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jueves, 23 de agosto de 2018

Breve Historia de la Escuela de Capacitación Técnica de Agentes Conductores






El hombre siempre ha estado en la búsqueda de los mejores métodos para aligerar y acortar las distancias que los separan de los demás. El transporte ha sido la principal constante para que se desarrollen los más tecnificados y modernos aparatos para la movilización.

Uso de extremidades inferiores como medio de movilidad
De esta manera vemos, como sirviéndose primero de los miembros, las extremidades inferiores del cuerpo,  pasó a utilizar a los animales y construyó después pequeñas balsas para desplazarse por los ríos.


Utilización de animales como medio de transporte

Utilizó pequeñas balsas para desplazarse por los ríos
La invenciónde la rueda parte la historia del transporte en dos y les da una mayor agilidad y movilidad. Se idearon métodos de transporte masivo tirados por animales de variadas clases, hasta cuando a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, hizo su aparición el automóvil y desde ese instante el mundo comenzó a verse pequeño.

Invención de la Rueda

Primer vehículo mecánico inventado

Las distancias se fueron acortando, la invención del avión trajo las diferentes culturas en un abrir y cerrar de ojos, mientras el espacio sideral es cruzado por poderosas naves espaciales, llevando los interrogantes que se hacen los habitantes de la tierra por fuerzas desconocidas extraterrestres.


Primer avión para transporte de pasajeros 

Nave Espacial tripulada enviado a la Luna

La Policía desde comienzos de su historia, no quiso marginarse de todos los avances tecnológicos que se vinieron presentando en el mundo y  desarrolló paralelamente a sus actividades, la rama del transporte, con el fin de controlar todos los elementos con que contaba  para su movilidad.

En el año de 1914, tomó posesión de la presidencia de la República José Vicente Concha, quien nombró al General Salomón Correal como director de la Policía.




















Al asumir su cargo hizo aprobar por el Ministro de Gobierno, Miguel Abadía Méndez, la Resolución No. 30 por la cual se reglamentó un servicio remunerado de carro-ambulancia de la Policía para prestar sus servicios en los barrios más cercanos del centro de Bogotá. Se cobraría Un Peso-Oro, por el transporte de  un enfermo y desde los sitios más lejanos como San Cristóbal, Chapinero, Puente Aranda, el costo del servicio sería de Dos Pesos-Oro.

Facsímil de la Resolución 30 de 1914
Las personas atacadas por enfermedades contagiosas no tenían cabida en ese vehículo, sino en otro especial, destinado y adecuado exclusivamente para estos casos, servicio que era sin cobro alguno.



Carro ambulancia para el transporte de enfermos


Carro ambulancia especial para transporte de enfermos contagiosos

También adquirió el Cuerpo de Policía, posteriormente, otros vehículos de tracción animal como fueron: el carro de prisión, que conducía a los infractores de normas de policía, dejándolos dentro de este hasta por 24 horas, según la gravedad de la falta; y el carro de bomberos, equipado con los elementos requeridos para atender siniestros.


Carro Prisión

Recomendaciones para el uso del carro Prisión

Carro de Bomberos
En 1929 se inició en Bogotá el servicio motorizado y de agentes ciclistas, dependientes de la Dirección General.



Siendo presidente de la República Enrique Olaya Herrera y director der la Policía Nacional Alfonso Araujo en el año de 1932, apareció el primer parque automor de la Policía, conformado por tres vehículos marca Ford, así: un carro patrulla, un carro prisión y un carro ambulancia.   

 



















Primer parque automotor adquirido por la Policia
En el año de 1951, siendo el doctor Laureano Gómez, presidente de la República  y el general Miguel Sanjuán, director de la Policía, se fundó la Sección Transportes de la Policía Nacional, nombrándose como primer director al Capitán Héctor Pineda Gallo, esta dependencia tuvo su primera sede en la antigua Estación de Bomberos situada en la calle 10ª No. 17-75 de la ciudad de Bogotá (junto a la plaza España).





















El servicio con el que se contaba en aquella época, era de 36 vehículos destinados para la vigilancia en Bogotá, y otros Centros Administrativos de apoyo a los Departamentos de Cundinamarca, Meta, Tolima y Boyacá.

El 11 de enero de 1952, mediante Resolución 0038 se reglamentó el funcionamiento de la División Transportes y Talleres. Dicha reglamentación fijó las funciones de la sección, la cual tendría a su cargo el control de todos los vehículos al servicio de la Policía Nacional, y respondería  por el correcto funcionamiento de los talleres, así como la asignación de conductores idóneos para los vehículos de la Institución.

De esa misma manera se reglamentaron las distintas funciones para el Jefe de Estadística, para el Almacenista Técnico y demás jefes de sección.

Placa identificativa del personal de conductores adscritos a la División Transportes y Talleres

En ese mismo año aumentó el parque automotor en 25 radiopatrullas y 17 vehículos para el servicio administrativo, el número de personal era de 50 conductores y 24 mecánicos. Para finales de ese año se logró la primera importación de vehículos marca FORD de diferentes tipos así: 10 buses, 20 camiones, dos grúas, cuatro ambulancias un coche fúnebre, 25 camiones pequeños, 20 Jeeps Willys, 48 paneles (dos por departamento de policía).





En el año de 1953, siendo director de la Policía, el coronel del Ejército Francisco Rojas Scarpetta, se comisionó al teniente Luis E. Larrota Bautista, para que hiciera el estudio de creación de los talleres de mantenimiento, en coordinación con la Oficina de Ingeniería de la Policía.

En 1954, se hizo la importación de máquinas y equipo técnico dentro del cual se contaba con una cámara de pintura bastante completa que sirvió de modelo para otros talleres  privados que existían en la ciudad en ese entonces. Para este año la planta de conductores de la Policía era de 150 agentes y 50 mecánicos.

En el año de 1970, la sección transportes fue trasladada a la calle 10ª, con carrera 10ª, al moderno complejo de servicios de la Rama Administrativa de Muzú, quedando integrada por las dependencias de Transporte, Sección Comunicaciones y Almacenes de Intendencia.

Teniendo en cuenta las necesidades de capacitar personal idóneo para la conducción de los vehículos de la Policía Nacional, inicialmente se programaron cursos esporádicos de conducción de automotores en la Escuela Nacional de Carabineros y la Escuela de suboficiales Gonzalo Jiménez de Quesada. Debido al incremento del parque automotor recibido.

Nace la Escuela de Capacitación Técnica de Automotores.

Tradicionalmente los agentes conductores de la Policía Nacional eran un apoyo fundamental para desarrollar las tareas operativas que les corresponden a la Institución. 

En un comienzo se incorporaban ciudadanos con conocimientos y experiencia en conducción de vehículos, o se seleccionaban entre los agentes de vigilancia que voluntariamente deseaban cambiar de especialidad, acreditando los requisitos que para tal efecto exigía la Dirección de la Policía.

No obstante, lo complejo del servicio policial y el incremento de nuevas modalidades delictivas exigieron una mayor preparación del personal, llegando a convertirse la conducción de vehículos policiales en una verdadera especialidad técnica.  

Para estructurar la nueva dependencia como centro de formación y capacitación de personal de la Institución, el señor General Francisco José Naranjo Franco, Director General de la Policía Nacional, organizó mediante Directiva Permanente No. 044 del 21 de junio de 1983, el Centro Docente de Capacitación Técnica en Automotores, que funcionaría bajo la dependencia de la División Transportes, en la ciudad de Bogotá (transversal 33 No. 47A-35 sur) mientras se le asignaba presupuesto propio, planta de personal e instalaciones. Las instalaciones que ocuparon fueron construidas en una parte del lote denominado Muzú, adquirido por la Policía Nacional, el 6 de octubre de 1936. Dicho lote formaba parte del latifundio de la hacienda “La Laguna”.


A partir del 29 de julio de 1983 nace como una escuela, mediante Decreto 2137 en su artículo 68, literal D, Numeral 13, entra a formar parte de la Dirección Docente, como escuela, quedando dependiendo de la División de Escuelas de Formación y Especialización de Suboficiales y Agentes.

Su denominación, “Escuela de Capacitación Técnica en Automotores” la cual tendría a cargo la formación y capacitación en la conducción de vehículos, que le permitieran brindarle a la comunidad policial u servicio eficiente y seguro, caracterizado por la oportunidad en la atención de los múltiples servicios de Policía y por empleo racional de los recursos.

Al finalizar la capacitación en la  escuela, los miembros de la Institución quedaban habilitados como Agentes Conductores, este centro de formación y especialización policial, inició labores como escuela, con el curso 029 de agentes conductores por incorporación directa, el 1 de mayo de 1983, siguiendo la secuencia numérica de los cursos denominados Cambios de Especialidad que se venían efectuando en la Escuela Nacional de Carabineros Alfonso López Pumarejo y División Transporte.   
    
En 1985, mediante Resolución No. 7237 del 19 de noviembre se determina el Plan de Estudios para la formación de agentes conductores, conformado por 17 materias o temas, distribuidos en dos períodos cuya duración era de 20 semanas. Este plan de estudio se diferenciaba del establecido para los demás agentes de la Institución desarrollados en otras escuelas de formación policial, por el término de duración del curso, materias y contenidos, ya que está orientado más a conducir que a formar de dicho conductor un policía más.




Después  de un análisis y solicitud de la Escuela, la Dirección Docente reformó el Plan de estudios mediante Resolución No. 2883 del 5 de junio de 1986, teniendo en cuenta que los aspirantes a agente conductor para ingresar a la Institución debían saber conducir y contar con pase de conducción, y una vez egresado como agente tan sólo se diferenciaba de los demás policías por su labor especial de conductor, estando en igual capacidad de atender y resolver los múltiples motivos de Policía.

Con dicha reforma la duración del curso de formación de  agentes conductores fue de 32 semanas, con un plan de estudios similar, destacándose como materias exclusivas para la formación de agente conductor: práctica de conducción y vigilancia motorizada, motores y mantenimiento y técnicas de conducción, además de las materias básicas que le son dictadas a los demás agentes.

La especialización en motociclismo surgió en la Policía Nacional, como respuesta al desbalance del pie de fuerza de la Institución con respecto a la creciente demanda de intervención para reprimir y controlar actividades delictivas, subversivas y contravencionales, al ser la moto el medio mecánico que por su funcionalidad permite ampliar la cobertura del servicio de vigilancia y atender los requerimientos ciudadanos en forma oportuna.

Inicialmente esta actividad fue encomendada a los departamentos de policía y a la división trasporte, donde los aspirantes a motociclistas recibían una capacitación de cuatro (4) semanas sobre ejercicios de manejo y dominio de la moto. Posteriormente se delegó esta responsabilidad de capacitar a dicho personal en la Guarnición de Bogotá en donde se estructuró un plan de estudios con la realidad institucional.

A partir de 1987,  se asigna presupuesto a la “Escuela de Capacitación Técnica en Automotores” iniciando su verdadera estructuración administrativa y docente, se crearon el escudo, el himno y lemas (Resolución No. 0043 del 4 de diciembre de 1987); se organizaron las oficinas para la subdirección, sección docente, administración, personal, planeación, comandos de compañía, departamentos de estudio e investigación y disciplina. Igualmente se organizó la biblioteca, banda de paz, el periódico interno y se orientó el proceso  enseñanza-aprendizaje buscando el cumplimiento de programas, horarios, integrar la teoría con la práctica, facilitar la adquisición de habilidades y destrezas y capacitar técnicamente al personal de Agentes Conductores y Motociclistas.

Agente conductor portando sus insignias de modalidad del servicio la cual consta de una llanta con dos alas a los lados

En 1989, se gestionó ante el Instituto Nacional de Tránsito (INTRA), el reconocimiento de la Escuela, como Centro de Enseñanza Automovilística, petición que le fue aprobada mediante Resolución No. 391 del 30 de octubre de ese mismo año, previo al cumplimiento de requisitos establecidos para tal fin.

Primer curso de patrulleras "Conductoras"

Para el año de 1994, la Escuela de Capacitación Técnica en Automotores, en busca de enaltecer el género femenino, culminó la realización del primer curso de patrulleras "Conductoras", quienes fueron destinadas a diferentes unidades con la exclusiva misión de conducir vehículos de la Institución, destreza que hasta ese momento venía siendo realizada únicamente por los hombres. 

El primer curso de conductoras se realizó en seis semanas y abarcó las siguientes áreas: normas de seguridad, mecánica básica, normas de tránsito y técnicas de conducción de vehículos. 


Fue un hecho histórico el que por las aulas de la Escuela de Capacitación Técnica en Automotores, hubiesen pasado las patrulleras del primer curso de conductoras, el cual estuvo integrado por 17 mujeres entre patrulleras y agentes, pertenecientes a la entonces Sección Fuerza Disponible de la Estación XXIII de la Policía Metropolitana de Bogotá.




En 2008, las Escuela de Capacitación Técnica en Automotores dejó de funcionar y en su remplazo se creó la Escuela de Seguridad Vial mediante la Resolución No 03435 del 12 de agosto de ese mismo año.



  (Video de la reseña histórica de la Escuela de Seguridad Vial)
Video tomado de : https://www.policia.gov.co/files/resena-historica-escuela-seguridad-vial-policiadecolombia
        
https://recuerdosdepandora.com/historia/inventos/la-invencion-de-la-rueda/
https://www.aviacol.net/interes-general/historia-de-la-matricula-y-marca-de-nacionalidad-en-colombia.html
https://www.nationalgeographic.es/espacio/el-primer-vuelo-espacial-tripulado

viernes, 17 de agosto de 2018

OPERATIVO POLICIAL CONTRA “JOSÉ WILLIAM ÁNGEL ARANGUREN” ALIAS “CAPITÁN DESQUITE


José William Ángel Aranguren nació el 16 de julio de 1936 en la vereda Guadal del municipio de Rovira, departamento del Tolima, hijo de Samuel Antonio Ángel y de Gilma Aranguren, campesinos liberales que vivían del trabajo agrícola, donde vivió su infancia.

De regular estatura, piel trigueña, cabello negro, barba espesa, frente ancha, ojos castaños, cejas pobladas y orejas grandes; temperamento rebelde y era conocido con el alias del “El Orejón”.

A los 16 años presenció, junto con su familia, cómo Ovidio Hinojosa, alcalde conservador de Rovira en compañía de un grupo armado llamados chulavitas, masacraron a sangre fría a su padre y a sus tíos, siendo desplazada esta familia a Ibagué, “William, Gilma, Rosa Elvira y Amparo” vivieron allí en medio de muchas penurias y máxima pobreza.

José William se presentó al Batallón San Mateo para prestar el servicio militar; se destacó por su habilidad en el manejo de armas de fuego; destinado al Batallón de Policía Militar en Bogotá, donde se especializó en artillería pesada. Al término del servicio militar en 1956, las oportunidades laborales se le fueron cerrando; recorrió calles, se hizo amigo de jóvenes que estaban en sus mismas condiciones. Viajaron a Sevilla (Valle del Cauca), como recolectores de café en un período de cosecha; compró un revólver, un radio Sanyo, una guitarra y regresaron a Ibagué. 

Las malas compañías lo iniciaron en el vicio, la marihuana y la parranda. Junto con sus amigos y primos acordaron vengarse de la muerte de su padre y tíos, desplazándose a Rovira para localizar a Ovidio Hinojosa; recorrieron Guadual, La Cima, río Manso, donde ubicó a su víctima y a su familia. Lo obligó a arrodillarse y pedirle perdón, seguidamente lo masacró con tiros en la cabeza, junto con su señora e hijos. Consciente de la frialdad y gravedad de estos despiadados y crueles asesinatos toma camino al monte con sus amigos y envía a sus primos a Ibagué como informantes y para proteger a su madre y hermanas, manifestándoles que a partir de la fecha se llamaría “Capitán Desquite”. Su vida y su muerte; su venganza, el desquite y este alias marcó su forma despiadada en su accionar delictivo.

Por los montes del Tolima establece contacto con la cuadrilla de Teófilo Rojas Varón alias“Chispas”, quien lo somete a pruebas y órdenes propias de su organización, el “Capitán Desquite” le manifiesta que no estaba para recibir ni cumplir órdenes, por lo cual acordaron ser aliados, nada más. Buscó ayuda de políticos y gamonales liberales de la región y organizó su propia cuadrilla vandálica, junto con Gustavo Ávila alias “Capitán Veneno”. 


Fotografía de Teófilo Rojas Varón alias“Chispas”
Fuente: fotografía tomada de http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-60_anos__de_la_muerte_de_chispas_en_el_quindio_-seccion--nota-55876.htm


Dotados de logística, armamento, fusiles y carabinas, inició su actividad como bandolero, asesinando a campesinos, a sus esposas e hijas, violando a las mujeres en presencia de sus padres o esposos, luego degollándolas a machetazos y colgando sus cabezas en las ramas de los árboles, atadas de sus respectivos cabellos, además de ello desencadenó otra serie de acciones terroristas dentro de las cuales figuraron: 

En 1967 asaltó con cuatro hombres más al pagador de la Compañía Colombiana de Tabaco  del Espinal, en el sitio “El Bajío” del Municipio de San Luis (Tolima) dando muerte a tres personas y apoderándose de veinticinco mil pesos.

El 16 de marzo de 1961 asaltó la hacienda “La Esmeralda”, en jurisdicción del Municipio de Pulí, Departamento de Cundinamarca, dando muerte a siete campesinos.

El 20 de marzo de 1961 perpetró un asalto a la vereda de “Las Aguas”, corregimiento del Municipio de Junín, en el Municipio de Venadillo, asesinando a dos campesinos de la finca “El Bremen”.

El 19 de abril de 1961 asaltó la hacienda “La Argentina”, en la vereda “Gallego”, del Municipio de Venadillo, masacrando a veinte campesinos.

El 4 de diciembre de 1961 dio muerte violenta a seis campesinos en la vereda “La Morada”, de Venadillo.

Jacinto Cruz Usma (alias “Sangrenegra”)
El 2 de abril de 1962  en combinación con la cuadrilla de Jacinto Cruz Usma (alias “Sangrenegra”) y Luis Noé Lombana Osorio (alias “Tarzan”), emboscó dos camiones del Ejército con tropa, dando muerte a un suboficial, catorce soldados y dos civiles e hiriendo a otro suboficial y cuatro soldados, en el sitio “El Taburete”, jurisdicción del Líbano (Tolima).

El 27 de junio de 1962 asaltó la hacienda del señor Benjamín Espinosa en jurisdicción del Líbano, dándole muerte y decapitándolo.

El 18 de diciembre de 1962 asaltó la hacienda “Calmonte” en el municipio de Armero, secuestrando a dos menores, los que decapitó luego de cobrar los cinco mil pesos que exigió por su rescate.  

El 13 de febrero de 1963 asaltó un bus de la Empresa “Arauca”, sobre la carretera Fresno-Mariquita; donde dio muerte a una persona, hirió a cinco, violó a una mujer y secuestró a tres pasajeros.

El 18 de abril de 1963 en asocio de la cuadrilla de Luis Noé Lombana Osorio Alias “Tarzan”, asaltó la hacienda “La Plata”, en el municipio de Honda, decapitando a cuatro personas.


Fotografía de Luis Noé Lombana Osorio Alias “Tarzan

Fuente:http://www.colarte.com/colarte/ConsPintores.asp?idartista=15821&pest=busqueda
El 5 de agosto de 1963 en el sitio de “La Italia”, sobre la carretera Victoria-Marquetalia (Caldas), asaltó dos volquetas oficiales, un camión y un bus de la Empresa “Arauca”, decapitando a treinta y nueve personas y llevándose un botín por cerca de doscientos cincuenta mil pesos.

El 21 de septiembre de 1963 decapitó a cinco campesinos, en la vereda “Las Damas”, jurisdicción de El Líbano.

En la misma fecha y en el sitio “La Esperanza”, del indicado municipio, dio muerte violenta a cuatro campesinos.

El 12 de diciembre de 1963  asaltó la vereda “El Salado”, de El Líbano, dando muerte a ocho personas entre ellas a cinco niños.

El 6 de febrero de 1964 en la vereda “Las Palomas”, de Manizales, emboscó a una patrulla del Ejército, dando muerte al soldado Luis E. Lozano.

El 12 de marzo de 1964 en la finca “El Volcán” de El Líbano, secuestró a un menor, lo obligó a cavar su propia tumba, le atravesó el corazón de una puñalada  y después de esto los descuartizo en ocho pedazos, ya que el hoyo cavado era más pequeño que el cuerpecito del menor.

Cuando los liberales y gamonales liberales no lo apoyaron más económicamente, Desquite le dijo  a sus bandidos: “la suerte está en nuestras armas y en el destino de Dios, yo quiero que sepan que a nosotros, los políticos liberales nos han dejado solos. Tanto que luchamos por ellos para protegerlos y matar las carroñas conservadoras. ¡Así nos pagan!. Ahora nos toca enfrentar godos y oligarcas liberales, porque se unieron en un Frente Nacional”.


Diferentes acciones realizadas en la decada de los 60
por los bandoleros.

Fuente: Imagen tomada de la revista Criminalidad de la Policía Nacional de 1959

Sus matanzas se hicieron indiscriminadamente, el Ejército y la Policía cerraban el cerco sobre uno de los bandidos más cotizados de la época, el gobierno ofrecía una recompensa de $160.000 por información, captura o baja.

Acciones conjuntas del Ejército y la Policía Nacional, previas a la muerte de "Desquite".

Hacia los primeros días del mes de enero de 1964, Desquite y su cuadrilla, acosados por las tropas del Batallón Colombia, se desplazaron a regiones rurales del municipio de Neira, Caldas, en busca de refugio para él y sus gentes. Su presencia fue advertida entonces, por tropas regulares  y su persecución se intensificó aún más. El batallón Colombia entró en acción: destacó una Compañía (La “B”) en los límites de los departamentos de Caldas y Tolima y de allí se envió una patrulla a jurisdicción de Neira, al mando del subteniente Edgar Alfonso Tovar, quien denodadamente persiguió a Desquite hasta perecer en su cometido, rodándose por un peñasco el día 16 de enero en la región de “Guacas” de esa jurisdicción.

Posteriormente, el 30 de enero de ese mismo año, el Subteniente de la Policía Víctor Manuel Castiblanco Borja, Comandante de la Subestación de Policía "Neira" al mando de siete agentes localizó a Desquite en la vereda “Guacas”. En esa oportunidad Desquite tenía unos quince hombres muy bien armados y en la confrontación con el Subteniente Castiblanco Borja, este último con sus agentes logró dar de baja a uno de los bandoleros y recuperó el siguiente material de guerra: una carabina San Cristóbal Kiraly M2, número 9772, la cual tenía grabado un letreo en la abrazadera superior que decía “Desquite”; trecientos treinta y ocho cartuchos para la misma; tres proveedores números 102-15, 219-74 y 9299; una granada de fragmentación americana (MK2), un cinturón con chapa; cuatro cartucheras sencillas; dos porta-proveedores para carabina; dos uniformes militares completos, color habano y dos pares de botas de campaña del Ejército.

Después de esta pérdida,  Desquite se encaminó con su diezmada cuadrilla nuevamente al departamento del Tolima, burlando la operación de envolvimiento, que realizaban en esa área conjuntamente las tropas de la Policía y el Ejército.


Por la anterior acción, la Dirección General de la Policía mediante Resolución No. 01044 del 9 de abril de 1964 firmada por el señor Brigadier General Saulo Gil Ramírez Sendoya Director de la Policía, le otorgó al señor subteniente Víctor Manuel Castiblanco Borja y al personal que participó en el mensionado operativo, el distintivo especial “Servicios Distinguidos” de primera y segunda clase, en reconocimiento a la actuación destacada de orden público por parte de ellos. 

Facsímil  de la Resolución 01044 del 9 de abril de 1964
Fuente: Tomada de la Revista de la Policía Nacional, edición 104, año 1964, pag 88.

COMO FUE LA ACCIÓN POLICIAL QUE DIO DE BAJA A “DESQUITE”

En una entrevista que el entonces Teniente Coronel Oscar Held Klee le hiciera al señor subteniente de la Policía Nacional, José Álvaro Márquez Montañez de como lideró la acción que le dio de baja al criminal “Desquite” este le narro lo siguiente:

Para “Desquite” su fiel amigo era un radio de pilas marca Sanyo, al cual se le descargó las pilas, hecho que marcó el principio del fin. Al solicitarle a un campesino le trajera unas pilas nuevas del pueblo, este lo reconoció y a eso de las 5 de la tarde del día 16 de marzo de 1964, el campesino optó por llegar al comando de policía Venadillo (Tolima), para informar que en la vereda “Rosa Cruz” de Junín y más precisamente en la finca denominada “La Zulia”, se encontraba el temible bandolero “Desquite” en asocio de varios de sus compinches.

¿Y qué reacción tuviste ante este hecho?

La que debe tener todo hombre de la Policía que ama a su patria y es fiel a su juramento de luchar por la paz de Colombia.

El teniente haciendo una pausa prosigue: primero que todo localicé con exactitud la finca en los mapas de la región que se poseen en el comando de la Policía y, luego, sin pensarlo dos veces llamé al Sargento Gilberto Cárdenas Baracaldo, quien en ese entonces era mi subalterno directo y estaba de comandante del Puesto de Junín. Lo enteré pormenorizadamente de todo y de común acuerdo organizamos y planeamos la operación “Desquite”.

Como no había tiempo que perder por saber de la gran movilidad táctica de esos bandidos dispuse una concentración urgente de unas cuantas unidades de policía en el Puesto de Junín a donde llegué a las ocho de la noche.

¿Y que paso en ese lugar?

Allí rápidamente di las instrucciones correspondientes sobre la seguridad al personal y lo enteré de lo delicado y peligroso de la misión a cumplir. Todos a uno como buenos policías, y a pesar de no ser muchos ni saber el número de los enemigos, los hombres se me mostraron como verdaderos valientes y sonrieron ante el peligro que les esperaba.

¿De cuántos hombres contaba la comisión?

Incluyendo al Sargento Cárdenas Baracaldo y al suscrito emprendimos a esa hora la marcha, 15 policías. Nuestra meta en primer término era alcanzar la vereda “La Betulia” a la cual arribamos a eso de las once y treinta de la noche.

¿Y porque tanto interés de llegar allí?

Pues porque allí precisamente me esperaban desde hacía rato los informantes quienes me concretaron aún más los datos. Así las cosas y andando lo más rápido posible organicé nuevamente la marcha con dirección al cruce que en esa región conduce a la vereda de “Santa Rita” no sin antes comunicarme por radio en ese momento con el comandante del Batallón Colombia, en ese entonces Coronel José Joaquín Matallana quien aplaudió mi acción y me ofreció el envío de un refuerzo desde el municipio de Armero, lo que me obligó a ocupar dos agentes de policía para hacerlos devolver al Puesto de Junín, a fin de que condujeran a los soldados hasta el cruce denominado de “Santa Rita”.

Y a todas esta, con decirle que como mandado por Dios cayó a la medianoche un torrencial aguacero lo cual ayudó a mitigar el cansancio. De esta manera  arribamos al cruce de “Santa Rita” a eso de las cinco de la mañana del día 17, y casi en seguida llegó el refuerzo del ejército guiado por los agentes de la policía Torres y Ascencio, quienes en esta forma cumplieron una excelente labor.

El refuerzo era de siete soldados y un sargento segundo de apellido Peña.

Y ya reunidos ejército y policía, ¿Que hizo usted en ese cruce de “Santa Rita”?

Inmediatamente instruí a los recién llegados sobre la misión que íbamos a realizar y reorganicé la operación con los sargentos Cárdenas y Peña. Posteriormente emprendimos la marcha hacia el río Palmar y al llegar allí ordené al Sargento Cárdenas que tomara bajo su mando nueve agentes de la policía y los distribuyera de a tres a lo largo de la ribera del río para taponar cualquier posible salida de los bandoleros.

Entre tanto yo continué la marcha con el sargento Peña del Ejército, cuatro agentes y cinco soldados y en un lugar estratégico más arriba, que servía de observación, deje un soldado y un agente. Igual cosa hice en un sitio cubierto,  propicio para emboscada donde dejé también una patrulla de dos soldados y un agente.

Pero a todas estas ¿usted para dónde iba?

Iba a dar un golpe de mano en una casa de la región donde se decía estaba oculto Desquite y su cuadrilla lo que realmente hice a las seis de la mañana con resultados negativos. Solamente encontramos un hombre y a una mujer con tres niños quienes negaron por completo la presencia de los bandoleros por esos lugares. No les creí y dispuse que un agente los arrestara dentro de la casa para evitar que dieran aviso.

¿Qué paso entonces ante ese fracaso?

No nos dimos por vencidos y comenzamos a requisar todas las casas aledañas a la zona que tenía cercada, es decir, ordené hacer un reconocimiento minucioso del terreno lo que dio como resultado que a eso de las siete y treinta de la mañana se oyera un tiroteo sobre la rivera del rio, ante lo cual acudimos en apoyo del Sargento Cárdenas Baracaldo y sus hombres.

¿A que atribuyó el Sargento Cárdenas Baracaldo el tiroteo?

Según me contó este suboficial más tarde, él y dos agentes de la policía que estaban apostados sobre la ribera del río alcanzaron a ver la desesperación de los bandoleros por huir ante lo cual les salieron al encuentro. Viendo éstos la actitud resuelta de la patrulla se devolvieron y comenzaron a gritar “alcáncenos sin son machos”. Y agrega que ante la circunstancia de que trataban de escaparse, tomó de su cintura una granada M1 y la lanzó contra los bandidos los cuales fueron alcanzados por algunas esquirlas y quedaron heridos pero sin embargo, huyeron. Esto lo obligó a dispararles varias ráfagas de su subametralladora Madssen hecho que indujo a los bandidos a dar media  vuelta y tratar de ganar el río, lo que no pudieron hacer pues allí fueron recibidos por otra patrulla que los terminó de dar de baja. El éxito fue rotundo, caen abatidos a las 08:30 horas del 17 de marzo de 1964; José William Ángel Aranguren alias “Desquite”, Gilberto López alias “ Peligro”, Gustavo Ávila alias “Veneno” y Alfonso Parra alias “Pata de chivo”. Posteriormente se practicó la diligencia de levantamiento de los cadáveres, donde se estrableció “Desquite” recibió ocho impactos de bala.

¿Recuerda usted donde quedaron los cadáveres y cuantos dieron de baja?

Claro que sí. Incluyendo a Desquite, cuatro bandoleros. El primero Alfonso Parra (a. “Pata de Chivo”), cayó a la orilla del río; el segundo Gustavo Ávila (a. “Veneno”), cayó a tres metros de distancia del anterior; el otro  conocido como Alfredo López (a. “Peligro”), se encontró muerto detrás de un cafetal y finalmente el cadáver de José William Ángel Aranguren (a. “Desquite”), fue hallado detrás unas piedras donde se había atrincherado.

¿De sus propias tropas hubo algún herido?

Afortunadamente ninguno, pues, a pesar de durar el tiroteo por espacio de veinte minutos, los hombres bajo mi mando cumplieron a cabalidad muy bien las instrucciones y supieron conservar la seguridad.

¿Qué sucedió después?

Al terminar la acción, eran las ocho y treinta  minutos de la mañana, procedí a hacer el inventario del armamento, munición y elementos que tenían los delincuentes el cual constaba de: Desquite, un fusil de siete milímetros, número 2733, con noventa y seis cartuchos, fusil que en la culata tenía una impresión que decía “esta es mi vida; también se le halló un revólver calibre 38 largo Smith&wesson, número 2073 y seis cartuchos para el mismo; a  Pata de Chivo se le encontró una carabina San Cristóbal Kiraly M.2, número 7972, con cuatrocientos veintitrés cartuchos; a Veneno un fusil punto treinta, número 16342, con ciento cinco cartuchos y un morral con medicina, pilas y aceite para el aseo de armamento y a Peligro un fusil punto 30, modelo 1940, con ciento diez cartuchos y un granada de fragmentación, americana  (MK2).

Una vez inventariado todo le informé a los respectivos comandos e iniciamos con todos a construir un helipuerto para sacar los cadáveres de los bandoleros y trasladarlos al Batallón Colombia en Armero. Mientras tanto interrogué nuevamente al que estaba arrestado en la casa y ya sin el temor de una represalia, confesó que realmente Desquite y sus cómplices habían estado en su casa el día anterior y lo obligaron a darles alimentación bajo amenazas de muerte para él, su mujer y sus hijos.  

Con esta respuesta concluyó su entrevista el teniente José Álvaro Márquez Montañez.



Fotografía donde se observa al subteniente de la Policía Nacional José Álvaro Márquez Montañez (al centro, con casco), cunado rendía su informe verbal ante el Coronel Hernando Currea Cubides (derecha, de perfil), comandante de la VI Brigada, sobre la acción planteada y dirigida por la Policía para someter al bandolero “Desquite”, que cayó abatido al oponer resistencia. Presencian la escena el teniente Coronel Luis Tejada Zapata, Comandante del Departamento de Policía Tolima y otros oficiales de la institución.


Por su acción contra Desquite merecieron condecoraciones “Al Valor”, primera clase el Subteniente José Álvaro Márquez Montañez, de la Policía Nacional; segunda clase, los sargentos Gilberto Cárdenas Baracaldo (Policía), Antonio María Peña (Ejército), Dragoneante Alfonso Ramos Fusa (Ejército) y los Agentes de la Policía Carlos Arturo León Giraldo; Ramón Samuel Jaimes; Segundo Eustacio Ascencio  Rincón; José Eliécer Franco Sabogal;  José Vicente Garavito Garavito; también los soldados del Ejército: Romero Cepeda Jorge y Riaño Mora José Vicente.

FELICITACIÓN ESPECIAL POR LA ACCIÓN CONTRA DESQUITE.

Mediante Resolución 065 de 1964, tambíen recibieron una felicitación especial el teniente Coronel Luis Tejada Zapata, Comandante del Departamento de Policía Tolima, Subteniente José Álvaro Márquez Montañez; Sargento segundo Gilberto Cárdenas Baracaldo; Dragoneante Nicanor Chara Gómez y los Agentes: Segundo Eustacio Ascencio  Rincón, Héctor Alberto Borbón Torres, Segundo León Pío Bolaños Burbano, José Eliécer Franco Sabogal,  José Vicente Garavito Garavito, Ramón Samuel Jaimes, Carlos Arturo León Giraldo, Manuel Rodríguez,  José Roberto Rosas Beltrán, Anastasio Rodríguez, Luis José Montes Giraldo, Nicanor Velásquez Martínez y Jorge Eliecer Zúñiga Valencia.


El Gobierno Nacional y la sociedad colombiana toda felicitaron al personal de la Policía Nacional y del Ejército por su valiente actitud de servicio en el planeamiento y desarrollo de la operación que condujo al aniquilamiento definitivo del temible antisocial “Desquite”.
COMPENDIO FOTOGRÁFICO DE LA CEREMONIA DE RECONOCIMIENTO POR LA OPERACIÓN DONDE SE DIO DE BAJA A "DESQUITE"
Armero (Tolima).- en la gráfica aparecen el señor Mayor General Jaime Fajardo Pinzón, comandante del Ejército Nacional, el señor Brigadier General Saulo Gil Ramírez Sendoya, Director de la Policía Nacional y el señor Coronel Hernando Currea Cubides, Comandante de la VI Brigada, pasando revista al personal del Batallón Colombia y de la Policía Nacional que tomó parte en la acción contra el Bandolero “Desquite”, momentos previos a ser condecorados.  
En esta foto, el señor secretario de gobierno de Caldas impone al Subteniente José Álvaro Márquez Montañez la condecoración medalla  “BENJAMIN ORTIZ PALACIO”, con la cual el Departamento de Caldas condecora a sus más preciados servidores.
En la fotografía aparece el Subteniente José Álvaro Márquez Montañez recibiendo de manos del Director de la Policía Brigadier General Saulo Gil Ramírez Sendoya la condecoración medalla “Al Valor”.
En la fotografía aparece el Director de la Policía Brigadier General Saulo Gil Ramírez Sendoya imponiéndole la condecoración medalla “Al Valor”, al Sargento Segundo Gilberto Cárdenas Baracaldo en virtud a su decidida participación en la operación contra Desquite.


En Armero, el señor Brigadier General Saulo Gil Ramírez Sendoya, Director de la Policía Nacional, impuso al señor Coronel Hernando Currea Cubides, Comandante de VI Brigada del Ejército, la condecoración que le fue conferida por la actividad desplegada para obtener el aniquilamiento del antisocial “Desquite”. La ceremonia tuvo lugar ante altas autoridades del Tolima y representantes del Gobierno Nacional. A la derecha aparece en traje de fatiga, el Subteniente de la Policía  José Álvaro Márquez Montañez, autor de la acción donde se dio de baja a Desquite.


BREVE CRONOLOGÍA DE LA VIDA DEL SEÑOR TENIENTE JOSÉ ÁLVARO MÁRQUEZ MONTAÑÉS



El valor, la lealtad de las instituciones y el arrojo de cada uno de los policías y soldados que enfrentaron y acertaron exitosamente la baja de cuatro jefes temerarios asesinos; digno y meritorio recordar los valores profesionales y éticos del señor Subteniente José Álvaro Márquez Montañés (q.e.p.d.), artífice determinante de tan exitoso operativo, integrante del curso 023 de oficiales de la Policía Nacional, promoción General José Antonio Páez Herrera. Decreto 3100 del 28 de noviembre de 1962.

Pero ¿quién era José Álvaro Márquez Montañés? Veamos: José Álvaro Márquez Montañés nació el 24 de noviembre de 1940 en el municipio de Monguí, departamento de Boyacá; hijo de Ulpiano Márquez y de Adelia Montañés. Allí creció y pasó su infancia e inicia sus estudios de primaria, para luego ingresar al colegio Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, en donde cursó los seis años de bachillerato y lo acredita con el grado de bachiller.

En enero de 1961, una vez superados los exámenes de selección e incorporación, ingresa como alumno de la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander en Bogotá e integra el cuarto pelotón de la primera compañía de cadetes. Aprobó el pensum de estudios e instrucción académica programada para cada grado, recibiendo el grado de Alférez el 5 de diciembre de 1961, el grado de subteniente el 5 de diciembre de 1962, el grado de teniente en 1966, el grado de capitán en 1970 y el grado de mayor en 1974.

Fue destinado a prestar sus servicios en los siguientes departamentos de la Policía Nacional: Departamento de Policía Bogotá como Comandante de la Sección de Vigilancia, Departamento de Policía Tolima; como Comandante de Puesto de Junín y Estación Venadillo, Departamento de Policía Antioquia; como Comandante de Estación de Policía Cañas Gordas, Departamento de Policía Cesar Comandante de Estación Cisneros y Estación Valledupar. En las Escuelas de Policía Gabriel González en el Espinal y Eduardo Cuevas en Villavicencio Meta, como Director.

La Dirección General de la Policía Nacional, en premio a la actuación destacada de orden público, por parte del Subteniente José Márquez Montañez y del personal que con el actuó, les confirió la Medalla “Al Valor”, mientras que por su parte la Gobernación del Departamento de Caldas, les otorgó una condecoración recientemente creada para esa fecha, denominada “Benjamín Ortiz Palacio”, mediante Decreto número 0176 y 0180 del 20 de marzo de 1964, por sus invaluables servicios prestados en pro de la paz de la República y como premio al valor y a la lealtad. 

El señor Coronel Hernando Currea Cubides, Comandante de la Sexta Brigada, tambíen le envió una nota de felicitación, por su actuación acertada y efectiva en la acción coordinada con tropas del Batallón Colombia el día 17 de marzo de 1964.

De otro lado la Gobernación del Tolima entregó la suma de cien mil pesos ($100.000) de recompensa a la persona que supo prestar este eficaz servicio, denunciando a “Desquite” y su cuadrilla.

El Teniente José Márquez Montañez también fue enviado en comisión de estudios a los Estados Unidos de América, a hacer un curso sobre “seguridad pública”.

El 11 de febrero de 1966 contrae matrimonio con la señorita Yolanda Monsalve Arango, en la Iglesia de Cañas Gordas en Antioquia. De esta unión matrimonial nacieron: María Cristina, María Victoria, María Helena y Álvaro Andrés (q.e.p.d.). 

En 1980 pasa a la reserva activa de la Policía Nacional y se dedica a la actividad comercial independiente. 

El día 19 de agosto de 1995, un paro cardiovascular le arrebató sus fuerzas vitales.

Toda su vida fue una lucha constante de superación personal, un especial compromiso consigo mismo, con la Institución y con la patria. De temperamento tranquilo, reservado, prudente y sincero, resignado a soportar dificultades inteligentemente.

Tomó sus decisiones con sano juicio y con audacia en los momentos más difíciles, para lograr exitosamente una misión. Trabajó con eficiencia, con transparencia en las acciones y con un profundo sentido de la responsabilidad.

Paz en su tumba.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Revista de la Policía Nacional, edición 104, año 1964.
Academia Colombiana de Historia Policial- Cuaderno Histórico No 17 de 2011, página 148 a 156
Artículo publicado por el señor mayor (r) Víctor Manuel Cova Peralta, el día 12 de abril de 2011.
Comentarios publicitarios en diarios, revistas.

paginas web consultadas:

Tobon Alfredo, “Los chulevitas de boavita”, 2012. Recuperado el 20 de diciembre de 2017 de historiayregion.blogspot.com
Redacción el Tiempo, “Del origen de la violencia colombiana”, 1991. Recuperado el 20 de diciembre de 2017 de eltiempo.com
Osorio Henry, “Historia de la violencia en Colombia”, 2009. Recuperado el 20 de diciembre de 2017 de elrincóndelashumnidades.com
https://es.wikipedia.org/wiki/Los_Chulavitas
https://www.gonzaloarango.com/ideas/desquite.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Jacinto_Cruz_Usma
https://www.esmic.edu.co/area_egresados_graduados/institucional/egresados_destacados/egresados/general_jose_joaquin_matallana_1695