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martes, 3 de abril de 2018

Génesis de los Carabineros de Colombia -Mayor Eduardo Cuevas García-



El término Carabinero fue tomado de la denominación que dio, en Italia a mediados de 1798, el virrey Víctor Manuel II a unos cuerpos de  de milicia que portarían carabina y que se distinguirían con el nombre de "Carabineros de la Guardia  Piamontesa".




Víctor Manuel II

Para 1805, Simón Bolívar viajó a la República de Italia y allí conoció personalmente a los famosos "Carabineros de la Guardia  Piamontesa Italiana", quedando gratamente impresionado por la marcialidad, uniformidad y prestigio de ese cuerpo armado. Seguramente el Libertados Simón Bolívar tomó el nombre de "Carabineros" de las milicias piamontesas para asignarlo al Escuadrón de su Guardia Personal compuesta por 80 soldados a caballo armados de carabinas.

En 1819, en la Aldea del 70, territorio Venezolano, Bolívar reorganiza sus ejércitos y elige como su guardia personal a un grupo de 80 hombres de lo más selecto de su ejército dándoles el nombre de Escuadrón de Carabineros de la Guardia Personal del General Simón Bolívar.
Libertador Simón Bolívar

Esta guardia selecta de carabineros fueron los héroes destacados en los encuentros con realistas en Pisba, Paya, Corrales de Bonanza, El Pantano de Vargas y El Puente de Boyacá, siendo esta última batalla el puntillazo final que aniquiló para siempre el ignominioso dominio Español en nuestro suelo patrio.


Ejército patriota de Simón Bolívar (Batalla de Pisba)

El 17 de mayo de 1819, el Ejército del Libertador con el General Bolívar a la cabeza abandonan el territorio venezolano, salen de Rincónhondo (Venezuela) a orillas del Río Apure con rumbo a la Nueva Granada, llegando el 18 de mayo al pueblo de 70 todavía en territorio venezolano; es ahí donde por primera vez, se escuchan las palabras de. "La Carabina a caballo de la guardia especial del libertador". El gran Ejército Libertador llega el 20 de mayo a Quintero, el 21 a Mantecal donde permanece hasta el 26 del mismo mes; el 27 continúa la marcha hasta El Alto de los Días y luego a Guasdualito, donde acampan el 2 de junio. Allí encuentra el Libertador al General Páez, quien se dirige al Apure para obrar sobre la provincia de Barinas, y con orden de moverse sobre Cúcuta si era necesario. Sabe entonces el Ejército cuál era el destino de la Expedición. 

Esta Expedición se componía de 4.160 hombres al salir de Rincónhondo en Venezuela; en esa vanguardia granadina había 1.600 hombres a caballo, la mayoría armados de Carabinas de Chispa, pero al llegar este Ejército Libertador a Soacha ya en la cumbre andina colombiana sólo llegaron 2.600 "Desarrapados Sublimes". En cincuenta días de marcha se habían perdido el 40% de los efectivos del Ejército Bolivariano.

Al salir de la Aldea, Bolívar y sus comandantes establecen el orden de marcha para casi 5.000 hombres. La moral de la tropa era muy alta, en sus mentes una sola consigna: luchar y vencer para ser libres. Al atravesar las interminables y ardientes llanuras de Apure, Arauca y Casanare comienza la tragedia: docenas de soldados acosados por la sed bebían aguas malsanas de los caños que les producían violentas diarreas y la consecuente deshidratación de la cual morirían; otros fueron devorados por pirañas al pasar por los caños, muchos cayeron en las fauces de los caimanes atravesando los caudalosos ríos durante el invierno llanero. En las noches, los soldados acosado por necesidades fisiológicas salían del campamento internándose en los rastrojos en donde caían bajo el zarpazo de las fieras.

Las víboras venenosas  con su letales mordeduras, los mosquitos y zancudos transmisores de anemia y paludismo dieron cuenta de muchos hombres de aquella heroica expedición; una larga cuenta de cadáveres quedaron tendidos a la vera de las trochas o en las playas de los caudalosos ríos. La llanura inhóspita no perdonaba.

Al dejar las ardientes llanuras, aquel ejército sublime enfrentó a un enemigo aún más temible y despiadado: Los gélidos páramos de las cumbres andinas, los soldados son atacados por unos enemigos invisibles y crueles; el hambre, el frió y las enfermedades pulmonares; un buen número de ellos murieron por congelamiento (Hipotermia). No fueron las armas españolas las que diezmaron nuestro glorioso ejército; fueron esta la razón por la cual el Ejército Patriota perdió más del 40% de sus efectivos en esta marcha audaz, sublime y heroica. 

Siguiendo la investigación histórica de la incidencia de los Carabineros Patriotas durante esas campañas encontramos en el libro del doctor Euclides Rojas la siguiente información refiriéndose a la mañana del 7 de agosto de 1819, día de la batalla del Puente de Boyacá así: "El mismo día y desde muy temprano el Ejército patriota listo para la marcha estaba formado en la Plaza de Tunja. A las 10:00 de la mañana del Coronel Manrique transmitió a los Generales Francisco de Paula Santader y  José Antonio Anzoategui la orden del Libertador Simón Bolívar de salir por el camino real que conducía a Bogotá con todo el Ejército prevenido para combatir con el enemigo donde lo encontraran. Las tropas iniciaron la marcha así: 80 carabineros a caballo que formaban la Guardia Especial del Libertador al mando del Capitán Andrés Ibarra, 400 hombres del Batallón Cazadores al mando del Teniente Coronel Joaquin París, 410 hombres del batallón Primero en Línea al mando del Teniente Coronel Antonio Obando, 200 jinetes de los guías del Casanare mandados por el Teniente Coronel Santiago Bejar, 300 de Llanoarriba, comandados  por el Coronel Juan José Rondón". además de estas tropas seguía otro numeroso grupo de efectivos que venían en la retaguardia. 


Batalla de Boyacá

Lo anterior es el soporte histórico de los carabineros realistas del General Barreiro y los Carabineros patriotas del General Simón Bolívar durante la guerra de Independencia.

José Maria Barreiro
En 1819, teníamos en suelo americano un cruel y sanguinario militar que nos había enviado la Corona Española, para perseguir , intimidar, torturar y matar a todo el que estuviese en rebelión pasiva o armada contra los peninsulares.

Ese fatídico, militar fue José Maria Barreiro que ostentaba el grado de General y tenía un escuadrón de Carabineros Montados como su guardia personal, quienes por su preparación militar eran  el cuerpo élite del Ejército español en la colonia americana. 



El bravo General Americano José Antonio Páez, batallando en Apure, Casanare y Arauca, exterminó totalmente ese cuerpo mediante cargas de caballería llevadas a cabo en inmensas llanuras Colombo-Venezolanas con la sorprendente estrategia de Páez cuando le decía a sus lanceros "Vuelvan caras".


José Antonio Páez
Para 1829, la República de España crea el Cuerpo de Carabineros de España, fue un cuerpo de guardias de fronteras a caballo, cuya  misión era la vigilancia de costas y  fronteras y represión del fraude y el contrabando e integrado en la Guardia Civil en 1940. 

Tenían presencia en las fronteras terrestres, provincias marítimas y en Madrid. 

El lema de los Carabineros era: Moralidad, lealtad, valor y disciplina y su insignia era un sol que surge con todos sus rayos en el horizonte.



insignea de los carabineros Españoles



Fue fundado con el nombre de Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras por Real Decreto de Fernando VII el 9 de marzo de 1829 y organizado por el Mariscal de Campo José Ramón Rodil en tiempos del ministro de Hacienda Luis López Ballesteros.

Mariscal de Campo José Ramón Rodil




General Francisco de Paula Santander
Posteriormente en 1837 el General Francisco de Paula Santander en el momento de la desmembración de la Gran Colombia, mediante Decreto del 24 de agosto de 1837, organizó un Escuadrón de Caballería dentro de la Guardia Civil, con la finalidad de custodiar el orden y la buena disposición de los habitantes de la capital, fue sin duda y sin discusiones, el origen del servicio policial montado, que permaneció inalterable en sus fundamentos y principios.

En 1841, mediante la Ley 8a del 18 de mayo, la Policía se divide, ademas en policía urbana y rural. El objeto de la rural es la seguridad, arreglo y buen gobierno de la industria agrícola en todos sus ramos. Le correspondía atender: acequias de riego, los desechos se los ríos y desagües de lagunas y ciénagas, los bosques y cortes de madera, las canteras y minas de carbón y piedra, las bestias de labor y silla, la cría de ganado vacuno y la pezca.
General Tomas Cipriano de Mosquera

En 1844 el presidente General Tomas Cipriano de Mosquera crea en Popayan un cuerpo de policía, en el Cantón de Caloto, para que persiga y aprehenda a delincuentes y prófugos y a contrabandistas y defraudadores de las rentas nacionales  y que ayudara a la destrucción de plantaciones clandestinas de Tabaco. Fue dividido en tres escuadras: una prestaría servicio a caballo y las otras a pie. El personal montado debía conseguir por su propia cuenta los caballos  y la montura, los montados tendrían como armamento de dotación, carabinas y lanzas.

en 1845, el General Tomas Cipriano de Mosquera preocupado por la seguridad de Casanare, dictó el decreto por medio del cual se establecía en dicha provincia un cuerpo de policía compuesto por dos inspectores  y ocho comisarios, divididos por la mitad en dos secciones, que deberían prestar servicio a caballo y quienes estarían armados de carabinas y sable, quedando a su cargo la adquisición del atalaje y el caballo.

En 1846, el General Tomas Cipriano de Mosquera, dictó un decreto por el cual se establece un cuerpo de policía en la provincia de Bogotá, compuesto por 6 inspectores y 54 comisarios, divididos en seis secciones, de los cuales tres prestaban el servicio a pie y los otros a caballo.

En 1880, por Decreto No. 99 se establece un cuerpo de policía del estado, que se denominaría "Celadores de las vías públicas", quienes prestarían el servicio a caballo, en atención a las distancias que había que recorrer: de Las Cruces a San Diego  y de la Hacienda de Paiba hasta las estribaciones del Cerro de Monserrate

Comisario Juan María Marcelino Gilibert
Con la fundación de la Policía Nacional mediante el Decreto 1000 del 5 de noviembre de 1891, se fusionó el escuadrón de guardias montados, quienes ya cumplían 25 años de labores en la preservación del orden público, es por ello que el reformador de la Policía Nacional, Comisario Juan María Marcelino Gilibert decide en un momento de visionaria certidumbre, dar continuidad del cuerpo montado en 1893.

Inicia el año de 1893 y los planes de organizar un cuerpo de caballería de la Policía Nacional, se ven cristalizados en el Decreto No. 450 del 31 de enero del referido año, mediante el cual nace una subdivisión de caballería de la Policía Nacional, regida  por el código militar. 

Es un paso más del sueño del comisario GILIBERT de hacer de la Policía un ente que infunda seguridad y respeto a la ciudadanía azotada en sus campos por la violencia y la inestabilidad de un país joven que aún está formándose.

Cabalgando al mando del comisario de primera clase MARIANO PATIÑO, un destacamento de cincuenta flamantes agentes de gran presencia vigilan las zonas rurales de la sabana de Bogotá, en las frías mañanas cubiertas de escarcha, rodeados de la bruma que se eleva de acequias y ríos y los hace tiritar bajo el uniforme orgullosamente ostentan. Saludan a su paso a los campesinos que arrobados ven el desfile de aquellos centauros majestuosos que vienen a traerles la imagen de la ley y el orden y bajo cuyo ojo dormirán tranquilos ellos y sus familias. Son para la mente el humilde hombre del campo seres casi mitológicos que llevan a sus campos adelanto y ayuda.


Primer piquete de la Subdivisión de  Caballería

Octubre de 1893, es un mes lúgubre para la subdivisión de caballería de la Policía Nacional: En su horizonte emerge como una sombra triste y amenazante del Decreto 1144 mediante el cual de un plumazo se acaba con ella.

Los orgullosos caballeros abandonan sus campos, sus caballos y su título y vuelven a la ciudad donde unen a 400 compañeros policías y con lágrimas se despiden de los caballos y ven cómo los comerciantes de bestias los llevan a destinos desconocidos y no siempre prometedores: voltean doloridos a ver sus monturas y armas, las levantan y llevan a las bodegas del parque nacional en donde se cubrirán con el polvo de los años y el olvido.

Pero el Policía montado se mantiene, en algunos departamentos del país se efectúan la vigilancia rural a caballo y son esos hombres los encargados de proteger minas, salinas, cárceles y lazaretos; vigilan que no ocurra el hurto de los ganados y que la tranquilidad sea una realidad: son hombres anónimos no se llaman a aún carabineros, pero son la necesidad y la semilla que posteriormente germinará para producir el cuerpo que hoy es orgullos de la Institución por su honor y gallardía. 



Dos generaciones vieron pasar a estos policías  rurales que en sus cabalgaduras, formando parte del paisaje cotidiano, imponían el orden en un territorio azotado por las guerras civiles.

En 1910, más de un centenar de policías  con sus respectivos comandantes, hicieron presencia en los departamentos, y la mayoría de ellos hacían el servicio a caballo, por lo dilatado de los territorios bajo sus jurisdicciones. Estos policías que después se llamarían "Guardias Rurales Departamentales", estarían armados de Carabinas Máuser, modelo Manlincher 1895.

En 1911, en la mente preclara del Doctor. GABRIEL GONZALEZ, Director de la Policía Nacional, comienza a formarse como obsesión el sueño de que la institución tenga un cuerpo de Policía montada digno y con personalidad la vigilancia a caballo era una necesidad imperante pero no estaba concreta.

Doctor. GABRIEL GONZALEZ
Los caballares y equipos existían y eran usados para la vigilancia rural, pero quería legitimar a ese hijo, verlo crecer y formarse, ayudarle a lograr sus objetivos y poder como un buen padre sentirse orgulloso de él.

en 1914, un decreto presidencial estableció el servicio de Policía Montada en Arauca, siendo los policías a caballo los pioneros en la colonización de aquellos extensos territorios. Se conocían como " la Caballería de la Policía" o simplemente "los de la Montada" o "los Rurales".

En sus andanzas y control ciudadano, los Carabineros Montados prestaban servicios a los llaneros en tareas propias de la región, como marcar, castrar, curar gusanera y descornar el ganado vacuno.  Ayudaban también al almacenamiento de caballos salvajes.

En 1916 por Decreto 1952, el gobierno autorizó al Director de la Policía señor General Salomón Correal Durán, para organizar y equipar convenientemente, en Bogotá, un piquete de caballería con el fin de vigilar los alrededores de la ciudad, controlando el abigeato y el vandalismo,  que nace como integrante de la división central del cuerpo de Policía, y esta vez es para siempre. 
General Salomón Correal Durán
Director de la Policía Nacional

Veintiséis hombres son los pioneros que con su levita y pantalón negro, que contrasta con guantes y cinturón blanco, montan cabalgaduras engalanadas con sillas norteamericanas de cuatro barras, cabezas, jáquima con pisador, sudaderas de camisetas, polainas boer, y deslumbran a su paso los campos cundinamarqueses para vigilar día y noche el reposo de los ciudadanos honrados.

Piquete de caballería de la división central del cuerpo de Policía

El 27 de diciembre de 1919, el Presidente de la República, Doctor Marco Fidel Suárez, expide el Decreto 2417 creando un Escuadrón de Caballería dentro del cuerpo de policía, el cual debería patrullar a caballo, armado de carabinas Remigtóng calibre 44, los cuatro puntos cardinales de la ciudad de Bogotá, ejerciendo control sobre las chicherias, casas de juego y prostíbulos, donde se reunían tahúres y rufianes de la peor calaña.

En 1926, se crea un escuadrón de caballería  dentro de la Policía Nacional mediante el Decreto 1775. Esta escuadra pasó a engrosar la fuerza efectiva del Cuartel de Caballería acantonado en la hacienda Los Alisos. 

El piquete de caballería se adscribe al cuerpo de servicios de Bogotá, como segundo grupo y aumenta el número de sus integrantes a cuarenta agentes, al mando de un comisario de tercera; se localizan en la hacienda la Constancia de Facatativa y su uniforme ha cambiado el negro saco, levita, por una guerrera y pantalón azul, cinturón blanco, “tubos” y zapatos finos.


En 1929, se importaron de Chile un lote de 300 caballos para adiestramiento del personal de Caballería de la Policía, cuya instrucción fue encomendada al entonces Capitán del Ejército Gustavo Matamoros León, el cual fue comisionado por el Ministerio de Gobierno, doctor ALBERTO LLERAS CAMARGO, para hacer contacto con los carabineros de Chile con el objeto de que viajaran a Colombia a capacitar al personal de la Policía Nacional. Este cuerpo de caballería sustituiría a las guardias departamentales.


Capitán GUSTAVO MATAMOROS LEÓN


Desfile del personal de caballeria con los semovientes traidos de Chile-1929

En 1930, el Presidente de la República Enrique Olaya Herrera, dictó  el Decreto 1735 del 15 de octubre, el cual cambiaba de denominación a las antiguas "Secciones", que en adelante se llamarían "Prefecturas", en cuanto al establecimiento de un Jefe Superior de Vigilancia, inmediato superior jerárquico de los perfectos; y respecto de la creación del Cuerpo de Carabineros, que fue organizado divisoriamente. Esta unidad montada fue la "Décima División" .

Enrique Olaya Herrera
En este año, ya se les conoce como carabineros y es toda una organización donde laboran comisarios, agentes y particulares al mando de un jefe. Los caballeros gozaban de los cuidados de palafreneros, herreros y veterinario y en especial del doctor MARIO E. D´ORSONVILLE, veterinario del Departamento de Agricultura y Ganadería. Los aparejos fabricados, cuidados y reparados por un talabartero. 








Cabe destacar que en 1931, el binomio conformado por Rafael M. Forero, miembro de la Brigada de Carabineros de la Policía y Buitre, ejemplar de sus cuadras, obtuvo el primer premio del Concurso Hípico celebrado en el festival de la Hacienda los Alisos.







El 21 de marzo de 1936, llega a Colombia una Misión Chilena, con la cual se organizó reglamentos de policía relacionados a la organización de la policía rural montada, asesora los comandos de división de policía montada. Gestión cumplida con gran maestría por el teniente EMILIO OELKERS HOLSTEIN, quien delegó en su discípulo amado, el Mayor EDUARDO CUEVAS GARCÍA la pesada responsabilidad de continuar la labor y  mantener en sitio de honor al cuerpo de carabineros como élite de la Policía Nacional.





Veinte (20) caballos traídos de Chile complementaron la misión; desde el ardiente Puerto de Buenaventura escalaron tres cordilleras y cruzaron dos valles hasta llegar a la hacienda Los Alisos ubicada en la sabana de Bogotá; han sido sin duda los chilenos que mejor conocieron  nuestro hermoso país y combatieron como leales mercenarios en las filas de la ley y entregaron  su vida al servicio del país que los adoptó como hijos.





La elite creció cada días más; los mejores eran nominados para la especialidad de carabineros: al mando del mayor CUEVAS GARCÍA sufrieron los rigores de un arduo entrenamiento trabajando y preparándose de sol a sol para llevar con mérito el nombre de carabinero e imponer el orden a donde el caso de sus caballos tocara la tierra, crearon a su alrededor una aureola de leyendas y respeto que aún hoy se mantiene.

Sargento EDUARDO JIMÉNEZ
Los caballos, hábilmente preparados, con paciencia y rigidez, por el Sargento EDUARDO JIMÉNEZ, formaron junto con sus jinetes amalgama de sudor, sol, orgullo y virilidad, con la cual los colores verde y amarillo del carabinero se confunden con el sol y las selvas como una señal de orden y tranquilidad  en los azotados valles del alto Magdalena y en las montañas del Cauca.

Hombre y caballo, muchas veces olvidados  en tierras inhóspitas, construyeron  pueblos y sembraron  futuro donde antes reinaba la violencia, la soledad y la desesperanza, y por ello la imagen de este servidor de la comunidad se enclavó profundamente en las mentes de hombres duros que habiendo sido criados en violencia  viendo cómo eran ajusticiados por bandoleros sus padres y mancilladas, sus madres, mujeres, hermanes e hijas, ven por fin la luz, claman que sólo ellos  los carabineros, son bien recibidos en sus territorios que al fin comenzaba a tener un brillo en la oscuridad.

El porte de los oficiales y la hermosa conformación de sus caballos se denotan en esta elocuente fotografía, que sirvió como portada en "La Revista de la Policía Nacional", la escena típica, el prestigio y respeto de que gozaban los Carabineros.






En 1938, la estatua de Caupolicán, caudillo araucano del siglo XVI, vencedor de los españoles en Arauco y Tucapel (Chile), fue traída de santiago de Chile por el Teniente de Carabineros Emilio Oelckers Holstein, como simbolo de la fraternidad entre las instituciones de Colombia y Chile. Este trofeo sería disputado en un concurso de tiro al blanco entre las unidades de la Policía Nacional. 




Momento culminante del concurso de tiro en el polígono militar de "Santa Ana", en Usaquén, disputado entre las unidades de la Policía Nacional, el cual fue ganado por la Primera División de la Policía. En la actualidad este trofeo aparece exhibido  en las instalaciones del Museo Histórico de la Policía Nacional, en Bogotá-Colombia.





Grupo del Cuerpo de Carabineros, al mando del Mayor Eduardo Cuevas García, atiende instrucciones antes de salir a prestar el servicio diario de patrulla en los "Barrios apartados del centro de la ciudad de Bogotá"; su presencia en la periferia constituía prenda de garantía para el desarrollo y la convivencia.




Para esta época las zonas rurales de la geografía nacional fueron objeto de atención e impulso por parte de la Policía Montada, los Carabineros de Bogotá son destinados a "Secciones de fuera" suprimiendo la 9 y 10 división de Carabineros, mediante la figura de "Divisiones de relevos y comisiones". en esta misma fecha se crea una sección de carabineros para Casanare.



En la imagen se observa el grupo de carabineros que se prepara para salir de Orocué en Casanare a sus respectivos "Retenes". 


Fotografia donde se observa el saludo protocolario del Cuerpo de Carabineros al señor Presidente Eduardo Santos, estos eran los desfiles característicos de la época, los integrantes del cuerpo montado de Policía lucían los uniformes de mayor gala y distinción, conduciendo los ejemplares de servicio de seguridad urbana y rural.


Para la mism época la modernización de los uniformes y recursos había sido preocupación de la Institución en su evolución progresiva. 




El personal de la División Huila luce el nuevo uniforme para las guarniciones de fuera. En el centro de la fotografía aparece el Comandante de unidad, Mayor Guillermo Guzmán Grazt, en cuya presentación se aprecia el empleo del breache con botas altas y polainas.

En 1942, los Carabineros cuidan de sus caballos, en una compenetración íntima entre hombre y el fiel equino; ellos saben que de la salud de su semoviente depende el éxito de su misión. Este postulado sagrado en los contenidos formativos de sus hombres, desde los orígenes de la Institución Policial, lo confirma la imagen siguiente.



Uno de los más frutos de la actividad del Mayor Eduardo Cuevas García fue la creación del servicio de vigilancia montada. en efecto él obtuvo de la Policía Nacional el que se creara como nuevo servicio, la XI División, "Carabineros".

El Comandante Rozo

Uno de los mejores discípulos que tuvo el Comandante Cuevas fue el Teniente German Rozo, quien aprovechó en tal forma las lecciones recibidas que se convirtió en pocos meses en promesa de la hípica, por lo cual la Policía lo envío a curso de especialización en la Escuela de Caballería, a ordenes del insigne maestro alemán, Capitán Helmubs Reítz. 

el Teniente Rozo se destacó en este curso como el mejor jinete de adiestramiento en la clasificación general alcanzó el segundo puesto entre todos sus compañeros.

Cuando ya la División de carabineros tuvo una definitiva existencia y contó con la debida dotación de oficiales, el Comandante Rozo fue designado para dirigirla. funcionaba en ese entonces en el cuartel de "Los Alisos". aqui se formaron, con las enseñanzas del experto Comandante Rozo, jinetes que más tarde habrían de dar buen nombre a la Policía Nacional con sonados triunfos en diferentes competencias nacionales e internacionales recordamos entre ellos a los entonces Tenientes Alcides Reyes Muñoz y Alberto Guzmán Aldana y los Subtenientes Antonio Arciniegas Castilla y Hernandom Pereira.

Debido a las no muy buenas condiciones del cuartel de "Los Alisos" y para aprovechar las magnificas instalaciones de la Escuela "General Santader", la división de Carabineros se traslado allí. 

Por esa época se prestaba un servicio de vigilancia montada, de 6 de la tarde a las 12 de la noche. El  Escuadrón de Carabineros actuaba además en forma independiente en casos de huelgas, motines y elecciones. 


En 1943, el Presidente de la República, Alfonso López Pumarejo promulga la Ley 4 sobre "Seguridad Rural".

Alfonso López Pumarejo

Para el año de 1948, se reorganizan los Carabineros en el Departamento de Caldas, al mando del Teniente Roberto Pinzón Meléndez.

Teniente Roberto Pinzón Meléndez


Para 1949, se crea por Decreto Departamental No.421 del 20 de abril, la Escuela de Carabineros Alejandro Gutiérrez, en una zona llamada "La Toscana", en la ciudad de Manizales.








Con el traslado de la División de Carabineros a la Escuela de cadetes se inició una nueva etapa deportiva. Los oficiales y cadetes comenzaron a recibir instrucción de equitación  y a participar en concursos internos. No había en Bogotá Clubes Hípicos  


fotografía de la escuela de Policía "Genneral Fracisco de Paula Santader"-1948

Estos se crearon en 1948. Solamente la Escuela de Policía contaba con una organización de deporte ecuestre.

Los caballos que usaba la Policía eran casi todos Chilenos. Algunos eran prestados  por el Ejército. Fueron famosos RELÁMPAGO  CHULO, ALCATRAZ, ARTILLERO, LUNAR, HALCÓN, RIFEÑO y DUQUE. Se destacaba entre todos El ZIPA, montado por el Jinete Luis Jimenes. Este impuso marca internacional.

Los jinetes que se formaron a partir de 1942 competían con destreza. Daba verdadero gusto verlos esforzarse por adquirir cada día mayor perfeccionamiento. Entre los pertenecientes al personal de la Escuela de Cadetes sobresalieron los Tenientes Bernardo Camacho Leyva, Jaime Reynel, Isaías Cuervo y Hernando Contreras. 

De entre el personal integrante del escuadron de Carabineros descollaron los Subtenientes Julio Pérez, Francisco Fonnegra, Roberto Mejía Soto, Manuel José López Gómez, Roberto Pinzón Meléndez y Jacinto Nicolás Ríos Mesa.

El triunfo del Teniente Bernardo Camacho Leyva.

En un concurso interno en el que se jugaba la copa "República de Venezuela" obtuvieron empate en 4 lugar el Capitán Antonio Arciniegas Castilla y el teniente Bernardo Camacho Leyva. Después de sucesivos desempates, en competencia que fue un hervidero de emosiones, el Teniente Camacho Leyva, se impuso definitivamente al Capitán Arciniegas del Escuadrón de Carabineros

En los años 50, renació el Escuadrón de Carabineros en la Escuela de Policía General Francisco de Paula Santader, luego de la casi extinción de la Policía Nacional, por motivo de la sublevación del 9 de abril de 1948, se reorganizó el Escuadrón de Carabineros con la denominación "General Alberto Gómez Arenas". 

En la fotografia, aparecen los oficiales que reorganizaron el Cuerpo de Carabineros perteneciente al escuadrón "General Alberto Gómez Arenas". De izquierda a derecha: Capitán Roberto Pinzón Meléndez, Teniente Primero Francisco Rodríguez Delgado, Teniente Primero Filipo Villarreal Revelo, Teniente Segundo Pablo Alfonso Rosas Guarín, Teniente Segundo Alfredo Castro Ál varez y Teniente Segundo Jorge Nieto Linares.



En octubre de 1951, en el suplemento anexo a la revista de la policía, aparece la biografía rica en detalles, aunque no en forma completa y satisfactoria.  Además de los datos hallados, encontré la buena disposición de algunos señores oficiales de la especialidad, quienes me colaboraron en la tarea de escudriñar entre los anaqueles de sus apuntes celosamente guardados, lo concerniente a la vida de Eduardo Cuevas y de otro grande como Genaro Rozo Osorio.  Cumplida este breve introducción, entremos ahora sí en materia.

En 1953, la Caja de Protección Social de la Policía Nacional adquiere unos terrenos en cercanías de la población de Suba, pertenecientes a la Hacienda "La Pequeña Victoria", los cuales son cedidos a la nación el 8 de mayo de 1956. Estos terrenos fueron  puestos bajo custodia del Comando de la Policía Cundinamarca, a fin de evitar invasiones, para lo cual se destinó el Escuadrón Próspero Pinzón, al mando del Capitán Francisco Rodríguez Delgado.

Para este mismo año, inicia funciones como centro de formación para agentes carabineros la Escuela de Policía Alejandro Gutierrez.






Creación de la escuela de Carabineros "Eduardo Cuevas"

En 1955, la Policía Nacional, adquiere la finca denominada "Potrero de las Mesas", ubicada en la ciudad de Villavicencio (Meta), con el fin de contruir un centro para la formación de aspirantes a agentes carabineros que respondiera a las inquietudes de los núcleos de población rural, netamente ganaderos como Acacias, San Martín, Granada, Surimena en los Llanos Orientales, Arauca y Casanare que originaban un índice elevado de abigeato en una extensión de mas de 68.000 kilómetros cuadrados, con unas pésimas redes de comunicaciones, lo que constituía un escondite ideal de prófugos y delincuentes gracias a las inmensas extensiones de su geografía. 


En ese entonces era el Director de la Policía, el señor Mayor General Deogracia Fonseca E. miembro a su vez de la Junta Militar de Gobierno, quien autoriza y se adquiere a nombre de la Nación el 14 de diciembre de 1.955, la finca situada en las goteras de Villavicencio, denominaba “Potrero de la Mesa”, donde la multinacional “Esso Colombia S.A” su propietaria almacenaba equipos y herramientas destinadas a la perforación de posibles yacimientos petrolíferos, en los territorios del Meta, Casanare y Arauca. La propiedad con una extensión de 898.784 metros cuadrados, aunque tuvo su destinación propia para levantar una escuela de Policía, permaneció en condición de baldío, hasta julio de 1959, en que se materializaron unos aportes para iniciar las construcciones, y que fueron logradas gracias a ECOPETROL con la suma de $500.000 pesos, iniciando de inmediato las actividades mediante el contrato No. FF.P-F/4-J-7/58 de las edificaciones conforme a los planos, estudios, cálculos e interventoria de la sección de Ingeniería, a cargo del señor Capitán La Rotta Bautista, gracias a cuyo dinamismo y espíritu de trabajo logró sacar adelante el 80% de las obras, siendo entregadas el día 27 de Noviembre de 1.959.

El 1º de diciembre de 1959 se abrieron sus puertas al primer curso de agentes carabineros, encontrándose como Director de la Policía el señor Coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya y asumiendo como primer Director de la Escuela,  el señor Capitán Carlos Guerrero Rodríguez.





Fotografías tomadas del Libro histórico "Hechos y anécdotas de la Escuela de Carabineros Eduardo Cuevas-Villavicencio, 2009".

La denominación que se le dió a este instituto de educación policial se hizo en honor a quien fuera el fundador  de los Carabineros.


Los chilenos volvieron veinte años después, los protagonistas de 1959 fueron los mismos del año 1936, el PresidenteALBERTO LLERAS CAMARGO y el gobierno chileno. 

 Presidente ALBERTO LLERAS CAMARGO 
De allí nació la segunda misión chilena que el 10 de julio de ese año inició labores en la Escuela Nacional de Carabineros de Suba. El capitán BRAULIO SAAVEDRA, con rígida disciplina y total abnegación, formó de un alegre grupo de oficiales, suboficiales ya gentes, jinetes imbatibles como no volverán a verse en las pistas; cuando los capitanes RODRÍGUEZ ROMERO, ROJAS CASTRO, el teniente TELLO SÁNCHEZ y los subtenientes AQUITE CORONADO, VALLEJO VELA y PEDROZA PEDROZA, eran llamados a las pistas, todos los ojos se fijaban en esos binomios que tras sortear los obstáculos, limpiamente ocupaban los sitiales de honor en ese bello deporte logrando de esta manera, el cuerpo de carabineros, reivindicar la imagen de la Policía ante la sociedad colombiana, imagen que se había deteriorado en los amargos acontecimientos del 9 de abril, y así mismo vuelve la Policía  a ingresar a los altos círculos sociales.






Estos hombres preparados por la misión chilena no sólo fueron buenos en el deporte, también, cuando fue necesaria su presencia, estuvieron carabina en mano pacificando el Magdalena Medio, Antioquia y todas las regiones donde imperaba el desorden y el caos.

En 1962 se vincula a los carabineros un nuevo miembro; se crea por Resolución 00117 de la Dirección General, la Escuela de Adiestramiento de perros y este animal ahora acompaña al hombre y al caballo en la difícil misión del policía; son los fieles e insobornables servidores que tantas vidas han salvado sin esperar recompensa diferente al cariño de su guía, al aplauso del público en sus presentaciones y al reconocimiento de la sociedad que los ama y los respeta. 


La imagen del guía es la imagen del efecto del hombre por el animal, el sueño de todo niño que ve en los nobles animales a sus ídolos.

escudo de los carabineros
Pañoletas amarillas, polainas y sombrero ancho son el signo de la Ley y del orden; caballos cubiertos de sudor que no se amedrantan con el camino; perros que agotados descubren la huella del que se esconde, centauros indomables y guías que con su amarillo de oro y el verde de policía inspiraron en 1964 la Resolución 3898 que determina la cración del escudo que orgullosos ostentan quienes con la frente en alto se denominan "carabineros": “Forma Española partida, de planta a la diestra y azur a la siniestra, forjado en jefe de oro con el cordón de Colombia en sable mirando a la derecha; rampante, desplegado, lampasado con lengua, cresta, cuello y garras de gules y gotas de plata. El chartel diestro cosido con bordura de oro ostenta cuatro bandas en sinople y colocado en barra de cálamo de gules con la punta hacia arriba se acuartela en el siniestro, a la altura del ombligo en sotuer y de engurra en oro. En la parte superior del cuartel se coloca una orquídea catleya de gules sobre besartes de oro”.

Acompaña a éste el himno del carabinero que desde el fondo de nuestros pechos canta las odas de caballeros imbatibles, hombres íntegros y duros que no conocen el miedo pero que ven en su compañero irracional al amigo, al compañero, al amor verdadero. 

(Escuchar himno de los carabineros pulsando el video)




El carabinero no es represivo, ama a la sociedad a la que sirve bajo el lema de compañerismo e integridad; la misión pacificadora se realiza con la fundación de cooperativas agropecuarias y con la transmisión al campesino de la tecnología aprendida durante su preparación, y hoy, porque quiere llegar aún más a los que necesitan, surge como un bálsamo la iniciativa de la mayor GLORIA OSPINA quien creyendo firmemente que hay que educar al niño para no castigar al hombre, presenta en sociedad, en le desfile del centenario de la Policía Nacional, en 1991 a los carabineritos, criaturas inocentes que llevan con todo el carisma del que es capaz un niño el distintivo y uniforme del carabinero, al tiempo  que hace una labor de difusión de la policía entre la juventud ávida de directrices y de ideales, encauzando este potencial en bien de la sociedad y que serán sin duda los carabineros del futuro.
Piocha o distintivo de la especialidad de Carabinero

Son los carabineros hombres que han forjado la historia poniendo cada uno de ellos un grano de arena para hacer grande la especialidad; luchan por ello por encima de todo, como lo hizo el coronel FRANCISCO RODRÍGUEZ DELGADO, al tomarse casi a la fuerza los terrenos que hoy ocupan la Escuela Nacional de Carabineros de Bogotá, cuna y hogar de todo aquel que  ostenta las carabinas en la solapa, los “tubos” y las espuelas que respaldan el honroso título de carabineros.

La especialidad no ha muerto ni morirá, entra a su nueva centuria desarrollándose acorde a los adelantos de la época, y aunque las nuevas tecnologías, las máquinas y las técnicas de guerra hayan desplazado al noble caballo como herramienta, sus cascos seguirán resonando acompasadamente llenando de música los campos colombianos, haciendo presencia en cada rincón de Colombia; y el repicar de nuestras espuelas acompañara el lema que a lo largo y ancho del país grita cada piedra del camino ¡Carabineros de Colombia, compañerismo, integridad, bravura!.


BIOGRAFÍA DE EDUARDO CUEVAS GARCÍA




Eduardo Cuevas García, nace en la población de Chía Cundinamarca el 24 de noviembre de 1896, en un hogar de padres acomodados económicamente, además de una posición social reconocida en el conglomerado (dedicados a actividades del agro relacionadas con la explotación de la industria lechera y sus derivados).  Adelantó estudios de primaria en el Instituto Politécnico “CARO Y CUERVO” de la localidad y posteriormente en el Pedagógico municipal de Tunja, donde adquiere la secundaria.

Hombre multifacético, había egresado de la escuela militar en 1923 como Subteniente del  Ejército, en el arma de caballería, su estadía fue corta porque en 1926 se retiro de las filas para reencontrarse con su verdadera profesión, la de Policía Carabinero.  En 1932 ingresa  a la institución en el grado de comisario primero, que equivalía al de  Capitán de la época, se hizo maestro en  equitación bajo la dirección de la comisión  chilena y toda su vida policial la dedico con asombrosa mística, entusiasmo y vitalidad a la formación del cuerpo de carabinero; promovió sin desfallecer  la creación de la XI  División de Carabineros en 1937, con sede en la Escuela General Santander, recopiló y complementó las normas sobre el reglamento de carabineros y sobre el tratamiento del caballo de servicio; lideró la adquisición de caballos importados de Chile y otros comprados en diferentes ferias de pueblos cercanos a Bogotá, llegando a un número superior a 300 semovientes;  se destaco en el arte del adiestramiento y salto, se hizo famoso jinete al ganar diferentes pruebas y concursos hípicos y organizó el deporte de la hípica en la Policía Nacional.  En Chile, cómo agregado de la Policía descolló como un gran profesional y excelente jinete, ganándose la admiración y el aprecio de sus colegas quienes a su regreso a Colombia le obsequiaron un caballo llamado Chimborazo, cuyo nombre cambió por Lautaro. 

Durante el ciclo de su existencia, a partir de su iniciación en la Escuela Militar, hasta su muerte demostraría inquietudes diversas, que comentaremos más adelante, analizando cada una de ellas, para comprender los aspectos de su compleja personalidad que arroja el encuentro de facetas contradictorias, dentro de un espíritu agitado supuestamente revestido de una gran calma y ecuanimidad según las personas que lo trataron muy cercanamente, entre ellas el señor General Oscar Reeves Leiva, Director General de Carabineros de Chile, en 1943.

Estas facetas de su vida, se hayan marcadas de una identidad tal, para lo cual las enmarcamos dentro de una posición claramente sicológica y evolutiva para definirlo de acuerdo con sus aspiraciones y sentimientos, así:
  1.       Eduardo Cuevas, el militar.
  2.       Eduardo Cuevas, el policía.
  3.       Eduardo Cuevas, el diplomático.
  4.       Eduardo Cuevas, el equitador-maestro.
  5.       Eduardo Cuevas, el letrado-poeta

1. EL MILITAR.

Es una de las facetas menos conocida, talvez por los escasos 5 años, que permaneció bajo banderas, incluyendo el año de cadetes en la escuela militar.  Egresa como Subteniente en 1923 luciendo los distintivos del arma de caballería, tenía 23 años.  El país vivía en una atmósfera de inconformidad, que se dejaba comprender, en razón al movimiento de exaltación patriótica que pregonaban los estudiantes y obreros unidos.  Como consecuencia de la inevitable independencia de Panamá, al suscribirse en 1909 el tratado Urrutia-Thopmson, que conllevó no sólo al reconocimiento de la independencia de Panamá, sino también a la fijación de los límites territoriales, apoyados por el respaldo de los Estados Unidos, 15 años antes y después de haberse suscrito el tratado, siendo Presidente de la República el General Rafael Reyes.

Colombia, en cumplimiento de la clausura tercera del tratado suscrito el 20 de agosto de 1924, por el ministro de relaciones exteriores de Colombia, don Jorge Vélez y por el plenipotenciario de Panamá, don Nicolás Victoria, acuerda la conformación de tres delegados por cada uno de los países, además de sendas protecciones de índole militar que garantizan los amojonamientos de conformidad a las líneas establecidas en 1855.  Entre los delegados por Colombia, figuraron el Teniente Coronel Celerino Jiménez, los doctores Marcelino Arango y Leopoldo Montejo y en la comisión que conformó la unidad de protección, contra los posibles saboteos de los agresivos indígenas de los parajes de San Blas, en la Serranía de Darién, se hallaban el Subteniente Eduardo Cuevas, bajo el mando del Capitán Ambrosio del Castillo.  Estos son apuntes del General Pedro J. Dousdebes en su obra, “conflictos en las fronteras colombianas”.

Después de un año en la citada comisión, donde falleció el Capitán del Castillo, víctima del paludismo, el Subteniente Cuevas, regresa al país y se le destina a la escuela de aplicación de su arma.  De allí en adelante presentaría sus servicios en la escuela de intendencia y en el escuadrón mixto de Nunchía, con sede en la población de Saravena - antiguos Territorios Nacionales. 

Se desconocen las causas, por las cuales en 1926 se retira de la filas de ejército, para dedicarse a administrar los negocios de la familia, en una manufacturera de artículos de cuero, con radio de influencia que abarcaba, Bogotá, Zipaquirá, Guatavita, Cota y Tabio.  Su paso por la jerarquía castrense fue fugaz, pero dejó marcada en su alma un sentimiento nacionalista, que permaneció aferrado y latente en su ser, pues lo veríamos en 1932 nuevamente dispuesto a reiniciar los menesteres de oficio para el cual nació y vivió:   El de servir a sus conciudadanos en una proyección que le dio sentido a sus propósitos de vida,  al hacerse policía. 

2. EL POLICÍA

-¿Qué clase de motivaciones, en su momento impulsaron a Eduardo Cuevas, a vestir el uniforme policial?
-¿Sería la falta de una realización plena?
-¿Sería la natural desadaptación a la vida civil?
-¿O más bien la estimulante idea de seguir las huellas de su antiguo superior y amigo, el entonces Coronel Celerino Jiménez, ahora General y Exdirector de la Policía? O ¿ Fue la llamada del destino, la que obró el milagro, ante las probabilidades del hombre de 36 años, angustiado por su futuro?

Cualesquiera que fueran las razones, la amistad e influencia del General Celerino Jiménez, hicieron realidad la reincorporación a la fuerza pública, en la Policía Nacional, institución en ese entonces de corte político, aunque la norma constitucional estableciera lo contrario, pero a su vez la receptora del acontecer nacional, que brindaba las mejores posibilidades, a los militares en actividad o en retiro como consecuencia de las inquietudes nada reservadas del gobernante de turno en la Presidencia de la República el Doctor Enrique Olaya Herrera, quien insistía sobre la necesidad de incluir militarmente en la estructura policial, ante la carencia de mandos capacitados.

En tal virtud en 1932, Eduardo Cuevas García, ostentando el grado de comisario, de primera clase, que equivalía a Capitán, es destinado a la X división, al mando del comandante Ignacio Benjumea.

La X división creada en 1930 siendo Presidente de la República el patricio citado con anterioridad, mediante el decreto 1872 del 4 de noviembre del mismo año, cambió su denominacion por X División de Carabineros, desapareciendo la denominación de Escuela de Caballería, de la Guardia Civil.  La unidad se encontraba en esos momentos en estado de reestructuración, constituyéndose la llegada de Eduardo Cuevas, providencial y definitiva, pues con sus conocimientos, aunque desactualizados en cuanto a la dinámica de un escuadrón, fueron de gran valía y de mucha aceptación, en lo relacionado a la planta y dotaciones para una unidad fundamental montada.

De baja estatura y delgado; cuando se encontraba a caballo, su figura se acrecentaba de tal manera que su apariencia en virtud de algo misterioso en su ser sobresalía en las formaciones, como un estandarte al cual los subalternos deben admiración, respeto y lealtad.  De personalidad introvertida, esto no fue obstáculo o dificultad para mostrar su afabilidad en el trato con los subordinados, quienes apreciaban su cultura envidiable, su don de gentes e irreprochable educación.

En 1936, cuando arriba al país la primera misión chilena, a mediados del año, ya el ejecutivo había legalizado-por emplear un término- la situación de unas comisiones surgidas del seno del ejército, hacia el regazo de la institución policial, consistente en ejecutar las destinaciones pendientes de doce señores oficiales, entre quienes se encontraban cuatro del arma de caballería a saber:   Los tenientes Carlos Gómez Arenas- hermano de Alberto, quien años más tarde fuera el Comandante de las Fuerzas Armadas, en el gobierno de la junta militar, que recibió el poder del Teniente General Rojas Pinilla.  Así mismo, Enrique París, Daniel Salazar Ferro y el Capitán Emiliano Camargo, lo cual se hizo en virtud del decreto 1715 de 1936.

Al conformarse la integración del primer curso de oficiales, con la misión chilena, además de los oficiales anteriormente citados, fueron seleccionados el comisario de 1ª clase Eduardo Cuevas, el Teniente de 1ª clase Genaro Rozo Osorio y el Subteniente Alberto Guzmán Aldana.  Es de anotar que, este señor oficial, fue otro de los grandes dentro de la oficialidad de carabineros, pues todavía se puede afirmar que ha sido el único oficial de la especialidad, que ingresó a la institución como agente carabinero principalmente, ( pues así se les llamaba a los reclutas) culminando su trayectoria en el grado de Teniente Coronel, pasando por la jerarquía de Suboficial, se retiro en 1955, siendo despedido en grandiosa ceremonia cumplida en la escuela “General Santander”, con la asistencia de la junta militar del gobierno.

Terminado el curso de policía rural y equitación, orientado por el Teniente de carabineros de Chile Don Emilio Oelkers Hollstein, posteriormente, director de carabineros de Chile, los oficiales egresados con los conocimientos adquiridos, se convirtieron en el transcurso de corto tiempo en los comandantes de algunas divisiones, y directivos e instructores de la Escuela de Cadetes “General Santander”, cuatro años más tarde.

Eduardo Cuevas, regresa a la X División, donde hace parte del equipo que conforma la Misión Chilena para llevar a cabo una nueva reestructuración de la unidad montada, en la cual se dejan vigentes las dotaciones administrativas, pero reformando las dotaciones del personal y equipo en el aspecto operativo.

Reestructuración que aprueba el ejecutivo, mediante el decreto 204 de enero 29 de 1937, que acogió a su vez, la reforma o modificación de los grados de la jerarquía de la oficialidad, desapareciendo la denominación de Comisario de Primera para sustituirlo por el de Capitán; el de Comisario de Segunda, por el de Teniente de Primera Clase y el Comisario de Tercera clase por el de Subteniente de Primera Clase. 

En junio de 1937, Eduardo Cuevas es ascendido a Comandante, destinándosele a la comandancia de la X División.  En esta ubicación de privilegio, bien ganada por sus méritos de ejecutivo y organizador, nuevamente para convertir en realidad las recomendaciones formuladas por la Misión Chilena a la Dirección General, y con el fin de mejorar la cobertura del servicio montado, se le ve en constantes diligencias encaminadas a la creación de una nueva unidad montada, que en virtud del decreto 2016 de octubre 22 de 1937, recibe el nombre de X División, concediéndole el mando de la unidad, al Mayor Enrique Paris, con sede en la “Escuela de Cadetes General Santander” Para cubrir la vigilancia de los barrios del Vergel, Restrepo, Santander, Bravo Páez, Olaya, 1º de mayo, Guavio, Paseo de Bolívar, Perseverancia, Alfonso López, Margaritas, Sáenz, Tejada y Ricaurte.

A la X División, se le encargó la vigilancia del nororiente  y noroccidente, desde chapinero hasta las goteras del paraje que conducía al camino de Tunja.

Aun cuando la X División, fue la primera y única unidad, donde laboró Eduardo Cuevas, durante nueve años, sus sentimientos y querencias se centraron en su obra, cual fue la XI División, por la cual sostuvo  varios debates, cuando se le quiso  desaparecer por costosa, antes y después de su permanencia en Chile uniendo sus esfuerzos, y argumentos a los cuales defendía Genaro Rozo, como veremos más adelante.

Como consecuencia de la segunda importación de Caballares, procedentes de Chile  en 1939, con destino a la XI División  y ante la necesidad creciente de reglamentar el cuidado de los equinos, que sumados a los ya existentes de la X División, alcanzaban un numero superior a 300 semovientes, expide ordenes y circulares de carácter permanente, que al recopilarse posteriormente, constituyen las primeras normas relacionadas  con el cuidado y mantenimiento de los cuadrúpedos, complementadas con algunas recomendaciones  un poco vagas sobre el tratamiento  del caballo de servicio, contenidas en el reglamento de 1914.

Su dedicación en esta tarea, fue el punto de partida, aunque hoy se consideren  obsoletas, con lo cual comenzara a organizarse en 1956, en virtud del decreto 1667 de 30 de junio, lo que seria la Sección de Remonta y Veterinaria, origen Posterior del criadero de Mancilla. 

En un reportaje que se le hiciera en 1938, recopilado y publicado en la revista de la policía, al ser preguntado por la forma en la cual se desarrollaba el servicio de vigilancia montada, presentada por los carabineros respondió así: “…nuestro cuerpo de carabineros, no es una base institución que sorprenda por la cantidad de elementos de que dispone para funcionar.  Es mas bien reducido en su personal, insuficiente para las enormes necesidades del país en el ramo de la seguridad rural y sus implicaciones, pero en cambio su organización es ejemplar, -nótese y la connotación es mía, el grado de proyección de su talante, al conjeturar que el servicio de vigilancia montada no se debía quedar en la capital, vislumbrando en consecuencia que su cobertura se hacía necesaria por lo irremplazable en todo el país -.  Continúa el comandante Cuevas exponiendo, “… es una observación que a diario la comparte el ciudadano quien por cualquier casualidad le toda ver actuar al cuerpo de carabineros, así sea un conjunto numeroso, o en la fracción minúscula de una de sus unidades”.

Cuando hablaba de su división de carabineros el Mayor Cuevas lo hacía como si se tratara de alguno de sus seres más queridos.  Sacaba a relucir sin poder evitarlo, ni disimular, una parte de su ego, que alimentaba con grado exagerado de presunción.  Para ensalzar las actuaciones de sus hombres, siempre estuvo presto.   Para ello vivió.  A ellos consagró sus mejores esfuerzos, y en ellos fincó un orgullo muy humano y justo.

“La fundación del nuevo Escuadrón Cuerpo de Carabineros-, nos ha dicho el Mayor Cuevas – es relativamente resiente.  No tiene más que cuatro años, porque se fundo el 4 de noviembre de 1933, mediante el decreto 1872, bajo la administración Olaya Herrera, cuando era director de la policía el Capitán Gustavo Gómez P.   ! Y si viera cómo comenzó! Con agentes de todas las divisiones de la policía que respondieron al llamado para iniciar la selección correspondiente. Se prefirieron reservistas de caballería, y de 180 que se incorporaron, solo 40 fueron los elegidos, figurando en comisión.  Me los encargaron para formar lo que entonces se llamó la Policía Montada, así le llamaba el pueblo. Yo me encontraba como director de la Escuela de Policía, cuando esto ocurrió y desde entonces me dediqué a la formación del cuerpo de carabineros, que hoy vea donde va…. No teníamos elementos de ninguna clase.  Con malos caballos se aprovechaban los esfuerzos de todos los equinos, hasta cuando en el presupuesto de 1934 encontramos apoyo para importar buen ganado de Chile”.

En magníficas condiciones adquirimos los caballos que después han sido completados hasta donde se ha podido, con otros compromisos en las ferias de los pueblos cercanos a la capital, como en Chiquinquirá, Ubaté, Sasaima, Facatativá, y en otras partes del país.  Y cosa curiosa: los traídos de Chile resultaron más baratos. “

Continúa el Mayor Cuevas, “…El cuerpo de Carabineros ha contado con la ayuda con todos los directores de la policía, desde Marcelino Gilibert.  Ellos han puesto su interés en beneficio del progreso del grupo.  Todos sin excepción se han preocupado por agregar algo a la tarea de su mejoramiento.  Hoy en día, las divisiones de carabineros, cuentan con 300 hombres, de ellos no pueden emplearse montados por la falta de caballos.

Al preguntársele por la calidad de los servicios, respondió:  “… El servicio de los carabineros en la vigilancia de la ciudad, casi no se advierte en los centros de actividad callejera.  Su mayor alcance está en la vigilancia de los barrios apartados de la ciudad, por las noches, y solo cuando también los retozos populares en manifestaciones y mítines hacen temer sucesos graves, entonces la presencia de los carabineros se hace notoria y efectiva”.

Termina el entrevistado comentando, “… El servicio nocturno lo prestan los carabineros por patrullas de una manera completa, no obstante su número no corresponde a las necesidades de la ciudad.  Todas las noches los pupilos del Mayor,  le dan la vuelta a la ciudad, metiéndose por los lugares más apartados, presentando la más efectiva ayuda de la seguridad de los asociados y la administración de la justicia.  Una vez que otra, una pareja al unísono marcial de los cascos de sus caballos en el pavimento de las calles centrales, cruzan a altas horas de la noche para trasladarse de un extremo a otro de la ciudad, en el cumplimiento de la misión asignada de guardar el orden mientras que la ciudadanía duerme tranquilamente”.

Y, cuando se le preguntó, cuál era su concepto sobre su desempeño de su unidad, dijo sin vacilar “… Fuera de la vigilancia nocturna en los barrios apartados de la ciudad y eventualmente en algunos residenciales, es la intervención eficaz en los asuntos de orden público.  En las elecciones pasadas por ejemplo, la acción de los carabineros ha sido tan eficaz, que puede decirse desde que el nuevo escuadrón, existe, no se han registrado choques en la ciudad.  En las manifestaciones políticas, a todo el mundo le consta cual ha sido el papel de los carabineros.

Muchas veces la presencia oportuna de mis hombres ha evitado el enfrentamiento de dos manifestaciones contrarias, como ocurrió recientemente, en donde las situación se puso gravísima y los carabineros impidieron el contacto de los dos grupos hostiles resueltos a exterminarse.   Con respecto a otras actividades el escuadrón ha desempeñado a entera satisfacción importantes comisiones, como por ejemplo, en el Quindío para combatir la delincuencia rural y coadyuvar en la recolección de las cosechas del café, dándole seguridad y confianza a los cafeteros; en Fusagasuga para prevenir disturbios entre los campesinos y en otros lugares, como en la región de Sumapaz, infectada de abigeato.  En estas comisiones, se ha puesto de manifiesto la urgencia de la formación integral de la policía rural, en esta es en donde se hacen necesarias la presencia de agentes montados.  Hágase por un momento, señores periodistas, la reflexión sobre el cálculo de los beneficios que traería la policía rural montada, como existe en otros países.  Entonces si, que se sentirían altamente protegidos los ganaderos y agricultores, porque hay que ver, por ejemplo, la contribución de la policía en la armonía social, que va desde los servicios de urgencia y apoyo, información elemental para el campesino, su alfabetización, hasta la concientización de su importancia en la vida comunitaria de su pueblo y muchas cosas más.  Entonces la proyección del cuerpo de carabineros sería vastísimo.

Últimamente agrega el Mayor Cuevas, se han enviado comisiones de carabineros, al Valle del Cauca y a Boyacá a solicitud de los respectivos gobernadores, para adelantar instrucción policial a los cuerpos sobre la vigilancia rural que se está organizando.  Próximamente continúa exponiendo el Mayor Cuevas “…Irán otras comisiones a la II y VII divisiones, con sede en Villavicencio y Honda.  De manera que ya se advierte el afán general por la policía rural en el país.  A propósito de la utilidad de los carabineros en los campos, se recordará como la captura de los atacantes del embajador alemán el año pasado, en las cercanías del Chicó, se debió a la intervención del escuadrón de la X División”.

Al término del reportaje, la redacción del periódico capitalino, apuntó su concepto sobre la labor que desarrolla el ilustre oficial, así:  “… El Mayor Cuevas García, no desfallece en un solo instante en la organización de su división.  Anda por allí y por acá en busca del apoyo para los carabineros, en las instancias gubernamentales.  Ahora está empeñado, y para ello cuenta con el respaldo, de la Dirección de la Policía, en la construcción del nuevo cuartel.  Este sería una construcción moderna a la altura de las necesidades del cuerpo.  Tendrá capacidad para 200 carabineros, y estará situado en Muzú, en los predios de la Escuela de Policía “General Santander”; para entonces, quien sabe cuantos progresos más habrá conseguido el Mayor Cuevas para su institución, que tienen vastas proyecciones en nuestro futuro”.   En 1940, 6 meses después de la inauguración de la Escuela de Cadetes “General Santander”, con la apertura del primer curso de oficiales, que llevó el nombre del libertador, una vez egresados se le encomienda la instrucción de equitación, como titular, con la suplencia del Capitán Carlos Gómez Arenas.

3. EL DIPLOMÁTICO

Como efecto de las recomendaciones, formuladas por la misión chilena, una vez que esta cumpliera con su cometido en la Policía Nacional por término del contrato entre los dos países, se le envía en junio de 1942, a la república hermana, siendo Presidente de la República, el doctor Eduardo Santos Montejo, el Embajador de la República hermana el veterano periodista Thomas Rueda Vargas y el director de la policía el General Alfredo Azuero Arenas.  La comisión que debe cumplir, y los resultados que se le exigen, no es nada fácil para desempeñarse, tanto en la embajada como personal agregado, a disposición de la misma y como alumno de la Escuela de Carabineros, en un curso que ocupa la mayor parte del tiempo laboral, para enriquecer experiencias en el arte de la equitación, y los conocimientos no tan fundamentales o básicos, como si la asimilación de la filosofía integral en la problemática integrada al servicio de la policía rural.

Si nos atenemos, a la forma como se desempeñó y cumplió el cometido asignado por el Gobierno Nacional, no ha y mas que arrepentirnos al texto de la revista de la Policía Nacional, correspondiente al mes de julio de 1943, donde se transcriben las palabras de la testimonial despedida, publicada a su vez por el órgano de difusión de la Dirección de Carabineros de Chile, y que fueron enviadas desde el hermano país, según reza la introducción del documento, que me permito transcribir.  Dice así:  “… Excelente fue el comportamiento del Mayor Eduardo Cuevas García, en este país, y ejemplar la manera como se desempeñó en su misión diplomática, la cual para la embajada, ha sido de grande importancia por las muchas vinculaciones a que nos ha dado lugar con la institución de carabineros y sus jefes y con elementos de la sociedad santiagueña, allegados a nuestro cuerpo.”

“El gobierno de Chile y el cuerpo de carabineros por otra parte han destacado notablemente el hecho por el cual un oficial de la policía nacional, fuera incorporado por el gobierno de Colombia a su embajada en Chile, juicio a que también me he referido en oficios anteriores y del cual resalto de manera especial, el General Oscar Reeves Leiva, Director General de Carabineros, en un suntuoso almuerzo de despedida que los jefes y oficiales del cuerpo, ofrecieron a nuestro adjunto”.

“El viaje de regreso a la patria, del Mayor Eduardo Cuevas García, ha dado lugar a manifestaciones de afecto gratísimas para el y para la embajada”.

Distintivo “Santiago Paper Chasse Club” 
Con el acontecimiento de su regreso a Colombia, el gobierno de Chile le concedió, en el grado de oficial, la orden al mérito, que le fue entregada por el General Reeves.  Los carabineros lo obsequiaron con varios trofeos y un magnífico anillo.  El “Santiago Paper Chasse Club” lo despidió obsequiándole su insignia en una joya de plata y oro, y socialmente recibió una serie de agasajos por parte de amigos de la sociedad chilena y colonia de colombianos, quienes recibieron sus servicios ante su embajada.

Con el ánimo de resaltar las calidades y cualidades del distinguido oficial de los carabineros de Colombia, me permito leerles el discurso pronunciado por el General Director de Carabineros, con motivo de la manifestación de despedida en día 23 de julio de 1943.

Con fines de estudio e información sobre la organización y funcionamiento de los servicios de policía rural, y otros menesteres afines con el servicio montado, el supremo gobierno de la república hermana de Colombia, acreditó ante el nuestro a uno de los jefes más distinguidos de sus servicios policiales, el Mayor Don Eduardo Cuevas García”.

Esta misión que ha cumplido el señor Mayor Cuevas con exquisito tino, refinada gentileza y amplio espíritu de camaradería, constituye por sí solo un laso muy firme de cordialidad entre los carabineros de Colombia y los de Chile y da motivos para que en esta tierra se ahonde si es posible, los vuestros.

“Son nuestros deseos y lo haremos con la especial sinceridad que nos caracteriza, que usted señor Mayor reciba un obsequio sorpresa el cual en un instante se le entregará, como símbolo del cariño fraterno que sentimos por los policías montados de Colombia, al mismo tiempo que os recuerde vuestra estada en Chile.

“Señores: Brindo por la felicidad de nuestro amigo, que tanto arraigo echó en el efecto y consideración de los carabineros de Chile, al extremo de considerar su regreso a la patria, como el alejamiento de uno de nuestros propios compañeros; brindo también por la ventura de su gobierno y de la institución hermana, que nos dio la espléndida oportunidad de contarlo por un tiempo entre nosotros”.

Es de suponer, atando los cabos sueltos del acaso que como el obsequio sorpresa al cual se refería el señor General director de Carabineros de Chile, no era otro, que el anglo árabe de nombre “Chimborazo” que durante un año lo acompaño en la escuela, como dotación asignada al curso de equitación, y que en el instante de la despedida se le entrega en propiedad, como testimonio de aprecio.  A su llegada al país, por razones que se desconocen, el caballo cambió de nombre por el de “Laurato”.

La mayor muestra de deferencia, la recibieron el embajador y el mayor Cuevas, cuando se encontraba con su hermano Agustín en la estación del tren, que lo llevaría a Valparaíso, en puerto marítimo más importante en la época sobre el pacífico, al presentarse en persona el general Revees Leiva, con el director de la escuela, el Coronel Alvear Godoy,  el comandante Cerda Vargas, y una comisión numerosa de oficiales, para despedirlo, acompañados del orfeón de carabineros, que interpretó alternadamente aires musicales colombianos y chilenos, cuando sonó la campana del tren el orfeón, entonó el himno nacional de Colombia entre la emoción y los aplausos del pueblo chileno,  que se confundía con la colonia de los amigos de Colombia”.

4. EL EQUITADOR MAESTRO

Cuando miramos las fotografías que nos regaló el recuerdo, y que hoy las consideramos como el testimonio histórico de los momentos de leyendas, con la figura a caballo del legendario personaje, no podemos dejar de admirar, de una sola impresión, la silueta del jinete de la escuela clásica por excelencia, quien adopta la posición adecuada para lograr el conjunto armónico del jinete y caballo.

Como deportista en la difícil disciplina ecuestre, se destacó en las dos modalidades más representativas del arte: el adiestramiento de quien fue un fiel exponente y las pruebas de salto, que ejecutaba con la elegancia de los más exigentes cánones.

En 1939 en compañía del Capitán Genaro Rozo Osorio, organiza por primera vez un espectáculo consistente en la manifestación de la destreza del jinete unida al adiestramiento del caballo, para lograr una singular manera de recrear a un público cualesquiera que fuera, realizando el espectáculo al mezclar el movimiento con el tiempo,  Entrelazando estos para uniformar el conjunto en la resultante de una fantasía que dio mucho de que hablar.  

Tal creatividad, al que se dio el nombre de “Tío Vivo” de los carabineros, (ya era conocida en Chile y Argentina con el nombre de “Cuadro verde”), donde encajaba una especial forma de adiestramiento en los caballos, estableciendo el origen de los posteriores y organizados “Cuadros verdes”, en Colombia que han cambiado de nombre a medida que los hace el ingenio y el talento de las generaciones.  En aquella tarea, contaría con la colaboración del Capitán Genaro Rozo Osorio y el Subteniente de segunda clase Alberto Guzmán Aldana, además de los cabos primeros señores, Ruiz E. Jiménez Martínez y Aniceto González, los más caracterizados y distinguidos exponentes de la instrucción ecuestre, como auxiliares de la misma en el escuadrón, al igual que el Teniente de segunda clase, Alberto Guzmán Aldana.

De regreso al país en 1943 se hace famoso como jinete a partir de 1945, cuando se impone como ganador absoluto, en la prueba hípica de salto alto que anualmente organizaba la embajada de Chile, con la participación de la Agregaduría Militar, con ocasión y conmemoración del aniversario de la independencia el 5 de abril.

Eduardo Cuevas, ya retirado de la policía, siguió estrechamente ligado a la institución y a la X División, en razón no solamente por el cariño que sentía por su obra, sino también posiblemente por gratitud, debido a la estadía sin obligación alguna, por parte de la división, para el caballo “Chimborazo”, en las pesebreras de la escuela; pues, ¿ En donde más podía hacerlo, si la sede de la división aludida se encontraba en Muzú, su antigua y sentida casa y además por el hecho de ser integrante del equipo ecuestre”?

Como se comentó anteriormente, el 5 de abril de 1945 en el Centésimo vigésimo séptimo aniversario de la independencia de Chile, Eduardo Cuevas, montando a “Chimborazo”, terminó con la supremacía de la escuela de caballería del ejército, que por años sucesivos se alzaba con el codiciado trofeo, hasta el punto que por mucho tiempo, el caballo dejo de llamarse “Chimborazo”, para recibir el nombre de Chileno.


Posteriormente repetiría la hazaña en 1946, con sus 50 años de edad acuestas, en la competencia anual denominada, “copa republicana de Venezuela”, donde estrena el invento de su autoría, consistente en una palanca para bridón, reducida en sus brazos laterales, y la horizontal para el bocado más gruesa en su eje o centro que en sus extremos, recibiendo como nombre dentro del círculo de equitadores el de “palanca de cuevas”, propia para caballos dóciles y en demasía serenos.  Dicho parejo, pronto entró de moda, siendo de gran aceptación y uso, muchos comenzaron a tenerle tanta fe al accesorio, que comenzó a sustituir el tradicional filete, delgado y martirizante, que constituía un castigo innecesario para los equinos.


5. EL LETRADO Y POETA

Es con seguridad, la faceta menos conocida del ilustre personaje, nada de extrañar, si tenemos en cuenta, cómo en su adolescencia y juventud su generación se colmaba rindiendo culto al romanticismo becqueriano, el cual influyo primeramente en el sentimiento de la juventud, por el recuerdo doloroso de la corta existencia de Silva, el poeta del amor y del sufrimiento, y a mediados de los años treinta, por el movimiento  de los piedra cielista, quienes pregonaban la reflexión de los sentimientos y sus fenómenos alrededor de la espiritualidad de la naturaleza, sobre la premisa, de las fuentes de creación, donde el gusto por el misterio de la vida frente a la filosofía del amor, engendró en la cultura de la época, eminentemente romántica, la tendencia a manifestar las emociones, en poesía. 

Fue la generación de una época, en que cada colombiano, cualesquiera fuera su condición social, profesión u oficio, se desenvolvía intentando ser un poeta, en la medida y cadencia de sus experiencias, acontecimientos e impresiones afectivas, en las cuales brotaba a la flor de piel la ascendencia de Porfirio Barbajacob, León de Greiff, Guillermo Valencia (padre), Rafael Maya, Luís Vidales y otros más virtuosos, en la exquisita expresión de lo vivido y amado.

Eduardo Cuevas, un hombre de armas, de carácter diferente a la sensibilidad de un poeta, de actitudes voluntariosas para un servicio de garantías ciudadanas, de realizaciones pragmáticas alejadas de la ilusiones y los sueños, no pudo evadirse de la angustiosa propensión de aprisionar en su alma, las quimeras, aspiraciones y dolores, en lo sublime de la expresión del verso.

Escribió en la revista de la Policía Nacional en más de una ocasión, siendo los artículos más conocidos, los publicados en la revista de la institución en octubre de 1937, correspondiente al número 136, titulado “El caballo de Servicio”, donde en forma técnica y argumentos contundentes, proyectaba su experiencia sobre el ocaso del pura sangre árabe, contradiciendo al Conde Ruiz de Castilla, en su artículo que publicó en Madrid en 1930, y el publicado también en la revista en el numero 167 de 1940, titulado “La sociología rural”, ante la función social de la Policía”, artículo de profunda meditación, sobre “la ocurrencia del comportamiento del hombre del campo, frente a la del hombre citadino, resaltando en consecuencia, la versatilidad de la actitud policial frente a la función específica del Estado, como hacedor del bienestar y progreso en las comunidades rurales, donde el medio generalmente precario, las condiciones de salud, vivienda inapropiada, y otros aspectos contribuyen a unas desigualdades de nivel mental y moral diferentes”, lo cual exigían en ese entonces al Estado adoptar unas políticas acordes con la situación, en la formación del policía rural, o requerían de tareas de perfeccionar los programas de desarrollo para el campo, haciendo los actos para el desempeño posterior del campesino, en las urbes”.


Articulo sobre la Policía Montada, escrito en la revista de la policía nacional
por el Mayor Eduardo Cuevas García


Como podrán apreciar, ese fue el talante, que en relación con el servicio social que desempeñaba la Policía en la época, poseía el Comandante Eduardo Cuevas, iniciando la década de los 40, y el cual hoy podría estar vigente, a pesar de la avalancha de progresos llegados a las área rurales de la patria.  Como cosa curiosa, se considera así mismo, como algo intuitivo, con mucho fundamento, que su pensamiento a cerca de su vida rural tenga mucho de coincidencia en sus apreciaciones, con las aspiraciones del pensamiento progresista, que divulgaba el doctor Alfonso López Pumarejo, precisamente en los años, de mayor esplendor del Cuerpo de Carabineros, durante los cuales, en virtud de la ley cuarta de 1943 fue la base o punto de partida para que el gobierno depositara sus inquietudes en el sector rural, en cuanto al intento de solucionar en parte sus innumerables necesidades.

No fueron sus escritos los que causaron admiración y el reconocimiento más que merecido como escritor ponderado, de exquisita sindéresis, en la habilidad de la expresión de su pensamiento, como si se tratara de la comunicación invisible del espíritu de las cosas, reflejado en el espíritu del hombre, para materializar el sentimiento hasta hacerlo palpable.  

Fue su dolor expresado en desgracia y canto en lo que llamó “ELEGÍA DEL ADIÓS SIN LLANTO” , publicado en el suplemento de la revista correspondiente al mes de octubre de 1951, el cual le concede renombre o mejor reputación de poeta, cuando en emoción de incontenible sentimiento llora a su entrañable corcel muerto.  No sabemos, ni se sabrá jamás a que caballo se refería, pero si nos trasladamos a “Chimborazo” el ejemplar que tanto estimó por venir de donde vino y ser lo que fue en su existencia, es tan fácil suponer, acudiendo a la ley de las probabilidades,  que efectivamente se trató del corcel tantas veces mencionado.  

Dice así la poesía.

Bastó en un instante tu mirada muribunda
Para recoger los recuerdos de lejanos años,
En que viniste a galopar, por incierta senda
Otros caminos alejados de cansados sueños.

Mientras rasgaba el viento, las silenciosas horas
De mi dolor profundo, de mi pesar sobrio
Tu vida, poco a poco disipabas
En despedida agónica, ya sin bríos.

El ayer que un día, unió el destino
Para concertar la unión de dos en uno,
En tu hora del adiós, es un espino
Que rasga mi corazón cual espartano.

Atrás quedaron olvidadas y enterradas
tus hazañas de vencedor sin par y sin rival
mientras yo, sin tu presencia de figura alada
mi existencia volveré, huérfana de tu afecto policial.

Que suenen en tu honor las trompetas,
Aquellas que alegraron momentos de emociones mil,
Para enterrar los recuerdos de pretéritas grandezas
En este día final de tu marcado perfil.

Ya va cayendo mi ocaso, lento, lentamente.
Mi firmamento, compañero ya sin resplandores.
Guarda el dulce sueño de la ansiada muerte.
Mi vida, ya sin tus retozos, será el preludio de infinitos sinsabores.

Vete a otros parajes,
Levanta tu casco de enérgicas posturas.
Porque un día cualquiera, cuando Dios me llame,
Cabalgaremos de nuevo, conquistando los dos, el azul de las alturas.



Al apreciar las virtudes, que robustecieron las cualidades que acompañaron la personalidad del legendario Eduardo Cuevas García, no existe duda alguna para concluir, que su trayectoria estuvo acompañado de algo especial, que salía a relucir en la naturaleza de las cosas que lo rodearon, como fue su –vocación tardía, amor por su trabajo, y la constancia y el espíritu emprendedor- para que se movieran con ímpetu inusual, en dirección al sitio que deseaba, después para que calmadamente cuando se encontraban encajadas en el punto adecuado, imprimir el sello de su personalidad, impetuosa en el ambicionar, y reposada y tranquila en el mandar.

No de otra forma, podríamos decir que el haber conquistado su propia personalidad, fue desarrollando la misma, en tan variadas formas o facetas de su vida, constituyendo la magnificencia de su obra, la cual veremos, en cada uno de los rasgos de sus actitudes.

Cuando el entusiasmo de su juventud, lo llevó a convertirse en militar sin proponérselo ni imaginarlo, manejó su destino para hacer un alto en el camino, y aunque acometió otra clase de actividades, tornó a la senda que la vida le señaló ser un servidor público, en la Fuerza Pública, y es en la policía, como tal, donde se realiza, al participar colaborando en la reestructuración de la unidad a la cual fue destinado, con éxito varias veces.

Posteriormente haciendo conocer, sus cualidades y atributos como oficial alumno en el curso que adelantó, bajo los auspicios de la primera misión chilena, constituyendo el punto de partida, de su reconocimiento en el inicio de su madurez profesional. 

Se involucra en 1973, en la reforma de los grados de la oficialidad, desapareciendo la figura de comisario, de corte francés, para hacerla más propia de nuestra idiosincrasia criolla.

Con argumentos que no admitieron discusiones en el ámbito institucional, ni gubernamental, logra en 1936 la aprobación de una importación de caballares de la hermana república de Chile, incrementado el servicio de vigilancia a caballo.

Crea la XI División de Carabineros, en 1937, la organiza, la capacita y la infunde el espíritu de cuerpo, hasta entonces desconocido, al inculcar hasta el cansancio, estas, sus propias palabras: “Decir carabinero, equivale a estar frente a un caballero, que debe ser el mejor policía, esforzado y valiente, el defensor de los necesitados, el guardián del orden, el mejor compañero y el mejor jinete, para quien solo existen 3 cosas, Dios, su patria y su caballo”.

Lo demás, vendría como consecuencia de su profesionalismo, cuando afectado por el factor de credibilidad que rodea sus actuaciones, penetra en el umbral de la Dirección General originando decisiones que abrieron el camino al desarrollo de su cuerpo de carabineros.

El Gobierno Nacional, lo envía a la República de Chile, y en su doble condición de diplomático y oficial alumno fortalece con su comportamiento las relaciones, entre las dos instituciones armadas, y sus respectivos gobiernos.

Como doctrinario de madurez juiciosa, impulsó una filosofía a cerca de lo que fueron en aquellas calendas, y que continúa siéndolo el servicio policial montado, creando un sistema propio que expresó el carácter y teoría de la situación de lo que sería en el futuro el Cuerpo de Carabineros; aunque es bien sabido, fue la consecuencia de una ilusión nacida de la vanidad, del orgullo y de la necesidad de crear un lugar de privilegio para el cuerpo de carabineros.

Las anteriores consideraciones deben estimarse como las demostraciones con las cuales la historia ha confirmado, para deciros,  que Eduardo Cuevas García, con sus actuaciones colmo  para honor y orgullo de los Carabineros, para la institución policía en general y para el país.

Indudablemente, fue un carabinero pundonoroso, un comandante calificado, un caballero sin desdoro, un servidor con mística, que difícilmente se volverá a dar.

Eduardo Cuevas García, muere el 16 de mayo de 1965 a la edad de 69 años en Bogotá, dejando un legado de grandes enseñanzas y el sello de una singular mística institucional, reflejada en las palabras que siempre repetía: “Decir carabinero equivale a estar frente a un caballero que debe ser el mejor policía, esforzado y valiente, el defensor de los necesitados, el guardián del orden, el mejor compañero, y el mejor jinete para quien sólo existen tres cosas: su Dios, su Patria y su caballo”.  
Escultura en honor a Eduardo Cuevas García
Fotografías tomadas del Libro histórico "Hechos y anécdotas de la Escuela de Carabineros Eduardo Cuevas-Villavicencio, 2009".

En la celebración de los 47 años de la Escuela de Carabineros Eduardo Cuevas, se rindió homenaje al ilustre personaje: equitador, poeta y militar, por su invaluable aporte con la institución al incorporar  la especialidad de carabineros.  Se erigió la escultura  elaborada por los escultores Héctor Ruiz Quiroga y Hermes Gutiérrez Uribe


Las fuentes consultadas:

  • Discurso pronunciado el 18 de febrero de 1993 por el señor Coronel (r) Alberto Rodríguez Camargo, Ex director de la Escuela Nacional de Carabineros, cuaderno Histórico No.1 de mayo de 1993 (pags 51 a la 55)- Academia Colombiana de Historia de la Policía Nacional de Colombia.
  • Discurso pronunciado por el señor Teniente Coronel (r) Luis Eduardo Altamar Valdivia, en el Cuaderno Histórico No. 7 de septiembre de 2001. (pags 60 a la 77)-Academia Colombiana de Historia de la Policía Nacional de Colombia.
  • Archivo Histórico Revista Policía Nacional de Colombia.
  • Libro histórico Hechos y anécdotas de la Escuela de Carabineros Eduardo Cuevas-Villavicencio, 2009.

Páginas web visitadas:

https://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctor_Manuel_II_de_Italia
https://es.wikipedia.org/wiki/Guardia_Piemontese
https://es.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar
https://es.wikipedia.org/wiki/Paso_de_los_Andes
https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Paula_Santander
https://es.wikipedia.org/wiki/Joaqu%C3%ADn_Par%C3%ADs_Ricaurte
https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Antonio_P%C3%A1ez
https://es.wikipedia.org/wiki/Cuerpo_de_Carabineros_(Espa%C3%B1a)
https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Ram%C3%B3n_Rodil_y_Campillo
https://en.wikipedia.org/wiki/Mannlicher_M1895
https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Olaya_Herrera