentes tenían un sofisticado sistema de comunicaciones, para “alertar” a los habitantes de otros campamentos en caso de presencia de las autoridades.

Como la operación fue rápida, estos sistemas de comunicación fallaron y se frustró las intensiones de los delincuentes de destruir pruebas y escapar en su totalidad. Nunca esperaron ser descubiertos. 

A diez minutos de cada campamento existían otras pistas y los gigantescos laboratorios para el procesamiento de la cocaína.

En desarrollo de los choques armados la Policía logró penetrar al laboratorio de Tranquilandia y decomisar 15 toneladas de Base de Coca y tres toneladas de Clorhidrato de Cocaína listos para su exportación, drogas avaluadas en US$1.200 millones.

Horas después los osados narcotraficantes sorprendieron a las autoridades, robaron una lancha con motor fuera de borda y escaparon por el Río Yarí. Otros regresaron al campamento y se entregaron a las autoridades policiales.

La operación tranquilandia permitió desarticular siete gigantescos laboratorios para el procesamiento de cocaína, una decena de menor importancia y la retención de cuarenta hombres y cuatro mujeres.

La estructura de los campamentos y laboratorios era en madera. Tenían cinco pistas de aterrizaje, algunas equipadas con luces para operaciones nocturnas, además se inmovilizaron las avionetas Cessna HK 3064, HK 3007 -matriculadas en Colombia- N 3271 y YV 1085 P- matriculadas en el exterior y el helicóptero Huges 500, de matrícula colombiana HK 2704 X.

Las avionetas y helicópteros incautados allí, pero ante todo una libreta con las iniciales de las personas propietarias de los cargamentos que se exportaban a los Estados Unidos, puso al descubierto toda la organización del tráfico de narcóticos en el país.

Fotografía de la visita del Director General de la Policía MG  Víctor Alberto Delgado Mallarino a los laboratorios de Tranquilandia, con las manos en la cintura aparece el Teniente Coronel Jaime Ramírez Gómez jefe de la Unidad Antinarcóticos, quien lideró el operativo que termino con dicho complejo cocalero.
La retaliación de Pablo Escobar y sus socios no se hizo esperar. El 30 de abril de ese mismo año, cuando el Estado aún celebraba la hazaña, sicarios del Cartel de Medellín asesinaron en el norte de Bogotá a Rodrigo Lara Bonilla, entonces ministro de Justicia. Un líder político que, bajo las toldas del Nuevo Liberalismo y en su condición de alto funcionario estatal, había emprendido una cruzada contra las organizaciones mafiosas y también se ordenó el asesinato del Jefe de la Unidad Antinarcóticos Coronel Jaime Ramírez Gómez el 17 de noviembre de 1986.

Eventos gráficos del asesinato de Rodrigo Lara Bonilla 
Este agridulce episodio de la historia nacional se convirtió en el principio de una guerra sin cuartel entre el Estado y los capos del –por esos días– descollante movimiento del narcotráfico. Un fenómeno que durante los gobiernos de Alfonso López Michelsen (1974-1978) y Julio César Turbay Ayala (1978-1982) –tal y como lo relata el historiador Jorge Orlando Melo– no fue considerado un problema de fondo para Colombia.

Quizás por eso, en 1982 el poder de los principales carteles del narcotráfico alcanzó su apogeo. No en vano, para esa época llegaron a manejar un negocio que les permitía “importar divisas que oscilaban entre US$800 millones y US$2.000 millones, es decir entre 10% y 25% de las exportaciones totales del país. Se trataba de ingresos muy concentrados, con capacidad de influir la vida económica, pero a través de sectores reducidos de beneficiarios”, dice Melo.

Así las cosas, cuando las mafias de las drogas parecían saborear las mieles de su riqueza, el revés de Tranquilandia no solo empezó a aguarles la fiesta, sino que se convirtió en el día en que cambió de un tajo la lucha contra el narcotráfico en el país.

El coronel Ramirez Gómez declararía luego, bajo la gravedad del juramento, que el ministro Lara Bonilla le dijo en varias ocasiones que el hallazgo de Tranquilandia causaría su muerte según se le había hecho saber, y que en la libreta de envíos de cocaína se mencionaban cargamentos de "Pacho" para "P.E. y P.C.", iniciales que corresponden a lo que se conoce en Medellín como "la banda de los Pablos", Pablo Escobar y Pablo Correa. "Pacho" correspondería al nombre de Francisco Barbosa, lugarteniente de los narcotraficantes en Leticia, socio de Evaristo Porras.

El coronel Ramírez Gómez se retiró de la Unidad Antinarcóticos de la Policía y esperaba ser llamado para ascenso a brigadier general. 

EL ASESINATO DEL CORONEL JAIME RAMÍREZ GÓMEZ

Fuente: información tomada del articulo publicado por la revista Semana el día 13 del abril de 1987 titulado "Quien Mato al Coronel Ramírez" el cual se encuentra en la siguiente Url. https://www.semana.com/nacion/articulo/quien-mato-al-coronel-ramirez/8791-3

"...En el Tribunal Superior de Bogotá con ponencia del magistrado Pantaleón Mejía Garzón, fue cambiado el llamamiento a juicio por el asesinato de Lara Bonilla contra Pablo Escobar por un sobreseimiento de carácter temporal, lo cual implica la reapertura de la investigación. En esta nueva etapa procesal, una de las declaraciones que se debía ampliar era la del coronel Ramírez Gómez. La providencia del Tribunal fue adoptada en junio de 1986.

Un documento que lleva el nombre de "Memorando", y cuya autenticidad fue ratificada por dos fuentes diferentes que confirmaron su existencia en la Policía, permite concluir que desde el 25 de enero de 1986 elementos de esta institución tenían conocimiento de la existencia de un plan para asesinar al coronel Ramírez Gómez.

Fuentes de la Policía consultadas en varias oportunidades aseguraron que la información contenida en el documento pudo ser confirmada (incluso Carlos Espinoza, Cuco, apareció asesinado luego en Medellín), pero que no lograron profundizar en ella.

Uno de los sujetos que iba a bordo de un vehículo Renault 18 verde, de placas KF 4491, disparó contra el coronel Jaime Ramírez en la tarde del 17 de noviembre de 1986. El campero, en el que iba junto con su esposa y dos hijos, fue cerrado por el vehículo desde dónde le dispararon de manera repetida. Como medida de seguridad, el coronel alcanzó a frenar para que sus atacantes siguieran de largo. Por el contrario, se detuvieron unos metros adelante y uno de ellos se bajó y disparó varias ráfagas contra el coronel Ramírez Gómez, quien para entonces ya había fallecido.

El día en que fue asesinado el coronel Jaime Ramírez, no iba con escolta y sobre este hecho se presentan dos versiones: en la primera se asegura que Ramírez Gómez aceptó ir a la finca de un amigo personal y que rechazó el servicio de seguridad por tratarse de un sitio seguro que no frecuentaba. En la segunda versión se sostiene que, por el contrario, ese 17 de noviembre se le informó por un alto oficial de la Policía Nacional que los narcotraficantes habían cancelado la orden de asesinarlo.

Hasta el momento, el asesinato del coronel Jaime Ramírez Gómez se encuentra en completa impunidad..."

Fuentes web consultadas:
https://www.semana.com/nacion/articulo/quien-mato-al-coronel-ramirez/8791-3
https://youtu.be/4SkNOBP4EPM
https://es.wikipedia.org/wiki/Fuerzas_Armadas_Revolucionarias_de_Colombia
https://es.wikipedia.org/wiki/Administraci%C3%B3n_para_el_Control_de_Drogas   

Otras fuentes:

Revista Policía Nacional
Libro 25 años de creación de la Policía Antinarcóticos 

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